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'Groupfeel': así razonan los mercados financieros
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DENTRO DE LA MENTE DE LOS INVERSORES

'Groupfeel': así razonan los mercados financieros

“Da igual lo que hagáis. La noción, ahora mismo, es que España ha vivido por encima de sus posibilidades y se merece lo que le ocurre”.

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'Groupfeel': así razonan los mercados financieros

“Da igual lo que hagáis. La noción, ahora mismo, es que España ha vivido por encima de sus posibilidades y se merece lo que le ocurre”. David Tuckett, profesor de la University College London y autor del libro Minding the Markets: An Emotional Finance View of Financial Instability (Entendiendo los mercados: una visión emocional de las finanzas acerca de la inestabilidad financiera, Palgrave, 2011), explica que los datos objetivos de la economía española importan muy poco, ya que en la mente de los inversores hay emociones e ideas arraigadas que son mucho más poderosas que la realidad. 

Los sentimientos se contagian y se extienden entre todos los inversores, casi en forma de dogma

Tuckett estudió atentamente la forma en que actúan los mercados, manteniendo entrevistas en profundidad con más de 50 grandes inversores sobre el modo en que tomaban sus decisiones, y descubrió que la compraventa de acciones, derivadas y productos financieros de todo tipo, están sujetas, principalmente, a las historias y sentimientos que ponen en juego y no a análisis fundados de la realidad económica. 

Los inversores se mueven en un mundo de gran incertidumbre y de altas exigencias. Los accionistas de los fondos que les emplean demandan rentabilidades elevadas, y ellos han de proporcionarlas a pesar de desenvolverse en contextos donde la información es fragmentaria y donde las seguridades se desvanecen rápidamente. 

Por lo tanto, los inversores de los grandes fondos (que son quienes terminan por configurar el comportamiento de los mercados) “asumen compromisos a partir de dos tipos de emociones; la expectativa excitada de una posible ganancia (oportunidad) y el miedo ansioso de una posible pérdida (aversión). Todo esto se relaciona con la manera en que el inversor imagina la manera en que se van a desarrollar los acontecimientos. Se usa la razón, pero nunca será suficiente para tomar una decisión en este tipo de situaciones. Las narrativas y las emociones son mucho más importantes”.

No es extraño que suela aparecer lo que Tuckett denomina Divided State, que en español podríamos traducir como disonancia cognitiva: “un incoherente estado de la mente marcado por la posesión de ideas incompatibles pero fuertemente arraigadas. Los inversores entran en este estado psicológico cuando el modelo de evaluación de los datos técnicos de un activo es inconsistente con los sentimientos y con las creencias previas”. 

Esa falta de correspondencia entre lo que se cree y los datos que la realidad pone sobre la mesa se agudiza en la medida en que los inversores centran sus esperanzas en lo que Tuckett llama objetos fantásticos, “inversiones idealizadas que les darán grandes retornos asumiendo bajo riesgos”. En cuanto identifican uno de esos objetos, los grandes fondos corren como locos detrás de ellos; y a la inversa, salen pitando de aquellas inversiones (productos, empresas, países) que, porque alguien cree que son arriesgadas, terminan por demonizarse.

Estas narrativas se construyen colectivamente, a través del Groupfeel, un sentimiento que crea vínculos muy firmes que nadie se atreve a contradecir. Y no sólo porque en un entorno de incertidumbre nadie se atreva a llevar la contraria a los grandes fondos cuando todos apuestan en la misma dirección, sino porque ese sentimiento de grupo termina creando determinados dogmas entre los inversores que les lleva a suprimir todos aquellos datos de la realidad que chocan con ellos. Un buen ejemplo de las disfunciones a las que lleva esta tendencia fue la crisis financiera de 2008.

Superando un discurso deprimente

Ahora que todo ha estallado, tal como explica Tuckett, está sucediendo lo contrario: “Cuando se está deprimido se tiende a ver sólo las cosas negativas. Hay miedo de volver a caer en la trampa”. Es por ello que los inversores son incapaces de reconocer signos positivos, pues cuando se extiende un sentimiento negativo “es difícil abandonar tal tendencia”. Y esto afecta directamente a España.

Los inversores son incapaces de reconocer signos positivosLa percepción que tienen de nuestro país en el extranjero es negativa  y la gente no conoce la realidad de nuestra situación pues, tal como apunta Tuckett, “la información que llega es de segunda mano”. Los detalles no importan. Todo son creencias, hipótesis y escenarios imaginarios. “Una de las percepciones habituales”, explica el profesor, “es que los recortes empeorarán la situación y la gente se volverá contra sus gobernantes, lo cual será aún peor”.

¿Es posible que los inversores recuperen la confianza en España? Tuckett cree que es difícil, pero no imposible: “El reto principal para los gobernantes españoles es crear una narración convincente en la que los inversores puedan confiar. Y, además, los españoles debéis enfrentaros con otro problema, pues los líderes de la Unión Europea no parecen tener claro que hacer, lo que debilita aún más vuestra narrativa. El déficit español es un gran problema, pero vuestra moneda es de la Unión, lo cual es una dificultad añadida. Si tuvieseis una moneda propia el problema sería sólo vuestro”. 

No obstante, hay espacio para la esperanza, porque los discursos funcionan en un doble sentido: "Si algo va bien puede haber un nuevo cambio mental y que haya una explosión de expectativas", concluye Tuckett. 

“Da igual lo que hagáis. La noción, ahora mismo, es que España ha vivido por encima de sus posibilidades y se merece lo que le ocurre”. David Tuckett, profesor de la University College London y autor del libro Minding the Markets: An Emotional Finance View of Financial Instability (Entendiendo los mercados: una visión emocional de las finanzas acerca de la inestabilidad financiera, Palgrave, 2011), explica que los datos objetivos de la economía española importan muy poco, ya que en la mente de los inversores hay emociones e ideas arraigadas que son mucho más poderosas que la realidad.