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Voluntariado corporativo: ¿hipócrita o solidario?
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KEN ALLEN PRESENTA "LA GRAN CARPA"

Voluntariado corporativo: ¿hipócrita o solidario?

En 1865, el periódico Pittsburgh Chronicle reseñaba la noticia de unos mineros de Pensilvania que habían ofrecido a su empresa un acuerdo singular: trabajar una jornada

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Voluntariado corporativo: ¿hipócrita o solidario?

En 1865, el periódico Pittsburgh Chronicle reseñaba la noticia de unos mineros de Pensilvania que habían ofrecido a su empresa un acuerdo singular: trabajar una jornada al mes sin percibir salario. La única condición es que el carbón extraído ese día fuera a parar íntegramente a familias sin recursos. Hoy los manuales reseñan esta pequeña gesta como el primer ejercicio de voluntariado corporativo del que se tiene noticia.

Con frecuencia, el número de ciudadanos que se muestran a favor de las labores de voluntariado es inversamente proporcional al número de ellos que acaban desempeñándolas. ¿Hipocresía? Quizás en algunos casos, aunque algo es cierto: la conciliación laboral y la rigurosa sanción del absentismo en entornos profesionales impiden sistemáticamente que los más solidarios se involucren unas horas a la semana o al mes en tareas de ayuda a los demás. Es en ese contexto que muchas empresas comprometidas con su política de responsabilidad social empiezan cada vez con más frecuencia a poner en marcha programas de voluntariado corporativo.

Beneficio para todos

Pensamos en el voluntariado como un sacrificio, pero es una oportunidad

En La gran carpa: voluntariado corporativo en la era global (Fundación Telefónica/Ariel) el especialista Kenn Allen repasa el estado de las iniciativas solidarias corporativas y ofrece argumentos a favor del fomento de esta práctica que, según cuenta a El Confidencial, “beneficia a la sociedad, al empleado y a la propia empresa”. Basado en el proyecto de investigación del Global Corporate Volunteering Council en el que participaron 48 empresas y 26 ONGs de ámbito mundial, la publicación recoge experiencias patrocinadas por Telefónica, IBM, Samsung, UPS, C&A, Vale, Tata, Standard Chartered Bank, Eli Lilly y Ford, entre otras.

Allen también explica que “pensamos en el voluntariado como un sacrificio”, lo que lastra la iniciativa tanto personal como corporativa e institucional e interfiere negativamente en la planificación de la actividad. Por eso, explica, los esfuerzos para concienciar y convencer de su conveniencia deben dirigirse, en primer lugar, a las empresas, a las que necesariamente habrá que hablar en su idioma: “No se trata de convencerles de hacer proyectos porque el mundo sea un desastre y haya que arreglarlo, sino de que vean que haciéndolo, disfrutarán de varios tipos de beneficio, a diferentes  niveles y a corto y largo plazo”.

Allen destaca la formación como uno de los ejemplos más inmediatos. “Podemos involucrar a nuestros empleados en proyectos en los que adquieran conocimientos relacionados con su competencia laboral”. En el caso de grandes compañías, “el voluntariado corporativo también contribuye a la creación de una atmósfera profesional más saludable” que empieza a funcionar desde el minuto cero de la acción de voluntariado. Por supuesto, la empresa intentará poner en marcha y participar en proyectos relacionados con su especialidad productiva o de prestación de servicios y lo hará, en la medida de lo posible, en su entorno económico, financiero e industrial. “Las grandes corporaciones pueden funcionar a nivel internacional, mientras las pequeñas compañías son más efectivas a nivel local”, sintetiza Allen. “Las oportunidades de negocio de las compañías están en un área específica; el desarrollo económico, humano e industrial de esa zona no hace sino beneficiarles”.

Satisfacción entre la plantilla

Diego Lejarazu, responsable de Voluntariado Corporativo de la Fundación Hazloposible, pone de relieve el valor que aporta una empresa en proyectos y líneas de actuación previamente articulados por organizaciones no gubernamentales: “Además del tiempo y la energía de sus empleados, las empresas llevan a los proyectos el plus de la aportación económica, que en muchos casos es lo que marca la diferencia”. El experto explica a El Confidencial que el tándem empresa–ONG es la fórmula que más suele rendir y con frecuencia, aquella con la que los empleados se encuentran más a gusto.

Cuidar a los empleados y el clima laboral es el principal motivo por el que las empresas inician proyectos de voluntariado corporativo

Y es esta satisfacción de los empleados la que resulta determinante en la viabilidad, la continuidad y el éxito de las iniciativas solidarias. Según el Informe del Voluntariado Corporativo en España 2011, presentado hace unas semanas por el Observatorio del Voluntariado Corporativo, IESE Business School y Cooperación Internacional, “los principales motivos por los que las compañías deciden iniciar proyectos de voluntariado corporativo están dirigidos a sus empleados: la mejora del clima laboral –74%–, el fomento del orgullo de pertenencia a la empresa –70%– y la satisfacción de una demanda de los trabajadores –50%–”. Entre los empleados, por su parte, la filantrópica sigue siendo la razón más presente a la hora de unirse a las iniciativas corporativas: el 82% de los voluntarios aduce razones solidarias para hacerlo.

El informe también arroja el dato de que en el 57% de las empresas españolas de más de 500 empleados ya apadrina algún tipo de iniciativa solidaria. Los sectores que han experimentado un mayor desarrollo anual son los de alimentación y bebidas –que crece este año hasta copar el 15% de las iniciativas solidarias corporativas–, banca y servicios financieros –que pierde presencia con la reestructuración del sector hasta quedar en el 13%– y tecnologías de la información y telecomunicaciones.

Los destinatarios de la solidaridad corporativa son colectivos como el de la infancia y juventud, la tercera edad y las personas con discapacidad

Las acciones de voluntariado de las empresas se dirigen principalmente a problemáticas sociales y en el ámbito humano. La infancia y la juventud, las personas con discapacidad y la tercera edad son los principales beneficiarios de la solidaridad corporativa. En el Observatorio del Voluntariado Corporativo también señalan que “el horario en el que se realiza este tipo de actividades suele ser uno de los puntos conflictivos a la hora de diseñar y programar el voluntariado”: en 2011, un 41% de las empresas lo lleva a cabo en horario laboral, frente a un 59% que lo hace en el tiempo libre de sus empleados.

Escepticismo “obligado”

“Sin duda la participación de las empresas puede contribuir a racionalizar esfuerzos, que es algo muy importante en labores de voluntariado”, comenta para El Confidencial Julia Ramallo, psicopedagoga con experiencia en puesta en marcha y gestión de iniciativas solidarias. “Una de las tareas más complicadas en estos proyectos es la obtención de subvenciones y permisos, porque la burocracia es interminable y estas gestiones requieren un tiempo del que muchas personas no disponen”.

Sin embargo, “y aunque hay que dar la bienvenida a proyectos de este tipo”, Ramallo recomienda practicar la prudencia a la hora de evaluar la bondad de las iniciativas corporativas del mismo modo que hacemos con las ONG: “En ocasiones se trata de una simple operación de lavado de imagen que nada tiene que ver con el voluntariado”. La especialista también explica que el de los voluntarios y las empresas es y será siempre un matrimonio complicado: “Unos lo hacen por compromiso social y otros por beneficio”. Y advierte sobre una trampa de razonamiento en el planteamiento mismo de la cuestión que obliga a armarse de cautela: “Si permitimos que las empresas hagan beneficio de las iniciativas solidarias sin aportar a cambio un verdadero trabajo social, la solidaridad se convierte en un negocio y la desigualdad, en una fuente de dinero”.  

En 1865, el periódico Pittsburgh Chronicle reseñaba la noticia de unos mineros de Pensilvania que habían ofrecido a su empresa un acuerdo singular: trabajar una jornada al mes sin percibir salario. La única condición es que el carbón extraído ese día fuera a parar íntegramente a familias sin recursos. Hoy los manuales reseñan esta pequeña gesta como el primer ejercicio de voluntariado corporativo del que se tiene noticia.