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“Mi sobrino de 11 años dice que España le está robando”
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LA TENSIÓN CATALUÑA-ESPAÑA EN EL DÍA A DÍA

“Mi sobrino de 11 años dice que España le está robando”

Bastaba ver las portadas de la prensa española e internacional de ayer para darse cuenta del impacto que ha tenido este año la manifestación independentista de

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“Mi sobrino de 11 años dice que España le está robando”

Bastaba ver las portadas de la prensa española e internacional de ayer para darse cuenta del impacto que ha tenido este año la manifestación independentista de la Diada Nacional de Cataluña. Todos los análisis se han centrado en escudriñar las demandas de los políticos catalanes, las reivindicaciones de las personas que acudieron a manifestarse, y las quejas de los partidos que no comulgan con el nacionalismo. Pero la realidad de Cataluña y los catalanes va mucho más allá. ¿Realmente está la situación tan crispada?

Carmen es una empresaria madrileña de 47 años que lleva 15 años viviendo en Barcelona. La familia de su pareja, Jordi, es de la provincia de Gerona y es profundamente independentista. Lo que ocurrió ayer no es nuevo para ella: “En el día a día todo es normal, no he tenido nunca problemas, pero cuando se habla de política la familia de Jordi me ve como una antinacionalista horrorosa. El discurso es siempre el mismo, 'Madrid nos roba', 'los andaluces son unos vagos', 'los políticos de Madrid son unos ladrones y los nuestros son honestos'... Para mí esto no es ningún cambio. Mi suegro prefiere decir que soy francesa [su madre es de Francia y, por tanto, tiene las dos nacionalidades] porque no aguanta que sea madrileña. Cuando juega España en el mundial, aunque sean del Barça, prefieren que pierda. Hacen una propaganda brutal y cuando no hay dinero sacan la bandera. Lo de ayer era totalmente previsible. Llevan muchísimo tiempo preparándolo, no tiene nada de espontáneo. La Diada está subvencionada y controlada por los partidos, la única razón por la que ha ido mucha más gente es porque CiU se ha unido este año y es un partido muy bien organizado”.

Se agarran al sentimiento de expolio sin saber lo que pasa realmenteAunque Carmen lleva viviendo mucho tiempo en un entorno nacionalista, y está acostumbrada a su discurso, de un tiempo a esta parte ha visto cómo las teorías económicas de éstos han calado en toda la población: “El sentimiento de que nos roban es general, entre los nacionalistas y los que no lo son. Yo, que soy antinacionalista y estoy en contra del dispenso de las autonomías, les pregunto cuánto les debo. Ellos piensan que les roban ‘los otros’, España, no sus políticos. Aquí el discurso racional no funciona. No se puede argumentar con un nacionalista, porque hay un punto de visceralidad que no se puede discutir. Es cierto que en Cataluña todo es más caro que en el resto de España y creo que no se está recaudando bien el dinero, pero aquí no hay medias tintas. Se agarran al sentimiento de expolio sin saber lo que pasa realmente. Llevo años intentando explicar a mi familia que los nacionalismos no son buenos, he buscado todo tipo de argumentos y al final mi sobrino de 11 años, al que han llevado a la manifestación, me dice que España le roba. No me parece bien que un niño vaya a una manifestación a gritar que Rajoy es un cabrón si no sabe bien ni quién es”.

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En algo coincide casi todo el mundo: la manifestación del martes tuvo una motivación principalmente económica. Eduardo, ingeniero industrial de 27 años, ha vivido toda su vida en Barcelona. Es la primera vez que se ha manifestado en la Diada, “en primera línea”. Reconoce que no está de acuerdo con una separación total con España, y no le gustan las fronteras. Prefiere apostar por un modelo federal. Su opinión es radicalmente distinta a la de Carmen, pero también cree que los aspectos económicos son centrales en las reivindicaciones del nacionalismo catalán: “En España se vende la imagen de que Cataluña va fatal, pero no nos han dado el dinero que nos deben. El PP se está cargando las autonomías. En mi opinión, es la primera vez que la gente aceptaría la independencia sólo por lograr una fiscalidad más justa”.

La convivencia día a día es normal, pero hay temas difíciles de tratar

Para Julio, un madrileño de 30 años que lleva dos años trabajando en Barcelona, no hay quejas respecto al trato personal con los nacionalistas. “Cataluña me ha acogido con los brazos abiertos. Nadie me ha hecho el vacío por ser español y madrileño. He tenido amigos de todas las posiciones políticas y muy buenas relaciones personales con gente nacionalista e independentista”. Eso no quita para que actos como el de ayer le incomoden pues, en su opinión, crean una pequeña ruptura social que sí afecta a la sensibilidad de mucha gente: “El martes Barcelona era un hervidero de actos nacionalistas y separatistas. Era un calvario. Que se pregunten los catalanes que viven en Madrid que pensarían si el día de la Hispanidad hubiera manifestaciones cuyo principal objetivo fuera cagarse en los catalanes y los vascos. Se sentirían muy incómodos. El problema es que hay mucha gente que realmente piensa que esto pasa en Madrid”.

Para sentirte catalán parece que tienes que comulgar con el nacionalismoEl disgusto principal de Julio, que planea seguir viviendo en Barcelona, no son las manifestaciones, ni lo incómodo que le resulta el discurso separatista, es la sensación de que no puede sentirse catalán y español a la vez: “Lo que sí me resulta discriminatorio es que mucha gente cree que el binomio catalán-español no es posible. Yo puedo vivir bien aquí, votar aquí, pagar mis impuestos y tener muchos amigos, pero soy español y nunca seré un poco catalán, para serlo tendría que comulgar con el nacionalismo”.

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En opinión de Eduardo, al margen del sentimiento nacionalista, los catalanes tienen muchos motivos para el descontento y por ello han salido en masa a la calle. Curiosamente su abuela es del mismo pueblo de Soria que el abuelo de Julio, que además es amigo suyo. Su percepción es opuesta, pero complementaria: “La manifestación del martes fue tan salvaje respecto a otros años porque fue mucha gente que no es independista pero quería expresar su hartazgo. El descontento va más allá del tema del pacto fiscal y de que damos más de lo que recibimos. Nos sentimos odiados por el resto de España. Es un sentimiento de maltrato. Vemos imágenes en las cadenas estatales donde se ve un odio a lo catalán que aquí nunca ha existido hacia el resto de España. Nuestra impresión es que no se nos escucha ni se nos comprende”.

“Muchos madrileños piensan que el bilingüismo sólo está para joder”

La gente pasa más de la política de lo que parece desde fueraGuillem, catalán “de toda la vida” pero, desde hace cinco años, vecino de Madrid, reconoce que en el entorno nacionalista hay una imagen distorsionada de lo que piensan realmente los madrileños: “La gente pasa más de la política de lo que parece desde fuera. No toda la gente ve el mundo como Intereconomía. Cuando les decía a mis amigos nacionalistas que me mudaba a Madrid alucinaban”. Guillem no ha tenido ningún problema en el trato con los madrileños, pero afirma que el nacionalismo español es igual de ignorante que el catalán: “Yo no acostumbro a hablar de política pero he visto una incomprensión importante en el tema de la lengua. Mucha gente ve el catalán como algo gratuito. No se entiende que se reivindique su uso, pues creen que lo importante es comunicarse y para eso es mejor el español. Me da la sensación de que muchos madrileños piensan que el bilingüismo sólo está para joder. Se ve como un capricho, y no lo es”.

¿Es la confrontación España-Cataluña una creación mediática y política más que una realidad social? Es la duda que le surge a Anna, que lleva cinco meses viviendo en Madrid y trabaja traduciendo textos jurídicos del catalán al castellano. En su juventud participó en actos independentistas y sigue defendiendo que “la ciudadanía tiene el derecho a decidir”, pero si el martes hubiera estado en Barcelona no habría participado en la manifestación: “Los nacionalismos cada vez me gustan menos. Creo que se debe respetar la identidad y debe haber libertad para expresar la idiosincrasia, pero los nacionalismos sólo crean prejuicios. En mi opinión, lo que existe realmente es una confrontación entre la prensa y los políticos que arraiga entre la población, que se deja llevar. Recuerdo que durante el debate del Estatut leía la prensa española y me ponía negra. Viví todo esto desde el catalanismo. Cuando ves que nadie te entiende te molesta. Ahora me doy cuenta de que hay un problema de comunicación. Parece que no llega la misma información a un lado y a otro”.

Bastaba ver las portadas de la prensa española e internacional de ayer para darse cuenta del impacto que ha tenido este año la manifestación independentista de la Diada Nacional de Cataluña. Todos los análisis se han centrado en escudriñar las demandas de los políticos catalanes, las reivindicaciones de las personas que acudieron a manifestarse, y las quejas de los partidos que no comulgan con el nacionalismo. Pero la realidad de Cataluña y los catalanes va mucho más allá. ¿Realmente está la situación tan crispada?