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El garrafón, ¿fraude masivo o leyenda urbana?
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CON LA CRISIS AUMENTA LA PICARESCA

El garrafón, ¿fraude masivo o leyenda urbana?

Todos nos hemos levantado tras una noche de fiesta pensando que nos han envenenado. Si todos los casos de garrafón que se comentan en los días de

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El garrafón, ¿fraude masivo o leyenda urbana?

Todos nos hemos levantado tras una noche de fiesta pensando que nos han envenenado. Si todos los casos de garrafón que se comentan en los días de resaca fueran ciertos estaríamos ante un fraude masivo y constante: el mayor problema de salud pública de este país. La realidad es muy distinta. Los datos ofrecidos por los laboratorios de salud pública –los responsables últimos del control del género que se ofrece en los bares– no dejan lugar a dudas: sólo un 1% de las muestras examinadas son fraudulentas. ¿Por qué entonces hay copas que nos saben a rayos? El garrafón existe, pero no es tal como nos lo imaginamos, no está tan extendido, ni es la única razón por la que nos puede sentar mal una copa.

Alcoholes de segunda

Si la botella cuesta 3 euros puedes empezar a preocuparteAl margen de los casos de fraude, lo cierto es que en el mercado español se pueden encontrar bebidas espirituosas de pésima calidad. Miguel de Tomas, experto profesional del sector y socio de una start up de destilados premium, lo tiene claro: “Por una botella de whisky de 70 cl. hay que pagar 2,35 euros de impuestos especiales. Si la botella cuesta 3 euros, puedes empezar a preocuparte”. En ese sentido explica cómo se producen alcoholes neutros, procedentes de todo tipo de materiales, que se pueden utilizar para fabricar cualquier bebida: “La mayoría de los licores de fruta están hechos a partir de remolacha”.

Ese tipo de destilados de segunda, en principio, cumplen todos los requisitos sanitarios. El fraude aparece cuando se venden como lo que no son. El encargado de un conocido bar de copas madrileño ha explicado a El Confidencial cómo descubrieron un caso de este tipo. En su establecimiento ofrecían pacharán de una conocida marca navarra. Un consumidor habitual alertó sobre el sabor extraño del mismo y descubrieron que lo que estaban vendiendo como pacharán era en realidad un licor de dudosa procedencia pero con el mismo tipo de botella y etiquetado que el producto original. La distribuidora que les proporcionaba el alcohol negó ser responsable, pero reconoció que habían comprado el supuesto pacharán a otra distribuidora que no era la que habitualmente les proporcionaba los productos de esa marca. 

Persiguiendo el fraude

El proceso por el que pasa el alcohol hasta que lo ingerimos en los bares es largo y complejo y puede haber errores, intencionados o no, en cada uno de los eslabones del proceso. Aunque son marginales, y no podemos hablar de un fenómeno a gran escala, sí hay documentados casos de fraude recientes en destilerías, distribuidoras y bares, los tres actores básicos de la cadena.

Existen alcoholes malos, que no cumplen la normativa, pero son muy difíciles de detectarLa institución que mayor control ejerce sobre los fabricantes de alcohol es la Agencia Tributaria (AEAT). Todas las destilerías cuentan con un interventor que vigila que se paguen los impuestos especiales pero, según fuentes de la Agencia, no entran a valorar “como se ha fabricado el producto”. A nivel sanitario hay una normativa que controla cómo se debe fabricar cada bebida: qué tipo de materias han de ser utilizadas, qué procesos hay que llevar a cabo, qué características debe tener el producto final… Un alto cargo de la Agencia ha explicado a El Confidencial que “existen alcoholes malos, que no cumplen la normativa, pero son muy difíciles de detectar” y aclara que, en cualquier caso, no es su competencia vigilar esto: “Si un fabricante pone en circulación alcoholes de baja calidad pero ha pagado el impuesto nosotros ya no le podemos perseguir.”

Bosco Torremocha, presidente de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE), reconoce que con la crisis han aumentado los casos de fraude, pero en lo relacionado a la evasión de impuestos, no en cuanto a la adulteración de bebidas. Según la AEAT, se conocen casos de alcoholes de contrabando, principalmente vodkas de baja calidad, que han llegado a España a través de las fronteras de Europa del Este. Este tipo de importaciones ilegales se conocen como “paralelo ilícito”. Torremocha explica que han aumentado los casos de borrado de lote, un hecho directamente relacionado con la importación ilegal, pues al borrar el número de identificación de las botellas se busca impedir la trazabilidad del producto, para que no se averigüe su procedencia. La mayoría de casos de este tipo se han dado en tiendas de conveniencia.

Apenas hay caso de destilaciones ilegalesTambién ha habido intervenciones con respecto a fraudes en el uso de determinados alcoholes. La mayor parte del alcohol etílico que se fabrica tiene un uso industrial y, aunque tiene que ser registrado en la hacienda pública, no está sometido al gravamen especial. Se ha dado el caso de fabricantes que compraban alcohol para uso industrial, lo destilaban de nuevo para fabricar un alcohol neutro y lo revendían para la fabricación de destilados, evitando así el pago de impuestos especiales. Desde la Agencia aclaran que este alcohol “es malo, pero no venenoso”, y aseguran que “aunque se han dado casos, no es una práctica extendida”. Lo que sí está completamente en desuso es la destilación ilegal, de la que apenas hay ya casos.

Cuando el alcohol llega a los bares

Está claro que existen alcoholes de dudosa calidad circulando por nuestro país pero, ¿llegamos a consumirlos sin conocimiento de causa? Los controles sanitarios sobre alcoholes los realizan en España las comunidades autónomas y algunos municipios. Alberto Herranz, director del Laboratorio de Salud Pública de Madrid, lleva desde los años ochenta realizando un seguimiento del alcohol que se sirve en los bares madrileños y asegura que el garrafón es un fenómeno que existe, pero es marginal y “alcanza sólo al 1 o 2 por ciento de los bares.” Una cifra muy inferior a la registrada en los 80, donde el fraude llegó a alcanzar al 30% de los establecimientos.

Herranz explica que el laboratorio es capaz de detectar no sólo si la muestra analizada es peligrosa para la salud, o si se cumple con la normativa de cada bebida, sino también si se corresponde con la marca de la que debería proceder.

Los inspectores del laboratorio abordan por sorpresa los bares y piden muestras de botellas abiertas “que se estén sirviendo a los clientes”. En lo que va de año han encontrado dos casos de fraude entre las 30 muestras analizadas por lo que, de continuar la tendencia, se podría hablar de un aumento del mismo. El último caso que han detectado era el de un bar que estaba vendiendo como ron “una disolución de agua con caramelo.”

¿Qué pasa si una distribuidora vende un producto de segunda con la apariencia de otra marca? Herranz explica que eso es un tema que deben perseguir las autoridades de consumo. Ese alcohol, al igual que el de las marcas blancas, no representa un peligro para la salud y cumple la legislación sanitaria. “No te va a sentar peor”, explica Herranz, “otra cosa es que te guste menos porque su calidad es inferior.”

Derribando el mito

Bajo ningún concepto le puede interesar a una marca parar una planta para hacer un producto BEl garrafón existe, pero los datos indican que es un fenómeno residual. Entonces, ¿por qué nos quejamos tanto? Todos los expertos consultados coinciden en el mismo punto: a partir de cinco copas cualquier alcohol sienta mal. Santiago Domínguez, veterano empresario de la noche madrileña y responsable de bares como el Garaje Sónico y los extintos Freaks y No Fun, cree que la gente es muy dada a decir “esto es garrafón” y piensa que hay mucho de leyenda urbana. Según nos cuenta, en todo el tiempo que lleva en el oficio ninguna bodega le ha ofrecido alcohol de distintas calidades -ni ha oído ninguna referencia directa al respecto-, pese a que se trata de una versión muy extendida sobre el origen del garrafón. El director de la FEBE, cree que esa creencia generalizada es un sinsentido, pues “bajo ningún concepto le puede interesar a una marca parar una planta para hacer un producto B”.

Al margen del alcohol, y según todos los expertos consultados, puede haber muchos otros factores responsables de que una copa te siente especialmente mal: los refrescos pueden estar en mal estado o caducados, la máquina de hielo puede estar sucia, los vasos pueden no estar bien enjuagados, el filtro del lavavajillas puede estar sucio… Hay que tener en cuenta que el 80% del contenido de una copa es hielo y muchos hosteleros no son cuidadosos con su fabricación. 

Al final todas las autoridades consultadas insisten en lo mismo: si crees que has sido víctima del garrafón, denuncia los hechos. Las autoridades de consumo y salud, así como la propia FEBE, tramitan las quejas al respecto. 

Todos nos hemos levantado tras una noche de fiesta pensando que nos han envenenado. Si todos los casos de garrafón que se comentan en los días de resaca fueran ciertos estaríamos ante un fraude masivo y constante: el mayor problema de salud pública de este país. La realidad es muy distinta. Los datos ofrecidos por los laboratorios de salud pública –los responsables últimos del control del género que se ofrece en los bares– no dejan lugar a dudas: sólo un 1% de las muestras examinadas son fraudulentas. ¿Por qué entonces hay copas que nos saben a rayos? El garrafón existe, pero no es tal como nos lo imaginamos, no está tan extendido, ni es la única razón por la que nos puede sentar mal una copa.