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“Nada de hacer el amor hasta que echemos al presidente”
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EL AUGE DE LAS HUELGAS SEXUALES

“Nada de hacer el amor hasta que echemos al presidente”

Cuando el pasado domingo un grupo de activistas de Togo pidió a sus compatriotas que mantuviesen abstinencia sexual durante una semana con el objetivo de forzar

Foto: “Nada de hacer el amor hasta que echemos al presidente”
“Nada de hacer el amor hasta que echemos al presidente”

Cuando el pasado domingo un grupo de activistas de Togo pidió a sus compatriotas que mantuviesen abstinencia sexual durante una semana con el objetivo de forzar la dimisión de su presidente, Faure Gnassingbé, muchos se tomaron la medida a risa. Pero la historia nos demuestra que este tipo de huelgas sexuales son mucho más útiles de lo que podría parecer en un primer momento, tal y como señaló Isabelle Amengavi, la líder de la rama femenina de la National Alliance for Change, a la CNN. Una decisión no exenta de polémica dentro de los grupos críticos con el presidente actual, ya que algunas periodistas togolesas como Ekoue Blame han recordado que “es muy fácil decir eso cuando no estás casada, pero ¿piensa que las mujeres que viven con sus maridos serán capaces de llevarlo a cabo? Y además, ¿quién controla lo que ocurre en los dormitorios?”. Amengavi, por su parte, ha planteado que la huelga sexual es la herramienta más accesible para las mujeres que no están acostumbradas a participar en la vida política de su país.

“Tenemos muchos medios para obligar a los hombres a entender lo que las mujeres de Togo necesitamos”, afirmaba Amengavi, y precisamente en ese punto radica la clave: la mayor parte de este tipo de actuaciones son llevadas a cabo por mujeres de países subdesarrollados que apenas disfrutan de independencia económica o social y donde, por lo tanto, la abstinencia puede marcar la diferencia. La principal inspiración para Amengavi y sus compañeras es precisamente la huelga que se llevó a cabo en 2003 en Liberia y que concluyó con el fin de la segunda guerra civil nigeriana. Como afirmó la líder del movimiento en su libro de memorias Mighty Be Our Powers. How Sisterhood, Prayer and Sex Changed a Nation at War (Beast Books), quizá la huelga en sí no sirviera para nada, pero al menos consiguió que los medios de comunicación se centrasen en su campaña. Leymah Gbowee, que así se llamaba la ideóloga, consiguió el Premio Nobel de la Paz el pasado 2011 y asegura que si la huelga no se hubiese acompañado por un gran número de manifestaciones y sentadas masivas, nunca habría conseguido acabar con la guerra ni Ellen Johnson Sirleaf habría sido elegida la primera presidenta del país.

Es muy fácil decir eso si estás soltera, pero ¿serán las mujeres casadas capaces de llevarlo a cabo? En ese sentido, no hay duda de que Amengavi ha conseguido que la atención internacional se centre en su causa. Pocos sabían hasta el pasado lunes que la familia Gnassingbe lleva en el poder desde hace cuarenta años, y que la situación no tiene visos de cambiar en las elecciones que tendrán lugar el próximo otoño, ya que revalidarán una vez más la presidencia del hijo del que fuera presidente del país durante treinta y ocho años, Gnassingbé Eyadéma.

La inacción de Lisístrata

Pero la utilidad real de este tipo de huelgas es muy limitada, en cuanto que no es la ausencia de sexo en sí lo que soluciona el conflicto, sino la toma de conciencia de los hombres de la manera en que sus conflictos afectan a sus compañeras sentimentales. En ese sentido, un grupo de novias de traficantes colombianos de la localidad de Pereira intentaron poner fin a las peleas de bandas, señalando a sus parejas que no se dejarían tocar hasta que estas terminasen, en lo que se llamó “La huelga de las piernas cruzadas”. Desde entonces, el número de crímenes en la localidad ha caído un 26,5%. Además, el pasado 2011, un grupo de mujeres filipinas de la zona rural de Mindanao llevaron a cabo una huelga sexual de varias semanas de duración con el objetivo de parar las luchas entre dos aldeas vecinas, algo que consiguieron después de cuatro días. La pregunta (irresoluble) es si fue la abstinencia en sí lo que provocó el fin del conflicto o la enorme atención mediática que recibió esta confrontación activa desde finales de los años setenta, algo que también ocurrió en Kenia, cuando una huelga de este tipo ocasionó que se formase gobierno en menos de una semana.

El tema de las huelgas sexuales también ha sido terreno abonado para el cine. El pasado año se estrenaba La fuente de las mujeres, realizada por el director rumano Radu Mihaileanu, cuyo principal tema era precisamente la huelga que un grupo de mujeres de un pueblo de Oriente Medio llevaba a cabo con el objetivo de obligar a los hombres a participar en las tareas comunes, entre ellas, acudir a recoger el agua en la fuente que se cita en el título de la película. Este tipo de huelgas reciben también el nombre de “huelga a lo Lisístrata”, ya que según nos cuenta la comedia de Aristófanes, Lisístrata fue la mujer que consiguió poner fin a la guerra del Peloponeso a través de una huelga de este tipo, que provocó que los atenienses y laconios tuvieran que llegar a un acuerdo.  ¿Será Amengavi capaz de hacer algo parecido?

Cuando el pasado domingo un grupo de activistas de Togo pidió a sus compatriotas que mantuviesen abstinencia sexual durante una semana con el objetivo de forzar la dimisión de su presidente, Faure Gnassingbé, muchos se tomaron la medida a risa. Pero la historia nos demuestra que este tipo de huelgas sexuales son mucho más útiles de lo que podría parecer en un primer momento, tal y como señaló Isabelle Amengavi, la líder de la rama femenina de la National Alliance for Change, a la CNN. Una decisión no exenta de polémica dentro de los grupos críticos con el presidente actual, ya que algunas periodistas togolesas como Ekoue Blame han recordado que “es muy fácil decir eso cuando no estás casada, pero ¿piensa que las mujeres que viven con sus maridos serán capaces de llevarlo a cabo? Y además, ¿quién controla lo que ocurre en los dormitorios?”. Amengavi, por su parte, ha planteado que la huelga sexual es la herramienta más accesible para las mujeres que no están acostumbradas a participar en la vida política de su país.