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El que tuvo, retuvo: por qué los/as ex siempre vuelven
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"EL AMANTE ESTABLE CLÁSICO HA DESAPARECIDO"

El que tuvo, retuvo: por qué los/as ex siempre vuelven

Eva G. y Fernando W., dos madrileños de poco más de treinta años son muy buenos amigos y nada más, y hablan de estas cosas a

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El que tuvo, retuvo: por qué los/as ex siempre vuelven

Eva G. y Fernando W., dos madrileños de poco más de treinta años son muy buenos amigos y nada más, y hablan de estas cosas a menudo. Eva tiene pareja, Fernando no, pero comparten otra cosa: los dos sostienen una relación relativamente estable con personas de las que fueron pareja durante largo tiempo. Son relaciones que implican una especie de amistad profunda, “casi telepática en algunos casos”, como indica Fernando, que ha ido forjándose ya no sólo en la época en la que se convivió, sino después, a lo largo de los altos y bajos de la vida. Relaciones “casi de familia”, dice Eva, pero que se diferencian de la familia por el equívoco poso sentimental que implican y por un vector que no se puede obviar: el sexo.

“Es sexo ocasional, pero es sexo”, comenta Fernando. Visto desde fuera podría parecer una amante, pero es algo más complejo. O quizá "aquello en lo que podría convertirse una amante después de mucho tiempo y de mucha confianza y de muchas cosas vividas juntos”. Ambos entienden estas “relaciones”, sin embargo, de manera sutilmente distinta. Él la sostiene con al menos dos personas y trata, dice, de “mantenerlas en una cierta distancia que impida una implicación emocional excesiva. Se trata de que sean ese tipo de relación, no de volver a ser novios. Eso no funcionó, y por tanto no funcionará nunca”. Ella sólo sostiene tal contacto con una persona concreta, y lo hace de manera intensa en lo intelectual, un trato que, afirma, es “muy fructífero y un gran apoyo”, pero que recientemente ha dejado de integrar el componente sexual: “ahora tengo pareja, y no me parece correcto, aunque es difícil renunciar a algo que no hace daño a nadie y que has dado por natural durante años”.

Las parejas del momento tampoco suelen ver el asunto con muy buenos ojosAmbos coinciden en que el mantenimiento de esas historias es muy útil en algunos momentos pero puede llegar a ser asfixiante en otros. “No te diré que no pueda haber algo patológico en todo ello”, opina él, “pero ¿Qué no es patológico? Sostener una relación monógama y fiel contra las propias ideas o traicionarla en secreto para adaptarte al canon social tiene más de patológico, creo yo”. Su única preocupación es que “la otra persona pueda entender las relaciones de otra manera y por tanto, sufrir”. Por su parte Eva dice que “tenemos tanta confianza y nos queremos tanto que a veces resulta una relación muy intervencionista. Nos lo decimos todo a la cara, y claro, a veces bien, pero otras nos pasamos. Las parejas del momento tampoco suelen ver el asunto con muy buenos ojos”.

Cambio social

Pero la pregunta es: ¿Son Agus y Eva dos bichos raros o simplemente seres perfectamente normales de su espacio y su tiempo?

Un vistazo en torno y una pequeña encuesta de campo entre hombres y mujeres urbanitas y universitarios, aunque no haya estadísticas para una cuestión tan peliaguda, indica que, con unas u otras intenciones, el recurso al ex en quien se confía y con el que hay cariño y “feeling” es más que habitual y, al menos entre los no casados, más usual que el clásico “amante”.

Miguel Hierro, psicólogo, opina que “cuando una relación ha sido satisfactoria (durante un periodo) genera una serie de asociaciones entre la persona, los recuerdos, las fantasias y las expectativas generadas que siempre quedan ahí. No podemos "olvidar". Este vínculo entre la persona (real), la persona (subjetiva) y los recuerdos de las experiencias satisfactorias, es el que facilita reencuentros afectivo-sexuales con ex parejas”.

Un vínculo que se construye, en cierto modo, a la contra de un canon social que dice que tras la ruptura y el consabido proceso de duelo, se debe superar por completo el pasado para poder mirar al futuro. “Solventar no quiere decir enterrar. Enterrar algo importante me parece hasta cierto punto antinatural”, se defiende Fernando.

Hierro afirma que el riesgo de las relaciones con “los ex” es que “establecer nuevos compromisos afectivos (como pareja) suele ser más fácil si las fantasias o vínculos previos están "bien finalizados", pero puntualiza que “no se si comparto la idea ortodoxa”. Él apuesta por una posición más comprehensiva: “más que cortar amarras por completo, yo propondría ser franco con los sentimientos propios y de la ex pareja. Y que cada uno valore qué quiere hacer al respecto”. Y reconoce que “es cierto que se parte de la base de que retomar una relación es un proceso más rápido (y sencillo, ya nos conocemos...) que construir una relación nueva desde cero”.

En cuanto al cambio social, opina que “probablemente” facilite que se den estas situaciones, pero indica que “lo que sí ha cambiado es la imagen de la persona adulta, lo que uno vende, la imagen que queremos dar. Hasta hace unas dos generaciones, cuarenta o cincuenta años atrás, la imagen que se quería transmitir era de control”. La apertura laboral y social de las mujeres y el cambio en el papel masculino han provocado, explica, que ahora la imagen que se trata de transmitir es la de confianza”.

Distancia y sexo

La pervivencia de un contacto sexual con los ex puede evitar que uno empiece nuevas relaciones que sean beneficiosasEntre los pocos estudios universitarios que se han dedicaso al tema de las relaciones con los ex, está uno de la universidad de Arizona (EEUU), llevado a cabo por la psicóloga clínica Ashley Mason y otros autores y publicado por el Journal of Social and Clinical Psychology. Sus conclusiones son tan ambiguas como polémicas y niegan el patrón ortodoxo del que hablábamos antes, afirmando que “el contacto sexual con un ex compañero parece estar asociado con un mayor bienestar para aquellos que aún no han superado la relación”. Si se continúa teniendo relaciones sexuales con los ex novios, “un tipo de contacto habitualmente reservado para amantes”, sostiene Mason, “su conexión y comportamiento hacia el otro estarán más equilibrados”. En todo caso, se cura en salud, afirmando que no está incitando a la gente a que “corran a enrollarse con sus ex” y que no pierde de vista el hecho de que “la pervivencia de ese contacto sexual puede evitar que uno empiece nuevas relaciones que sean beneficiosas”.

David, que ha sostenido y sostiene también este tipo de contacto con una ex novia, afirma que “es más fácil porque estamos lejos”, y es muy crítico con la idea general de la pareja: “la monogamia es un camelo y la pareja clásica ha dejado de funcionar, deberíamos asumir eso y habría menos disfunciones”.

Hierro afirma al respecto que “lo prohibido o inaccesible genera más deseo y fantasía que lo propio y facilmente accesible (…) pero es más fácil ser novios y tener dos domicilios que ser pareja y convivir. En general, la convivencia genera rozaduras en las relaciones. Las relaciones con dificultades antes de la convivencia suelen resentirse al inicio de la misma”. Sin embargo discrepa fuertemente en cuanto al asunto de la monogamia: “La monogamia no es un camelo ni deja de serlo, la monogamia es la opción de convivencia de la mayoría de las parejas en nuestro entorno socio cultural”. Una monogamia que el define como “un compromiso de fidelidad y exclusividad mientras dure la relación”, y que es “aceptado (y exigido) por la mayoría inmensa de las personas adultas. Que la pareja clásica funcione o no no tiene que ver con la monogamia. No creo (y los datos sociodemográficos así lo indican) que haya muchas personas adultas que acepten abiertamente que su pareja tenga varios compromisos al mismo tiempo”.

El porcentaje de “infieles”, sexualmente hablando, ronda el 40 por ciento de la poblaciónY pese a ello, y como él mismo indica, las estadísticas demuestran que el porcentaje de “infieles”, sexualmente hablando, ronda el 40 por ciento de la población con capacidad para serlo, lo cual coloca el debate en un punto difícil.

Anita es una mujer de 42 años y ha tenido relaciones sexuales esporádicas con tres de sus ex parejas a lo largo del tiempo: “alguno por despecho con el que estaba, otro porque surgió y me apeteció y otro porque me gustaba mucho”, cuenta. En su opinión experta, “es difícil enrollarse con un ex sin que tenga consecuencias, es un riesgo en cierto modo, pero cuando no las tienes porque está todo claro, es perfecto: sabes que te va a gustar (sino no lo harías), en cierto modo le quieres, y es un vínculo bonito. Lo que pasa es que la gente está llena de prejuicios con tener sexo con alguien que no es tu pareja ni tiene porqué serlo. Si le cuentas a un amigo que te has enrollado con un ex lo primero que te pregunta es si vais a volver”.

“Hay dos tipos de ex con los que te enrollas cuando estás en pareja”, sigue, “el íntimo amigo que te pone el hombro en una crisis y una cosa lleva a la otra y que normalmente siempre está ahí esperando la oportunidad, y el ex con el que tienes química y un acuerdo no verbal y las cosas surgen solas, porque sí, con crisis o sin crisis. Y también está el componente puramente sexual, hay ex con los que yo seguiría follando toda mi vida”.

“Lo que necesitas es aire”, apunta David, “y la mayor parte de las parejas establecidas no están dispuestas a dártelo. Una ex novia te lo da. Tampoco tiene otra opción”.

“El amante estable clásico ha desaparecido bastante”, opina Anita. “Están los ex más o menos ‘permanentes’, la aventura extramatrimonial con vocación de sustituir a la pareja estable (lo consiga o no) y, bueno, el que prefiere directamente la prostitución. No deja de ser una pena, el amante era un concepto casi romántico, visto desde hoy”.

Eva G. y Fernando W., dos madrileños de poco más de treinta años son muy buenos amigos y nada más, y hablan de estas cosas a menudo. Eva tiene pareja, Fernando no, pero comparten otra cosa: los dos sostienen una relación relativamente estable con personas de las que fueron pareja durante largo tiempo. Son relaciones que implican una especie de amistad profunda, “casi telepática en algunos casos”, como indica Fernando, que ha ido forjándose ya no sólo en la época en la que se convivió, sino después, a lo largo de los altos y bajos de la vida. Relaciones “casi de familia”, dice Eva, pero que se diferencian de la familia por el equívoco poso sentimental que implican y por un vector que no se puede obviar: el sexo.