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La última polémica en dietas: ¿se puede poner a régimen a una niña de 7 años?
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EL MÉTODO HA SIDO CALIFICADO DE "CRUEL" Y "EXTREMISTA"

La última polémica en dietas: ¿se puede poner a régimen a una niña de 7 años?

Estados Unidos tiene una nueva madre a la que da gusto odiar. Dara-Lynnn Weiss se ha hecho tristemente célebre al otro lado del charco tras obligar

Foto: La última polémica en dietas: ¿se puede poner a régimen a una niña de 7 años?
La última polémica en dietas: ¿se puede poner a régimen a una niña de 7 años?

Estados Unidos tiene una nueva madre a la que da gusto odiar. Dara-Lynnn Weiss se ha hecho tristemente célebre al otro lado del charco tras obligar a su hija Bea, de 7 años, a que siguiese una estricta dieta alimenticia y perdiese 7 kilos en menos de un año.

La polémica la enciende la aparición de ambas en la reciente edición de abril de la revista Vogue, donde Weiss no sólo explica con todo lujo de detalles el régimen al que sometió a la pequeña: también anuncia que escribirá un libro sobre la materia y deja para la posteridad reflexiones del calado de la que sigue: “Bea entiende que, igual que otros niños tienen asma, ella estará siempre obligada a prestarle atención a su peso, por injusto que suene”.

Multitud de profesionales de la salud y la psicopedagogía han puesto el grito en el cielo y la opinión pública estadounidense arremete casi unánimemente contra el “extremismo”, la “injusticia” e incluso la “crueldad” con que esta madre, a ojos de sus críticos, pretende hacer pasar por dieta para niños lo que es, en realidad, un indocumentado régimen de ayunos de escaso rigor clínico y sin mucho más método que los propios traumas, frustraciones e inseguridades maternas.

“No es un problema privado”

En su artículo, Dara-Lynnn Weiss admite que durante años no prestó atención al problema de sobrepeso de su hija –que para muchos críticos, no si quiera era tal–. Por aquel entonces era la propia Weiss la que  luchaba contra sus kilos de más y se unía a tanta estrategia de adelgazamiento se pusiera de moda. Desde el popular Weight Watchers a la dieta Atkins –pasando por la ingesta de laxantes o supresores del apetito–, “no hay dieta que no haya probado”, según ella misma afirma.

Las prioridades de Diet mom, como ya se conoce en Estados Unidos a esta abnegada madre, cambiaron el día en que su hija volvió del colegio llorando porque un niño la había llamado gorda: “El incidente me impactó, pero fue una llamada de alerta”, explica. “Tener sobrepeso no es un problema privado: todo el mundo puede verlo”.

La severidad no es el camino

Poner a los niños en evidencia es un grave error

Dara-Lynnn Weiss asegura que recurrió al célebre programa Red Light, Green Light, Eat Right creado por la pediatra y nutricionista infantil Joanna Dolgoff, para hacer adelgazar a su hija: “Algunas veces, el snack que Bea tomaba después del colegio era un pedazo de pizza o un producto de la máquina”, explica en Vogue. “Otros días la obligaba a elegir entre un vegetal bajo en grasa o un huevo cocido […]. Si iba a alguna fiesta y le ofrecían dulces, le decía que es mejor no comer eso, no es bueno para ti; o vale, de acuerdo, pero sólo uno; o Bea, tienes que dejar de comer tanta porquería, te estás poniendo enorme. Depende de cómo estuviera de humor”.

No obstante, la propia doctora Goldoff no ha tardado en apearse de la historia y eludir responsabilidades en su columna en el Huffington Post: “Aunque apruebo algunos aspectos del enfoque de Weiss”, escribe, “como la limitación de la ingesta de comida basura y el fomento del consumo de frutas y vegetales, creo que no ha entendido el mensaje fundamental del programa”.

La pediatra aduce el éxito de su dieta infantil a que parte de una estrategia basada en la flexibilidad y, sobre todo, la sensibilidad. En ningún caso, afirma, “la severidad y la angustia” son las herramientas a las que debemos recurrir para que nuestro hijo adelgace. Dolgoff mantiene que la mamá dieta no captó en absoluto la filosofía de su propuesta, que radica en que el niño goce de cierta capacidad de decisión sobre su propia alimentación y disfrute de momentos de esparcimiento alimenticio cada semana, principalmente con sus amigos. También añade que “poner a los niños en evidencia públicamente” es un grave error.  

Pedagogía del ejemplo

La alimentación es un hábito integral más allá de lo nutricional: también incluye horarios, formas e higiene

“Nunca hay que decirle al niño las palabras dieta o régimen”, explica para El Confidencial Eva Solanas, psicóloga infantojuvenil en el Centro de Orientación Psicológica EOS. “Lo primordial es que el niño aprenda a comer de forma saludable y asuma que la alimentación es un hábito integral”. Seguir un horario, guardar las formas y practicar la higiene son algunos de los factores que, junto con la propia alimentación, “forman parte del momento de la comida”. En materia de alimentación, concluye esta especialista, la tarea de los padres no se limita a “que su hijo no esté gordo”.

Si nuestro hijo sufre sobrepeso, “lo primero y más importante es ponerse en manos de un pediatra” para descartar algún trastorno de origen endocrino o genético. Después debemos cuidar la alimentación del niño “no con el objetivo de imponer, sino de inculcar” y recurriendo a la pedagogía del ejemplo. Los pequeños, advierte Solanas, “repiten los esquemas que presencian en casa”.

Coincide con el diagnóstico Paloma Méndez de Miguel, psicóloga en Activa Psicología. “Muchos aprendizajes los hacemos de forma implícita. No hace falta que nos digan que hay que cuidar la salud; un niño simplemente puede entender que debe cuidar lo que come como parte de un proceso natural, igual que también se cuida para no ponerse enfermo o para no quemarse con el sol”.

El niño no debe sentir la sensación de que tiene que 'controlar' la comida, sino simplemente comer sano

Lo importante, según Méndez, “es que los padres transmitan estas ideas de forma natural y que el niño no tenga la sensación de que tiene que controlar la comida, sino simplemente comer sano”. La especialista incide en la importancia de que los padres se erijan en “un buen modelo con la alimentación” procediendo con ella de forma naturalizada y desacomplejada: “No estar todo el día con dietas y obsesionados con el cuerpo y el peso, por ejemplo, y que nos vean comer de todo”.

También es bueno que tengan unas buenas rutinas alimentarias y que todo se integre dentro del cuidado natural de la salud. "Lo mejor para prevenir problemas de alimentación es adquirir buenos hábitos alimenticios: comer cinco veces al día y de todos los grupos de alimentos, intentar que no piquen entre horas y restringir un poco ciertas comidas, pero asociando siempre su restricción a la salud y no al peso o la belleza". Muchos trastornos alimenticios durante la adolescencia y la juventud están relacionados con las ideas sobre el cuerpo y el físico que aprendemos en casa.

Un problema nacional

La prevalencia del sobrepeso infantil pesa especialmente en la conciencia colectiva de Estados Unidos, donde la obesidad entre niños y adolescentes se ha disparado en los últimos 20 años. Según la agencia federal CDC –Centers for Desease Control and Prevention–, Estados como California o Florida han pasado de tener menos de un 10% de niños obesos en 1985 a superar el 25% en 2010, mientras que en regiones como Alabama, Pensilvania o Nuevo México la prevalencia del sobrepeso infantil es mayor del 30%. Según la misma agencia, el 37% de los estadounidenses adultos –más de 100 millones de personas– sufre ya de sobrepeso.

La obesidad infantil se ha duplicado en los últimos 20 años

La tendencia es similar en todo el mundo desarrollado. En 2011, el proyecto PRONAF –Programa de Nutrición y Actividad Física para el tratamiento de la Obesidad– certificaba que con un 19% de niños obesos, España ya superaba el ratio de Estados Unidos y se exponía a cifras verdaderamente preocupantes. La mayoría de los expertos señalan a la degradación de la dieta y el aumento del sedentarismo como las principales causas del fenómeno.

Estados Unidos tiene una nueva madre a la que da gusto odiar. Dara-Lynnn Weiss se ha hecho tristemente célebre al otro lado del charco tras obligar a su hija Bea, de 7 años, a que siguiese una estricta dieta alimenticia y perdiese 7 kilos en menos de un año.