Es noticia
“Nuestros genes nos pueden explicar todo lo que nos pasa”
  1. Alma, Corazón, Vida
SE PUBLICA ‘THE VIOLINIST’S THUMB’ DE SAM KEAN

“Nuestros genes nos pueden explicar todo lo que nos pasa”

Si entendemos nuestro ADN, podremos entender casi todo lo que nos ocurre. Esta es la tesis principal que el joven científico Sam Kean ha desarrollado en

Foto: “Nuestros genes nos pueden explicar todo lo que nos pasa”
“Nuestros genes nos pueden explicar todo lo que nos pasa”

Si entendemos nuestro ADN, podremos entender casi todo lo que nos ocurre. Esta es la tesis principal que el joven científico Sam Kean ha desarrollado en su nuevo libro, The Violinist’s Thumb and Other Lost Tales of Love, War and Genius, as Written by Our Genetic Code (Little, Brown and Company). Colaborador de The New York Times o The New Scientist, el nuevo trabajo de Kean es una recopilación de historias que cuentan, de manera amena y ligera, la influencia y el desarrollo de la genética a lo largo de la historia. Al igual que en su obra precedente, The Disappearing Spoon (Back Bay Books), Kean es capaz de compaginar lo científico con lo histórico, lo divulgativo, lo mitológico y lo económico, con una erudición sorprendente, ya que el escritor no tiene más que 33 años.

¿Es posible sobrevivir a dos ataques nucleares? Tsotumo Yamaguchi lo hizoComo escribe en el prólogo, Kean se propone trazar una historia alternativa de la humanidad, ya no a través de sus acciones, sino a través de su ADN. Y, aunque de entrada pueda parecer un punto de partida pretencioso, en realidad Kean lo lleva a cabo con un agudo sentido del humor, que parte de la premisa de que si sus lectores entienden lo que leen, es más probable que se muestren dispuestos a profundizar en el tema. Además, Kean intenta eludir el problema del “aterrorizante” determinismo biológico al poner de relieve que el hombre es mucho más que una suma de genes.

Cómo sobrevivir a una bomba nuclear

Ese thumb ("pulgar") que aparece en el título del libro se refiere, en concreto, al del célebre virtuoso del violín Niccolò Paganini, que según Kean, se encontraba genéticamente predispuesto a manejar mejor que cualquier otra persona dicho instrumento debido a “sus manos flexibles”, pero lo que también provocó en última instancia su retiro prematuro de la música y su perpetuamente malo estado de salud, que acabarían con su vida a los cincuenta años. La capacidad de Paganini para “juntar su pulgar con el meñique detrás de la mano” se debía a un trastorno genético llamado de Ehlers-Danlos. Kean utiliza este ejemplo para recordarnos que nuestra programación genética puede ser al mismo tiempo una ventaja frente a los demás y una maldición.

Kean se introduce en la cotidianeidad de los científicos para trazar una historia paralela de la ciencia genética. Por ejemplo, recuerda que el biólogo alemán Hans Spemann, que acuñó el término “inducción embriológica”, descubrió que cada célula contenía todo el código genético necesario para conformar una forma de vida completa a partir de un pelo de su hija recién nacida. Por qué se salió de la ortodoxia científica y empleó dicho elemento familiar para su análisis, nadie lo sabe, pero da buena cuenta de que quizá los científicos sean más supersticiosos de lo que se piensa.

Otra historia interesante que se recoge en el libro es la que tiene por protagonista a Tsutomu Yamaguchi, un diseñador japonés que trabajaba para Mitsubishi que no podía imaginar el 5 de agosto de 1945 que estaba a punto de ser víctima de dos ataques nucleares consecutivos. Cuando la primera bomba cayó sobre Hiroshima, “Yamaguchi se arrojó al suelo y se tapó los oídos” y consiguió sobrevivir al ataque. Cuando se levantó, vio que la ciudad se encontraba vacía, y acudió a Mitsubishi a ver si encontraba algún otro superviviente en la ciudad. Cuando llegó a su trabajo, se encontró no sólo con que no había nadie, sino que ni siquiera el edificio se mantenía en pie. Poco después, se marchó a Nagasaki a contar lo que le había ocurrido a su superior… cuando cayó la segunda bomba. ¿Es posible sobrevivir a dos ataques nucleares?

La retrodiagnosis se ha puesto de moda en los últimos añosKean señala que Yamaguchi tuvo la suerte (genética) de haber salido con vida del ataque, aunque su ADN “fuese gravemente dañado”. Pero ni siquiera sus hijos sufrieron ninguna consecuencia: Yamaguchi murió el pasado 2010, a los noventa y tres años de edad. Kean considera que “después de millones de años de exposición a los rayos cósmicos y la radiación solar, algunas moléculas se han especializado en regenerarse a sí mismas”, otra muestra de lo inesperado de determinadas mutaciones genéticas.

El ADN de los famosos

El célebre moreno que caracterizaba al presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy no era producto de una estancia prolongada en la playa, sino del ADN del malogrado presidente, afirma Kean. También la brillantez de Albert Einstein puede ser explicada desde un punto de vista genético. El autor, que mantiene una columna diaria en Slate desde el pasado mes de julio, se ha preguntado si es posible sacar a la luz los trapos sucios (genéticos) de las grandes figuras del pasado. En una de sus últimas columnas, Kean rememora el experimento que llevó a un grupo de científicos en 1991 a intentar averiguar si el presidente Abraham Lincoln sufría el síndrome de Marfan, que se traduce en un aumento inusual de la longitud de los miembros, y que finalmente no pudo ser concluido. Aunque Kean afirma ser un “admirador de las retrodiagnosis”, es decir, la aplicación de los conocimientos actuales sobre medicina a figuras del pasado, recuerda que en la mayor parte de casos no se trata más que de modas que “dicen más de nuestro presente que del pasado”.

Lo que sí tiene poca discusión es que en uno de cada doscientos hombres que están vivos hoy en día aparece el famoso cromosoma Y de Gengis Khan, lo que indicaría que alrededor del 8% de la población mundial son descendientes del terrible conquistador, una de las dinastías que, debido a su organización social, garantizaron su permanencia con más éxito. Gengis Khan es una figura histórica que quizá habría hecho buena pareja con la Eva Mitocondrial, otro de los personajes que protagonizan el libro, una mujer africana que según diversas investigaciones habría sido el ancestro común del que descendería toda la población actual, a través de la transmisión de su ADN mitocondrial. El trabajo de Kean recoge una gran cantidad de anécdotas que le pueden convertir en los próximos meses en uno de los divulgadores científicos más célebres del planeta, ya que es capaz de conjugar lo riguroso con lo ameno, quizá uno de los grandes problemas con este tipo de ensayos.

Si entendemos nuestro ADN, podremos entender casi todo lo que nos ocurre. Esta es la tesis principal que el joven científico Sam Kean ha desarrollado en su nuevo libro, The Violinist’s Thumb and Other Lost Tales of Love, War and Genius, as Written by Our Genetic Code (Little, Brown and Company). Colaborador de The New York Times o The New Scientist, el nuevo trabajo de Kean es una recopilación de historias que cuentan, de manera amena y ligera, la influencia y el desarrollo de la genética a lo largo de la historia. Al igual que en su obra precedente, The Disappearing Spoon (Back Bay Books), Kean es capaz de compaginar lo científico con lo histórico, lo divulgativo, lo mitológico y lo económico, con una erudición sorprendente, ya que el escritor no tiene más que 33 años.