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“Lo siento, está fuera de viaje”: el silencio de la cultura ante la Diada
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NADIE QUIERE POSTURAS MODERADAS

“Lo siento, está fuera de viaje”: el silencio de la cultura ante la Diada

“Ahora mismo no tiene tiempo material para este trabajo y le ruega disculpe este hecho porque siempre intenta colaborar en este tipo de propuestas”, “Prefiere no

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“Lo siento, está fuera de viaje”: el silencio de la cultura ante la Diada

“Ahora mismo no tiene tiempo material para este trabajo y le ruega disculpe este hecho porque siempre intenta colaborar en este tipo de propuestas”, “Prefiere no hacer declaraciones, porque ya ha hablado muchas veces sobre este tema”, “Lo siento, está fuera de viaje”… Las múltiples disculpas con que las personalidades más relevantes de la cultura catalana han evitado pronunciarse acerca de la manifestación de la Diada son un evidente indicio de que estamos adentrándonos en nuevos tiempos políticos.

Que eludan hacer declaraciones grandes nombres de la escena como Albert Boadella, Josep Maria Pou o los miembros de Tricicle, figuras importantes de la gestión cultural como Manuel Borja-Villell (director del Reina Sofía) o Gloria Pérez Salmerón (Directora de la Biblioteca Nacional), escritores de primer orden como Eduardo Mendoza o músicos como Llach y Serrat, entre muchas otras figuras de la cultura catalana, es claramente significativo y más aún cuando la mayoría de ellos cuentan con una filiación política bien conocida. Y es doblemente llamativo en la medida en que no han existido esas prevenciones en el ámbito favorable a una Cataluña no integrada en España. La celebración de un referéndum independentista el pasado año generó múltiples adhesiones en el campo cultural, que se han conservado (si no aumentado) 12 meses después.

Es cierto que hablamos de un ámbito en el que la prudencia suele ser una actitud apreciada, ya que significarse políticamente en un sentido u otro puede ser malo para el negocio, algo que se deja sentir en las excusas que han proporcionado buena parte de las personalidades con las que El confidencial quiso hablar, (“Tienen su propia opinión sobre el tema, pero siendo artistas no quieren expresarla para no herir sensibilidades”, "No se meten en estas cosas porque la gente está muy dividida y puede ser sensible a sus declaraciones”), pero también lo es que estamos en un momento en que esa prudencia se ha extremado, probablemente porque estamos entrando en un escenario nuevo.

Polarización de posiciones

Como dice el escritor Xavier Bru de Sala, “las posiciones se han polarizado mucho, y ahora es evidente para todos que el intento soberanista de Cataluña es inexorable”. Y no se atisba ninguna solución, advierte, porque “los remedios tenían que haberse puesto mucho antes. El detonante de lo que está ocurriendo fue la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, que pasó por encima de la voluntad popular de los catalanes expresada en referéndum. Nadie ha querido cambiar esa dinámica desde las élites españolas. Ahora no sabemos cuál será el resultado de este impulso soberanista, pero sí que está definitivamente ahí, porque cuenta con el respaldo de la mayoría”.

En la televisión pública catalana no van a dar voz a los escritores españolistasCoincide en que no hay vuelta atrás el ensayista y economista Arcadi Oliveres. “Me gustaría que estuviésemos en un punto de no retorno. Yo soy un fiel partidario de la independencia, por la que llevo luchando muchos años. Sería una noticia agradable conseguirla, siempre y cuando se le diese un contenido. Por ejemplo, que Cataluña fuese una república y no una monarquía, que no tuviese ejército, que fuese un país solidario con su propia población y con los otros pueblos de España, que fuera cautelosa con el medio ambiente que tuviese autonomía en sus servicios financieros y que tuviese formulación de empresas cooperativas".

Otros, como el novelista Ignacio Martínez de Pisón, aragonés que lleva muchos años residiendo en Cataluña, entienden que esto es pura fábula, ya que “los nacionalistas llevan muchos años legislando fantasías. Ahora que han conseguido tanto apoyo popular, tendrán que empezar a pensar en la realidad. No en cómo sería esa Cataluña sino en cómo será. Y la respuesta es sencilla: será un país pequeño, suspicaz y patriotero. Ah, me olvidaba: también un país arruinado, digan lo que digan los estudios que el agit-prop de Convergència ha ido amañando sobre la viabilidad económica de una Cataluña independiente. El problema es que, cuando eso ocurra, nos iremos a la ruina todos los que vivimos en Cataluña, tanto los que se manifiestan por la independencia como los que no la queremos ver ni en pintura”.

En esa perspectiva ahonda la antropóloga y escritora María Teresa Giménez Barbat, miembro del Consejo Territorial de UPyD en Cataluña, señalando que esta deriva soberanista “se ha ido cultivando toda la vida, pero ahora se ha mezclado con frustración por la crisis. Tiene mucho de burbuja, gente que se une porque esto también da caché, tiene su toque glamuroso, la gente joven se apunta al carro porque les das un enemigo, es algo primario que funciona bien”. Además, se trata de una situación bien apuntalada a través de los medios de comunicación de masas, “que están todos subvencionados por los catalanistas y por eso apoyan la independencia. En la televisión pública catalana no van a dar voz a los escritores españolistas. El que no piensa como el establishment tiene nulas posibilidades de dar su opinión. Por eso hemos llegado a este punto”.

El escritor Juan Carlos Girauta insiste en las dificultades de supervivencia en el entorno cultural  "si no comulgas con las ruedas de molino del nacionalismo, de la patria oprimida y del enemigo exterior. Primero, no estás en el sistema de subvenciones y, segundo, ningún medio habla de ti. Solo si eres Eduardo Mendoza y tienes un gran mercado fuera puedes sobrevivir escribiendo libros. Para ellos la única cultura puntera es la catalana, si escribes en español nadie te hace caso. Yo llevo bien esta situación porque soy un caso aparte. En los medios necesitan un tertuliano al que azotar y por eso me llaman".

Moderados entre radicales

Lo que resulta verdaderamente difícil en esta situación, asegura Paco Camarasa, dueño de la librería barcelonesa especializada Negra y Criminal, no es tanto dar la opinión sobre el asunto como no decantarse por un lado u otro, algo que no suele gustar a nadie. “El debate se plantea en términos de blanco y de negro, de bueno y malo, de Madrid y Barcelona, y no creo que deba ser así. Lo que está ocurriendo ahora mismo en Barcelona es muy complejo. De modo que no me van a encontrar en este planteamiento de 'o estás conmigo, o estás contra mí'. Creo que cada cual ha de hallar su propia corriente”.

El divorcio duele, pero tenemos que hacerlo porque no nos entendemosTampoco suelen generar muchas simpatías las posturas moderadas, que abogan por el entendimiento entre posiciones muy dispares, ya que suelen ser vistas como en exceso contemporizadoras con las posiciones siempre excesivas de la otra parte. Pero, en todo caso, lo que parece evidente, como señala Inma Turbau, escritora y exdirectora de la madrileña Casa de América, es que "sería un error que los políticos considerasen esta manifestación como algo que ya se pasará con el tiempo, porque cuando tanta gente pide algo es un síntoma de que existe un malestar al que se debe escuchar". Para Turbau, "el enemigo de fuera siempre une mucho. El sentimiento independentista ha crecido desde hace quince años, cuando los apoyos a Esquerra Republicana eran mínimos. Creo que se unen dos cosas, que son los recortes brutales en la Comunidad y que echar balones fuera es muy rentable en términos políticos, pero no en términos sociales, ya que genera una ruptura que es difícil de curar".

Pere Pinyol, director del Circo Price, prefiere resaltar que la percepción tan extendida acerca de la manifestación del pasado martes como un acto hostil de reivindicación secesionista nada tiene que ver con una realidad mucho más amable. “La mejor definición me la dio un amigo cuando dijo que parecía que las familias habían ido a tomar horchata, como si la gente saliese de domingo a pasear, con sus mejores ropas, con los niños. Etc. No era una mani contra nadie sino a favor de algo, de un algo todavía abstracto. Es verdad que estaba encabezada por una pancarta independentista, pero cuando yo veraneo en mi pueblo las viejas me dicen que están hartas y que quieren la independencia. Ese hartazgo viene por muchas cosas, y algunas tienen que ver con lo económico, pero hay actitudes que no son solo de tipo económico”.

Para Pinyol, hemos alcanzado un punto de no retorno, pero a largo plazo, para dentro de 30 años y no para pasado mañana. “Esto es como un divorcio. Es como esas situaciones en que dos personas no acaban de entenderse y deciden que es mejor separarse. Algunos dicen que si eso rompería España o que no saben qué pasaría con los andaluces que viven en Cataluña. Esto es una tontería, porque encontraríamos soluciones para todos.No hay que temer miedo a las separaciones. El divorcio duele, pero tenemos que hacerlo porque no nos entendemos. Yo mismo me he divorciado cinco veces, sin drama ninguno, aun cuando se pase mal si hay niños por medio”.

En todo caso, asegura Pinyol, convendría que, en lo cultural, Barcelona y Madrid se sentasen juntos y produjeran muchas más cosas en común porque “nos necesitamos más de lo que pensamos”.

“Ahora mismo no tiene tiempo material para este trabajo y le ruega disculpe este hecho porque siempre intenta colaborar en este tipo de propuestas”, “Prefiere no hacer declaraciones, porque ya ha hablado muchas veces sobre este tema”, “Lo siento, está fuera de viaje”… Las múltiples disculpas con que las personalidades más relevantes de la cultura catalana han evitado pronunciarse acerca de la manifestación de la Diada son un evidente indicio de que estamos adentrándonos en nuevos tiempos políticos.