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5 razones para desmontar a Christopher Nolan
  1. Alma, Corazón, Vida

5 razones para desmontar a Christopher Nolan

Cada verano, en medio del letargo al que nos tienen acostumbrados la mayoría de las distribuidoras, hay una película que se reserva la capacidad de llenar

Cada verano, en medio del letargo al que nos tienen acostumbrados la mayoría de las distribuidoras, hay una película que se reserva la capacidad de llenar las salas de cine. Este fin de semana se ha estrenado la última entrega de la nueva trilogía de Batman, y como en las dos anteriores, Christopher Nolan es el encargado de adaptar al cine las aventuras del héroe de cómic. Ante la gran expectación que vivimos por el regreso de Batman: La Leyenda Renace, hemos preparado cinco razones con las que desmontar el mito de Nolan.

1. Es un cine con demasiadas pretensiones

Con todas y cada una de las películas del realizador británico, a excepción de la interesante El Truco Final (El Prestigio), sucede que tras una premisa bastante atractiva (un hombre que no tiene memoria se adentra en las posibilidades de utilizar su propio cuerpo como bloc de notas en Memento; el subconsciente como thriller en Origen; o el retrato más existencialista del superhéroe en la saga Batman) encontramos un cine plano, plagado de pretensiones y expectativas que rara vez llegan a resolverse y que confunden al espectador en un maremágnum de ideas confusas que se pierden en su propia trama.

2. Le gustan las trampas

En esa facilidad para desorientarse entre sus propias historias, encontramos que Christopher Nolan construye filmes en los que juega descaradamente con el espectador. Sin ir más lejos, su última obra Origen, es un ejemplo de todo aquello que hay que hacer para enfadar a tu público. Un buen guión, y Nolan debería saberlo ya que él mismo es el escritor de casi todas sus películas, mide su calidad, entre otras cosas, porque es coherente consigo mismo y consigue crear un narración -o diégesis- completa y autónoma; pero en Origen –como también ocurre en gran parte de Memento-, el director británico está empeñado en gastar tres cuartas partes del metraje indicando que algo es imposible y que nunca se dará en la película para que, dado el momento, consiga sacarse un as de la manga y romper todo lo que había asegurado. Siempre hay una trampa en su cine que hace que, cuando el espectador es consciente de ella, se sienta defraudado.

3. Personajes planos

A primera vista, ese existencialismo posmoderno en el que enmarca toda su carrera, parece dar mayor complejidad a sus personajes de la que realmente poseen. Sin embargo, cuando intentamos profundizar en segundas y terceras lecturas de los mismos, rara vez aguantan y es difícil encontrarlas. Siempre se muestran como seres anodinos, serios e inmutables. Es más, debido a esa necesidad por defender aquello que él mismo ha incumplido en su narración, utiliza reiteradamente a sus personajes como instrumento de justificación de aquello que ya estamos viendo. Pero si el espectador es consciente de ello ¿para qué seguir insistiendo? Pese a todo, siempre tiene la gran suerte de contar con un reparto de actores envidiable, actores que bajo otro guión y otra batuta dan más de sí.

4. Trampantojo visual

Si sumamos cada uno de los puntos de los que venimos hablando, podríamos afirmar que Christopher Nolan tiene el don de hacer creer al espectador que está ante una obra de mayor profundidad de la que realmente tiene. En gran parte esto se debe a que nos distrae con un alarde de efectos visuales que, en el fondo, transmiten bien poco. Hablamos de la ruptura de perspectivas y dimensiones de la consciencia en esos planos infográficos de Origen, la incapacidad por crear escenas de acción si no es con unos movimientos de cámara que no consiguen otra cosa que marear al espectador y hacer imperceptible la acción, o la ausencia de dramatismo en escenas que lo requieren y que debe suplirse por una música evidente y grandilocuente.

5. ¿Batman?

Parecía que desde el inicio de la nueva saga de Batman el sello Nolan iba a imprimir cierta calidad, o eso al menos es lo que nos intentaron hacer creer. Quizás, de su filmografía reciente, esta trilogía sea lo más reseñable junto al Truco Final. No obstante, si nos detenemos y reflexionamos unos minutos, llegaremos a la conclusión de que Batman ha dejado de ser él mismo para convertirse en una especie de James Bond. Las dos primeras, cumplen de principio a fin todos y cada uno de los errores de la firma Nolan. Sus personajes aparentan ser más de lo que son -incluso el mismísimo Joker no resiste el análisis si nos adentramos más allá de esa primera barrera-, la narración es intrincada y se pierde en escenas de acción caóticas que empeoran gracias a las composiciones musicales de Hans Zimmer. Este Batman que se pregunta a sí mismo el porqué de su sufrimiento y se cuestiona una y otra vez el valor de su existencia, lo hace en la superficie, y se pierde en ese desierto de aires tierra y azules en los que Nolan ha convertido Gotham.

Cada verano, en medio del letargo al que nos tienen acostumbrados la mayoría de las distribuidoras, hay una película que se reserva la capacidad de llenar las salas de cine. Este fin de semana se ha estrenado la última entrega de la nueva trilogía de Batman, y como en las dos anteriores, Christopher Nolan es el encargado de adaptar al cine las aventuras del héroe de cómic. Ante la gran expectación que vivimos por el regreso de Batman: La Leyenda Renace, hemos preparado cinco razones con las que desmontar el mito de Nolan.