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El Robinson Crusoe australiano, obligado a marcharse de Restoration Island
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PERDIÓ 8 MILLONES DE EUROS

El Robinson Crusoe australiano, obligado a marcharse de Restoration Island

David Glasheen, un hombre de negocios australiano, llevaba una vida de lujo a mediados de los ochenta, hasta que perdió 8,3 millones de euros

Foto: El Robinson Crusoe australiano, obligado a marcharse de su isla
El Robinson Crusoe australiano, obligado a marcharse de su isla

David Glasheen, un hombre de negocios australiano, llevaba una vida de lujo a mediados de los ochenta, hasta que perdió 8,3 millones de euros en el crack bursátil de 1987. El cambio radical que sufrió su vida y la posterior ruptura de su matrimonio le llevaron a tomar una decisión drástica, dando la espalda al mundo civilizado y yéndose a vivir (en 1993) a Restoration Island, una pequeña isla desierta en el noroeste de Australia, donde todavía reside acompañado de su perro Quasi.

David se estableció en la isla junto a su novia de entonces, quien pronto abandonó la aventura al no soportar las incomodidades de una vida entre la maleza. El Robinson Crusoe australiano, como es conocido, se habituó pronto a moverse en la naturaleza desnuda (“te acostumbras rápido, y si no, te mueres”, declaró al diario británico The Telegraph) y aprendió de forma intuitiva a ser autosuficiente. Construyó una casa, plantó vegetales y hoy fabrica incluso su propia cerveza.

Cuenta con acceso a Internet, que alimenta con energía solar, gracias al cual puede practicar otra de sus aficiones, el trading.

Una forma de vida muy alejada del mundo de lujos y comodidades del que provenía y que le ha enseñado, afirma, el verdadero valor de la vida. “He aprendido mucho en estos años, especialmente a tener en cuenta sólo aquellas cualidades que de verdad merecen la pena, como la honestidad, el respeto y la confianza. Las cosas sencillas…”.

Una vida solitaria

Aunque no todo el día de David se reduce a pescar o cultivar la tierra. También cuenta con acceso a Internet (que alimenta con energía solar), gracias al cual puede practicar otra de sus aficiones, el trading, y buscar algún “complemento” para una vida tan aislada. “Me siento solo aquí . Me gustaría que apareciera alguna sirena en la playa”. Pero mientras eso ocurre, ha intentado buscar novia a través de páginas online, aunque no ha tenido demasiada suerte. Le llegaron un buen montón de proposiciones, pero ninguna de ellas fructificó.

Parece, no obstante, que la etapa de David Glasheen como Robinson Crusoe acabará antes de que pueda encontrar a su Viernes femenino. Un juzgado australiano ha dictado una sentencia según la cual deberá abandonar la isla ya que ha incumplido el contrato que le permitía ocuparla. Glasheen, junto con un socio, consiguió un arrendamiento por 43 años, que se inició en 1996, a cambio de poner en marcha un resort. El tribunal entendió que David Glasheen no era más que una especie de okupa.

Los propietarios, ante la inacción de los arrendatarios, iniciaron un procedimiento judicial para recuperar la posesión de la isla, que ha finalizado con una resolución en primera instancia favorable a sus intereses. Glasheen, quien tiene intención de recurrir la sentencia (si encuentra abogado que le ayude) afirmó que el juicio había sido “horrible”, y que a pesar de la obligación de abandonar la isla pensaba quedarse en ella. “Estoy harto de los jueces”. Según el Robinson Crusoe australiano, contaba con varias propuestas de inversores dispuestos a poner en marcha proyectos en la isla, algo que puso de manifiesto en el juicio. Sin embargo, los tribunales entendieron que su permanencia en la isla ya no era legal, que no era más que una especie de okupa y que por tanto carecía de cualquier derecho a iniciar proyecto alguno. “Los demandados –afirmaba la sentencia– han privado durante varios años a los propietarios de sus legítimos derechos y deben abandonarla”.

Mientras el asunto se resuelve en uno u otro sentido, Glasheen continúa con su perro, esperando que llegue su sirena, en su choza de Restoration Island. “No sé qué hare a partir de ahora. No tiene sentido hacer planes. Mañana puedes estar muerto”.

David Glasheen, un hombre de negocios australiano, llevaba una vida de lujo a mediados de los ochenta, hasta que perdió 8,3 millones de euros en el crack bursátil de 1987. El cambio radical que sufrió su vida y la posterior ruptura de su matrimonio le llevaron a tomar una decisión drástica, dando la espalda al mundo civilizado y yéndose a vivir (en 1993) a Restoration Island, una pequeña isla desierta en el noroeste de Australia, donde todavía reside acompañado de su perro Quasi.

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