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Sin hipocresía: las reglas que deberías romper cuando conoces a alguien
  1. Alma, Corazón, Vida
SEGUIR LOS CONVENCIONALISMOS NO ES SIEMPRE LA MEJOR IDEA

Sin hipocresía: las reglas que deberías romper cuando conoces a alguien

Bien sea en novelas románticas, en simpáticas comedias de enredo hollywoodienses o en series de televisión protagonizadas por neoyorquinas, lo cierto es que no hay tema

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Sin hipocresía: las reglas que deberías romper cuando conoces a alguien

Bien sea en novelas románticas, en simpáticas comedias de enredo hollywoodienses o en series de televisión protagonizadas por neoyorquinas, lo cierto es que no hay tema más tratado en la cosmogonía del romanticismo moderno que las reglas para la perfecta ejecución de una primera cita. No obstante, llevar al extremo las normas de lo que se puede y lo que no se puede hacer y ponerlas en práctica como si se tratara del código de circulación puede hacer que nuestra primera cita se quede en eso: una primera cita. Antes de dejarse llevar por los convencionalismos, cabe pararse a pensar si eso que dicen que no podemos hacer es algo que, en efecto, no podemos hacer.

1. No preguntarle cuántos hijos quiere tener

Referirse al futuro a corto y medio plazo está permitido durante una primera cita, pero hablar de nuestros proyectos existenciales a largo plazo es tabú, especialmente cuando impliquen cónyuges y niños y elementos accesorios como jardines, perros y chimeneas. Comentarle a nuestro ligue que queremos tener hijos y que los queremos, además, lo antes posible, puede ser la manera perfecta de que se excuse para ir al lavabo y no vuelva nunca.

Y sin embargo, el temor de muchos a hablar abiertamente de sus aspiraciones familiares puede ser contraproducente, especialmente si nos enrocamos y fingimos que no disponemos de habilidades reproductivas. Si nuestra idea es tener hijos, no queremos conectar con alguien y enterarnos cuando hayan pasado meses –o años– de que no quiere en su casa más seres vivos que sus plantas de interior.

Aunque creemos que busquemos a una persona buena, inteligente, guapa y divertida, no nos engañemos: sobre todo, buscamos a alguien con quien compartir un proyecto común de futuro. Si disponemos de cierta habilidad para tratar las cosas con mano izquierda, empezar por despejar esa duda puede, a fin de cuentas, no ser tan mala idea.

2. Nunca hables de tus exparejas

De acuerdo; hay personas que acuden a una primera cita para celebrar una charla-coloquio sobre su propia expareja, que la dejó hace menos de un mes y que aún no ha pasado a recoger sus CDs. Se quejan, lloriquean y en el peor de los escenarios, extienden el juicio que hacen de su exnovio o exnovia a todo el género y nos preguntan, genuinamente indignados, que por qué las mujeres sois todas tan raras o por qué los hombres solo pensáis en lo mismo.

Sin embargo, el hecho de que existan personas con estrategias de ligue tan absolutamente erradas no significa que debamos imperativamente eludir el tema. En el mercado, todos somos adultos y sabemos que todo el mundo tiene una biografía sentimental y sexual. Siempre hay una novia reciente, un novio que nos dejó y un amor platónico que no nos correspondió, pero también hay exparejas con quien vivimos experiencias edificantes y con quien acabamos en buenos términos. La clave seguramente no esté tanto en no hablar del tema como en evitar las comparaciones, que ya se sabe que son odiosas.  

3. Esmérate con la primera imagen

Acudes a una primera cita y tu pareja de esa noche va cuidadamente arreglada, totalmente peinada y rigurosamente perfumada aunque, anuncia, “acaba de salir del gimnasio”. Y acto seguido, se pide una ensalada porque está siguiendo “un régimen muy estricto”. Está claro: o tu pareja de esa noche es una obsesa de su propio físico o, y más probable, acaba de salir de una relación.

Lo cierto es que muchos se enfrentan a las rupturas intentando recuperar el físico que tenían antes de su relación. Cuidarse, comer sano y hacer ejercicio está bien, pero no queremos anunciar a los cuatro vientos nuestras inseguridades, si es que las tenemos, ni que parezca que sólo queremos vender una imagen, incluso cuando sea el caso. Esto no significa que tengamos que plantarnos en el restaurante donde hayamos quedado con intelectuales gafas de pasta sin cristales y un ejemplar anotado del Ulises de James Joyce. En una situación que normalmente comporta tensión, timidez y una cierta inquietud, lo que más valorará nuestra pareja sea que sepamos actuar con naturalidad.

4. Peléate por pagar

La convención de que el hombre debe pagar a toda costa es eso: una convención. Y dejar que lo haga la mujer para demostrar igualdad es igual de absurdo. Invitar a alguien es, sobre todo, una cortesía; intentemos evitar pensar en ello en términos normativos. Pagar la comida o la cena o correr con los gastos del cine no te hace mejor contertulio, acompañante o pareja. Hace que salir contigo resulte barato. Y el tiempo en que el aspecto económico era parte de la oferta romántica, por suerte, ha pasado. Pagar, a fin de cuentas, no es más que el modo de acabar una transacción comercial. Y a nadie vamos a convencer de que somos una gran pareja limitándonos a ejecutar seductoras transacciones mercantiles.

Bien sea en novelas románticas, en simpáticas comedias de enredo hollywoodienses o en series de televisión protagonizadas por neoyorquinas, lo cierto es que no hay tema más tratado en la cosmogonía del romanticismo moderno que las reglas para la perfecta ejecución de una primera cita. No obstante, llevar al extremo las normas de lo que se puede y lo que no se puede hacer y ponerlas en práctica como si se tratara del código de circulación puede hacer que nuestra primera cita se quede en eso: una primera cita. Antes de dejarse llevar por los convencionalismos, cabe pararse a pensar si eso que dicen que no podemos hacer es algo que, en efecto, no podemos hacer.