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Guerra de estudios: ¿los hijos de los homosexuales son felices o no?
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GRAN POLÉMICA EN ESTADOS UNIDOS

Guerra de estudios: ¿los hijos de los homosexuales son felices o no?

El pasado junio el sociólogo de la Universidad de Texas Mark Regnerus publicó un estudio en el que afirmaba que, en resumidas cuentas, los hijos criados por homosexuales tenían

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Guerra de estudios: ¿los hijos de los homosexuales son felices o no?

El pasado junio el sociólogo de la Universidad de Texas Mark Regnerus publicó un estudio en el que afirmaba que, en resumidas cuentas, los hijos criados por homosexuales tenían más problemas de adultos que aquellos criados por parejas heterosexuales. Aunque el estudio tuvo una gran repercusión, y dio pie a un artículo al respecto muy polémico elaborado por el propio Regnerus en el magazine Slate, la investigación resultó ser un tremendo fiasco. Contenía un error de bulto. Tal como explica Ilana Yurkiewicz en Scientific American, lo que realmente comparaba el estudio de Regnerus “son hogares estables e inestables, independientemente de la orientación sexual de los padres”. 

El estudio fue intensamente criticado por las asociaciones estadounidenses que defienden los derechos de los homosexuales, pero recibió una gran acogida entre los sectores conservadores, que por fin veían respaldadas sus teorías por un estudio científico. La guerra política desatada entonces continúa hoy y refleja muy bien hasta qué punto en Estados Unidos, donde la discriminación de los homosexuales sigue siendo una realidad en numerosas instituciones (del Ejército a los Boy Scouts de América), el debate sobre los nuevos modelos familiares está lleno de contradicciones. 

La polémica más reciente ha tenido como protagonista a Ann Romney, la esposa del candidato republicano a las elecciones presidenciales Mitt Romney, ama de casa de 63 años, con cinco hijos, y ferviente defensora de la familia tradicional. En una entrevista con el magazine Entertainment Tonight declaró sin tapujos que su serie favorita de televisión era Modern Family, el superéxito de la cadena ABC, que versa, precisamente, sobre los nuevos modelos familiares estadounidenses, entre los que se encuentra una pareja gay con una niña adoptada. Uno de los dos creadores de la serie, Steve Levitan, ofreció a Romney, a través de Twitter, “un papel en la serie oficiando la boda de Mitch y Cam [la pareja de gais], tan pronto como sea legal”.

Modern Family es el tercer programa de TV que más ven los votantes republicanosLa esposa del candidato republicano no es la única conservadora que admira las historias de Modern Family –donde, pese a la propensión por la moraleja fácil, se defiende a capa y espada que cualquier modelo de familia es igual de válido que el resto–. De hecho, según una encuesta de Experian Simmons de hace dos años, Modern Family era el tercer programa de TV que más veían los votantes republicanos. La pregunta es evidente: ¿por qué se aceptan estos modelos de paternidad en la ficción, pero no en la realidad?

Para la influyente feminista Jessica Valenti, “la creencia retrograda de que a los niños les va mejor en parejas heterosexuales tiene más que ver con los roles de género que con la sexualidad”, lo que, en su opinión, explicaría ese apego conservador a la familia tradicional. Es la principal tesis de su último libro, Por qué tenemos hijos: una madre primeriza explora la verdad sobre paternidad y felicidad (New Harvest), que salió ayer a la venta en Estados Unidos y promete sumarse con fuerza a la polémica. La escritora, una de las más activas feministas de los últimos tiempos y, según The Guardianuna de las 100 mujeres más influyentes del mundoexplora en su nuevo trabajo cómo está cambiando el concepto de paternidad y cómo la sociedad está reaccionando a esos cambios.

Los hijos de homosexuales son “estadísticamente indistinguibles”

Lo cierto es que, tal como apunta Valenti en su libro, son numerosos los estudios científicos que muestran que los hijos de padres del mismo sexo “se adaptan y son tan felices como aquellos criados por padres heterosexuales”. Uno de las investigaciones más completas que se ha realizado hasta la fecha al respecto, publicada en 2010 en el Journal of Marriage and Family, llegó a la conclusión, tras analizar durante cinco años 81 estudios sobre paternidad, que los hijos criados por padres del mismo sexo son “estadísticamente indistinguibles” de aquellos criados por padres heterosexuales, en términos de autoestima, desempeño académico y adaptación social.

Valenti asegura que lo mejor para los niños es tener madres lesbianasValenti va más allá y asegura que lo mejor para los niños es tener madres lesbianas. Según los resultados del mayor estudio de largo alcance realizado sobre familias lesbianas, el National Longitudinal Lesbian Family Study, el 0% de los hijos de lesbianas han sufrido algún tipo de abuso físico o sexual. Ni uno sólo, en comparación con el 26% del total de niños estadounidenses que han sufrido algún tipo de abuso físico y el 8,3% que han sufrido abusos sexuales, según datos de la autora. El estudio, cuenta la escritora, causó un gran revuelo en Estados Unidos “donde, de forma poco sorprendente, los grupos conservadores trataron de marginarlo, buscando razones por las que fuera incorrecto”.

La familia cambia, se quiera o no

Más allá de la polémica, que se puede interpretar de una u otra manera, lo cierto es que el modelo de familia está cambiando a marchas forzadas y a mayor velocidad que la mentalidad. Tal como apunta Valenti, al fin y al cabo, “en el corazón de la familia tradicional siempre ha existido la creencia de que los niños necesitan una madre y un padre, y que esos roles dentro de la unidad familiar son distintos y están, en gran medida, determinados por los roles de género. La madre es la cuidadora y el padre sostiene económicamente a la familia e imparte disciplina”. Esto es lo que hace pensar a una gran parte de la gente que las parejas homosexuales no pueden criar correctamente a un hijo, pero es algo casi subconsciente pues, en realidad, estos roles tradicionales de género ya no son defendidos por casi nadie, y la igualdad hombre-mujer sí es comúnmente aceptada.

No se aceptan los roles tradicionales en cuestiones de pareja, pero se siguen valorando como indispensables en cuestión de paternidadLa paradoja se presenta de nuevo al observar las encuestas sobre igualdad entre los estadounidenses. Tal como apunta Valenti, pese a que los matrimonios igualitarios, donde se reparte la carga de trabajo doméstico y se rompe con los roles tradicionales son, estadísticamente, más felices y mejor vistos por el conjunto de la sociedad, no ocurre así en lo que respecta a la paternidad. Según una encuesta del magazine Time, más del 75% de los americanos piensan que es mejor tener hijos cuando se está casado. En definitiva, no se aceptan los roles tradicionales en cuestiones de pareja, pero se siguen valorando como indispensables en cuestión de paternidad.

La autora del libro insiste en que la polémica sobre homosexualidad y paternidad en Estados Unidos olvida siempre lo más importante, la felicidad de los hijos, y se centra en cuestiones políticas o religiosas basadas en evidencias nada científicas. Su conclusión es contundente: “Lo que está claro es que tener un padre y una madre no es tan importante para los niños, lo importante es que sus padres les quieran. Y hay un argumento más; si la paternidad meditada e intencional es un indicador de la felicidad familiar, entonces tener padres homosexuales, que no pueden tener un hijo de forma accidental, puede ser, de hecho, uno de los mejores escenarios para un niño”. 

El pasado junio el sociólogo de la Universidad de Texas Mark Regnerus publicó un estudio en el que afirmaba que, en resumidas cuentas, los hijos criados por homosexuales tenían más problemas de adultos que aquellos criados por parejas heterosexuales. Aunque el estudio tuvo una gran repercusión, y dio pie a un artículo al respecto muy polémico elaborado por el propio Regnerus en el magazine Slate, la investigación resultó ser un tremendo fiasco. Contenía un error de bulto. Tal como explica Ilana Yurkiewicz en Scientific American, lo que realmente comparaba el estudio de Regnerus “son hogares estables e inestables, independientemente de la orientación sexual de los padres”.