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Los patrones conservadores aumentan la posibilidad de violencia de género
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LAS INMIGRANTES SON LAS VÍCTIMAS MÁS FRECUENTES

Los patrones conservadores aumentan la posibilidad de violencia de género

La violencia contra las mujeres es un fenómeno que se ha convertido en uno de los problemas sociales más importantes por su alta frecuencia y la

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Los patrones conservadores aumentan la posibilidad de violencia de género

La violencia contra las mujeres es un fenómeno que se ha convertido en uno de los problemas sociales más importantes por su alta frecuencia y la gravedad de sus consecuencias. Se trata de una de las formas de violencia más extendidas en el mundo y está considerada como un problema de salud pública por la Organización Mundial de la Salud desde 1996. El endurecimiento legislativo para proteger a las víctimas se ha reflejado en los juzgados creados ad hoc para combatir este fenómeno, donde rápidamente se han multiplicado los casos. Para mejorar la evaluación pericial psicológica del riesgo delictivo y reincidente, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid ha editado una guía de buenas prácticas, codirigida por la psicóloga forense Rocío Gómez, donde se recogen los factores de riesgo de violencia contra la mujer en las relaciones de pareja (VCMP).

Las conductas de acecho a la pareja tras la ruptura de la relación se encuentran entre los factores de máximo riesgo. La violencia posruptura se produce “como forma de intimidar a la expareja y someterla de nuevo a la relación”. La aparición de estos comportamientos también se incrementará en el caso de que la pareja termine con las esperanzas de reconciliación al establecer una nueva relación sentimental, pues puede generar un sentimiento de abandono y traición en el agresor. El riesgo de violencia de género se incrementa durante el propio proceso judicial

La propia vivencia de las consecuencias legales de la ruptura para la persona imputada es otro de los focos de riesgo. Por ello, se recomienda explorar el juicio personal del agresor sobre su paso por el sistema judicial: su sensación de perjuicio, de las consecuencias para su proyecto vital o la percepción de que se ha instrumentalizado el juicio por parte de la denunciante para obtener una ganancia secundaria.

Identificación de nuevos factores de riesgo

Los patrones culturales e ideológicos conservadores son otros de los factores más relacionados con la posibilidad de violencia porque constituyen diferentes expectativas de comportamiento de uno y otro sexo que acaban generando situaciones de dominación o sumisión. Si el varón siente amenazada su superioridad o estatus dominante sentará las bases para la frustración que degenerará en conductas violentas.

La vulnerabilidad de la propia víctima –dependencia económica del agresor, embarazo, falta de apoyo social, situación de inmigración y pertenencia a minorías étnicas–, es otro factor de riesgo, según se desprende del estudio. La falta de apoyo en el entorno dificulta la decisión de llevar a cabo cualquier conducta de alejamiento de la situación de violencia, al igual que ser inmigrante. De hecho, las mujeres inmigrantes están sobrerrepresentadas dentro de las agresiones físicas severas –homicidios–, pues tienen de 3,5 a 6 veces más probabilidades de morir a manos de sus parejas que las mujeres españolas, según se matiza en la guía.Las mujeres inmigrantes tienen de 3,5 a 6 veces más de probabilidades de morir a manos de sus parejas

En total se han identificado 55 de estos elementos, con la particularidad de que aportan una perspectiva multimetodológica, basada en la interacción de diferentes factores, huyendo así de la tradicional evaluación individualizada. “Las entrevistas con las personas del entorno de la pareja relevantes para ambas partes, las vivencias de víctima y agresor, la biografía personal de cada uno y las pruebas psicopatológicas y de personalidad son fundamentales para dar una respuesta adecuada a cada caso”, explica la psicóloga forense.

Un trabajo único en el ámbito internacional

El objetivo de este trabajo, del que no existe ninguna equivalente en el panorama internacional, es facilitar a los agentes implicados en la materia un protocolo para evaluar el grado de peligrosidad de los comportamientos violentos, puesto que los disponibles hasta la fecha han pecado siempre de ser “muy superficiales y poco rigurosos”, según critica Gómez. “En noviembre del pasado año se presentó un protocolo de carácter urgente, pero nos pareció que banalizaba la complejidad de estas evaluaciones porque sólo era un listado de chequeo dirigido a un amplio número de  profesionales, desde policías, funcionarios de prisiones, médicos o abogados. Fue entonces cuando decimos elaborar otro nuevo para contrarrestar la elevada probabilidad de emitir predicciones erróneas, de graves consecuencias para las personas implicadas en el proceso judicial”. Además, Gómez califica como “imprescindible” contar con una formación específica y actualizada sobre la materia.

La guía pretende convertirse en una herramienta para utilizar a nivel de todo el estado, por lo que aporta un procedimiento para la recogida y organización de la información. En Madrid, ya se está comenzando a utilizar y “la coordinación jurídica del Colegio de Psicólogos ya la ha aceptado, por lo que contamos que tenga proyección en todas las comunidades autónomas”, apunta Gómez.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno que se ha convertido en uno de los problemas sociales más importantes por su alta frecuencia y la gravedad de sus consecuencias. Se trata de una de las formas de violencia más extendidas en el mundo y está considerada como un problema de salud pública por la Organización Mundial de la Salud desde 1996. El endurecimiento legislativo para proteger a las víctimas se ha reflejado en los juzgados creados ad hoc para combatir este fenómeno, donde rápidamente se han multiplicado los casos. Para mejorar la evaluación pericial psicológica del riesgo delictivo y reincidente, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid ha editado una guía de buenas prácticas, codirigida por la psicóloga forense Rocío Gómez, donde se recogen los factores de riesgo de violencia contra la mujer en las relaciones de pareja (VCMP).