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"Estoy preparado para la jubilación porque llevo 14 años sin dar palo al agua"
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LOS ALEMANES TAMBIÉN SON VAGOS (Y PRESUMEN DE ELLO)

"Estoy preparado para la jubilación porque llevo 14 años sin dar palo al agua"

“No he hecho nada durante catorce años. Desde 1998, venía a la empresa pero no estaba presente. Así que me siento preparado para la jubilación. Adieu!”.

Foto: "Estoy preparado para la jubilación porque llevo 14 años sin dar palo al agua"
"Estoy preparado para la jubilación porque llevo 14 años sin dar palo al agua"

“No he hecho nada durante catorce años. Desde 1998, venía a la empresa pero no estaba presente. Así que me siento preparado para la jubilación. Adieu!”. No se trata de un funcionario español, Objeto recurrente y estereotipado de las acusaciones de otros trabajadores españoles y de determinadas fuerzas políticas. Por el contrario, se trata de las palabras de despedida de un empleado público alemán en las que se jactaba de haber ganado 745.000 euros “por no hacer nada”. Dado que ha reenviado su mensaje a quinientos contactos, parece ser que, desde luego, no siente mala conciencia por ello.

Sin sanciones

Internet se encuentra anegado de comentarios propiciados por tal anuncio. El primer grupo está formado por los propios alemanes que utilizan la noticia para señalar la ineficacia de su sector público. El segundo, por aquellos que recuerdan que la misma contradice la imagen de trabajadores incansables y responsables de los alemanes, que con Angela Merkel en cabeza, se han permitido dar lecciones al resto del mundo, como señalaba un airado internauta.

Hasta el alcalde de la ciudad natal del trabajador (Menden), ha tenido que salir al paso afirmando que “sintió una gran furia” al conocer el acontecimiento. “Este tipo de comportamiento es muy peligroso”. Y sin embargo, no se ha planteado sancionar de ninguna forma al trabajador, cuyo puesto desaparecerá por los consabidos recortes presupuestarios.

Mitos y realidades

 “Si compartimos la misma moneda, no podemos permitirnos que unos países tengan más vacaciones que otros”, señalaba Angela Merkel a finales del pasado año a propósito de los problemas atravesados por la Eurozona. Un mes más tarde, pedía que los europeos se comportasen más como europeos. Es decir, como alemanes, que debían ser el modelo a seguir. Algo bastante discutible si atendemos a las estadísticas de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

Incluso el periódico alemán Der Spiegel utilizó en un devastador artículo la palabra “mito” para calificar las acusaciones de la canciller alemana, en el que recordaba que Alemania funcionaba de manera muy semejante a los países mediterráneos a los que Merkel señalaba acusadoramente. Aunque quizá habría sido más certero hablar de “estereotipo”.

La crisis ha acabado con la frágil solidaridad que existía entre los países europeosSegún la OECD, los griegos trabajaron, de media, 2109 horas al año, mientras que los españoles trabajamos 1663 horas y, los alemanes, alrededor de doscientas horas menos que nosotros. Concretamente, 1419. Además, los alemanes suelen retirarse, de media, a la misma edad que griegos y españoles, alrededor de los 61,8 años. Ello contradice lo afirmado por la política alemana, que llegó a decir que “es importante que la gente de países como Grecia, Portugal o España no se jubile antes que en Alemania”, cuando en realidad la media de edad es muy semejante.

Bebedores, dormilones y vagos

Sin embargo, sí hay una diferencia significativa en la productividad por hora del país, que se encuentra mucho más alta en los países del norte que en los del sur. Los 53,6 de Alemania por 47,2 de España y apenas 33,6 de Grecia podría confirmar la teoría que dice que el número de horas trabajadas hace descender la productividad en cada una de ellas.

Hace un par de años, el periódico británico The Guardian señalaba, con cierta sorpresa, que los españoles pasamos más tiempo en nuestro lugar de trabajo que la mayor parte de trabajadores continentales. El problema, señalaba el texto, dando voz a un problema recurrente en nuestro país, es que “la cultura de oficina mantiene a mucha gente encadenada a su escritorio porque está mal visto salir de trabajar antes que el jefe”.

Sin embargo, y confrontados con los datos reales, son los estereotipos, alimentados por las emociones, los que terminan por triunfar. Ello explica que los países del  sur de Europa sean conocidos bajo el acrónimo PIGS (“Portugal, Italy, Greece, Spain”, pero también, “cerdos”) empleado por la prensa anglosajona para referirse a los mismos. Se trata de un término acuñado a principios de los años noventa que ha resurgido  con fuerza durante los últimos años. No se trata del único acrónimo empleado últimamente para referirse a los países del sur de la eurozona: también son moneda habitual “GIPSY” (“Greece, Italy, Portugal, Spain, Ireland”) y  “STUPID” (“Spain, Turkey, United Kingdom, Portugal, Italy, Dubai”). La crisis ha acabado con la frágil solidaridad que existía entre los países europeos, y ya no hablamos sólo de estereotipos, sino de términos abiertamente despectivos.

Las imágenes simplificadas, estandarizadas y emocionales se cuentan entre los mayores errores humanosUn problema atemporal

La psicología social apunta que una de las funciones recurrentes del estereotipo es que sirve para trazar una línea entre el “nosotros” y el “ellos”, al mismo tiempo que suele aludir a cuestiones más emocionales que cognitivas. Uno de los rasgos más comunes de este tipo de generalizaciones es que consideran que los miembros del grupo exógeno tienen un mayor parecido entre sí que los miembros endógenos. Dicho de otra forma, tendemos a considerar que los demás son todos iguales, mientras que los miembros de nuestro grupo son muy diferentes entre sí, y disculpamos así las actuaciones que se salen de la regla. Como la del funcionario alemán.

Conocer a un país y sus habitantes a través de sus estereotipos es peligroso. Se trata de algo que ya advertía el científico político Ferdinand A. Hermens en pleno año 1945, nada más finalizar la Segunda Guerra Mundial, refiriéndose a cómo los periodistas estadounidenses estaban representando a los alemanes tras la guerra. Asustado por las consecuencias que el nazismo podría tener en la nación alemana, se lanzó a recordar que no todos habían apoyado a los nazis, y que muchos de los que lo habían hecho, lo habían hecho engañados, confundidos, en una coyuntura especial, y que la imagen que estaban ofreciendo los medios americanos no era correcta.

Hermens señalaba que “las imágenes simplificadas, estandarizadas, y emocionales se cuentan entre los mayores errores humanos”. Y concluía señalando que “no se podrán remediar estos problemas a no ser que nuestras acciones políticas vuelvan a ser guiadas por el papel de la razón, en lugar de la emoción”. Más de sesenta años después, parece ser que no hemos aprendido demasiado...

“No he hecho nada durante catorce años. Desde 1998, venía a la empresa pero no estaba presente. Así que me siento preparado para la jubilación. Adieu!”. No se trata de un funcionario español, Objeto recurrente y estereotipado de las acusaciones de otros trabajadores españoles y de determinadas fuerzas políticas. Por el contrario, se trata de las palabras de despedida de un empleado público alemán en las que se jactaba de haber ganado 745.000 euros “por no hacer nada”. Dado que ha reenviado su mensaje a quinientos contactos, parece ser que, desde luego, no siente mala conciencia por ello.