Femmes fatales: las mujeres que triunfan en la City
La mujer que trabaja en un mundo “de hombres” está condenada a adoptar patrones puramente masculinos y a asumir pautas narrativas establecidas que la colocan una
La mujer que trabaja en un mundo “de hombres” está condenada a adoptar patrones puramente masculinos y a asumir pautas narrativas establecidas que la colocan una y otra vez en segundo plano. Son los strong plots, argumentos dominantes insertos en la cultura popular y difíciles de sustituir por otros alternativos. Según estos, una vez que la transgresión ha terminado (pues invadir un mundo de hombres es una transgresión), la mujer debe “reintegrarse” al mundo del que procede.
Esta es la idea general que proyecta la cultura establecida, según Barbara Czarniawska, teórica de la organización e investigadora de la Universidad de Goteborg (Departamento de negocios, economía y derecho) en su ensayo Femmes Fatales: Women and The City. En él analiza el fenómeno centrándose en las directivas de las altas finanzas, es decir, abordando una de las fronteras no colonizadas por la igualdad, como un breve repaso a las estadísticas puede revelar: en nuestro entorno más cercano (España, Italia, Francia) la presencia femenina en el sector es aún muy pequeña (entre un 11 y un 13 por ciento del total de directivos), y en España, para más inri, las diferencias de salario entre unos y otros son muchísimo mayores que las existentes en Francia o Italia.
Los periodistas hicieron hincapié en su pasado como bailarina y en su excesiva vida privada actualEl estudio de Czarniawska señala algo aún más curioso. Según sus puntos de partida, los patrones que se usan para narrar el ascenso y la vida de las mujeres importantes en las finanzas son frecuentemente los mismos que los utilizados en las tragedias clásicas de Eurípides para describir la suerte de las mujeres que entran en mundos de hombres.
Una fiesta de cumpleaños de 400.000 libras
Un buen ejemplo es el caso de Robin Saunders, exitosa directiva bancaria procedente de los Estados Unidos y que desarrolló su carrera en Londres, dentro del banco alemán Westdesusche Landesbank. Czarniawska retrata el diverso tratamiento, muy parecido al que reservan a las femmes fatales, que recibió por parte de la prensa inglesa y la alemana. Incluso en su primera fase de gran éxito, los periódicos británicos establecieron comparaciones y usaron titulares para definirla que resultaban agresivos y en cierto modo planteaban el hecho de que ella entraba violentamente en un mundo que no era suyo: “La dama de hierro del WLB invade el mercado de los bienes raíces”; “Apalizando a los chicos en su propio terreno”; “Un desafío a la cultura ‘macho’ de la City”… A continuación, los artículos tendieron a hacer mucho hincapié en su vida pasada como bailarina, su "excesiva" vida privada actual (una fiesta de cumpleaños en un palacio de Florencia que costó 400.000 libras) y, sobre todo, la manera en que compaginaba su carrera con el cuidado de sus dos hijos: “el resto de su tiempo libre lo emplea con sus hijas”. Sonaba casi irónico tras una lista interminable de tareas.
Mientras esto sucedía, las interpretaciones de la prensa germana se ocupaban principalmente de temas económicos pero poco a poco, rompiendo su tradición, iban asumiendo el argumento general inglés, aunque fuese lateralmente. Se llegaron a usar titulares como “La tigresa con tres billones a la espalda” o “La chica glamourosa del distrito financiero: la respuesta de la City a Claudia Schiffer”, prestados casi literalmente de la prensa inglesa. Un argumento dominante empezaba a imponerse a otro a través de la cultura popular.
Las mujeres valientes o intervencionistas son confinadas en ‘su’ mundo lo más rápido posible
Y cuando Saunders estaba a punto de caer en desgracia por diversos escándalos financieros, la prensa británica la atacó virulentamente: su estilo de trabajo se calificó de “bucanero”, se remarcó su extranjería (era americana y trabajaba para los alemanes) y lo menos que se le llamó fue “controvertida”.
Se retomaba aquí el esquema utilizado por Eurípides según el cual la joven virgen que se sacrifica por la ciudad, a la que salva, y que muere heroicamente es pronto olvidada y la sustituye un héroe macho; la madre abnegada y vengadora es devuelta al seno de la familia una vez acabado su breve interregno guerrero; y las mujeres valientes o intervencionistas son confinadas de nuevo en “su mundo” con la mayor celeridad posible. En el caso de la City, las mujeres irrumpen como innovadoras y salvadoras pero, tras un momento de esplendor, regresan al vacío.
Lo amoral y lo inmoral
La razón por la cual esos argumentos se constituyen en dominantes y mantienen su poder tanto tiempo después (Eurípides murió hace 2.418 años) es compleja. Plantea Czarniawska que “como los historiadores, tanto los periodistas como los científicos sociales se enfrentan con un verdadero caos de eventos ya constituidos”, y que de ese caos deben extraer los elementos para construir su interpretación. La necesidad de excluir unos datos y hacer énfasis en otros tiende a concurrir en historias “ya contadas”, de modo que encuentran las explicaciones en esquemas del pasado, por decirlo con simpleza.
La mujer es descrita siempre como un instrumento de un hombre que está detrás de ella
La influencia entre la leyenda que se imprime y la realidad es indudable. Y de doble sentido. La serpiente se muerde la cola. Los banqueros reales inspiran a los de ficción, pero “los de ficción también inspiran a los reales”, dice Czarniawska. “La cultura popular nos enseña cómo interpretar los fenómenos sociales pero también da forma a las prácticas de la vida real”.
En el contexto financiero, Czarniawska llama la atención, por ejemplo, sobre que un mismo hecho cometido por un hombre suele ser calificado por los medios de “amoral” mientras que cuando lo comete una mujer se califica de “inmoral”, así como sobre el hecho de que a menudo, en último término, la mujer -da igual lo inteligentemente que actúe- es descrita como “instrumento” de un hombre que hay detrás de ella. Claro que muchas mujeres apoyan esos argumentos. Necesitan, dice la teórica de origen polaco, “aumentar su nivel de conciencia... Si tú quieres tener éxito, uno de los caminos es imitar a quien ya han tenido éxito previamente. Y estos son principalmente hombres y la mayoría están siguiendo rutas bien establecidas. Así que una mujer debe hacer una elección consciente: me arriesgo al fracaso y sigo una ruta ‘desviada’ o permanezco segura e imito lo que los hombres hacen”.
Argumentos alternativos
Curiosamente, pese a que los problemas de Saunders se resolviesen finalmente a su favor (fue un hombre, otro responsable, el que resultó despedido), Czarniawska apunta que “parece que el banco la ha perdonado pero la prensa inglesa no. El argumento dominante se retroalimenta aquí: dicta que las conductas sexuales no reguladas de las mujeres llevan a peligrosas consecuencias. Luego, si existen esas consecuencias, debe existir la causa, que no es otra que una exagerada energía sexual”, regresando así a los viejos estereotipos sobre la femme fatale.
En las crisis, a las mujeres se las manda a casa
¿Existe una vía de escape ante esa tiranía del argumento dominante? En opinión de Czarniawska, “uno puede imaginar que una desviación de la historia dominante podría conducir a una innovación. Esto sucede en la literatura: los escritores de vanguardia llegan a nuevos argumentos y algunos de éstos se convierten en cánones”. El problema es, confiesa, que “esos argumentos desviados y a veces hasta subversivos son a menudo rechazados por el público, que favorece la cultura popular dominante”. Una cultura que, recuerda, fue considerada por los fundadores de los estudios culturales británicos (Richard Hoggart, Raymond Williams and E.P. Thompson) como el medio que tenía el capitalismo para “manipular a las masas”.
Además de los posibles “nuevos argumentos”, Czarniawska sostiene que la verdadera innovación, al menos en las finanzas, sería el hecho de que la presencia de las mujeres se normalizase al igual que ha ocurrido en otros ámbitos. “La normalización es igual a la institucionalización”, contesta, “e incluso las consecuencias de las revoluciones deben ser institucionalizadas, o de lo contrario se desvanecen”. Pero no es optimista sobre el futuro: Duda que la mujer financiera pueda considerarse una “vanguardista”, y afirma –quizá cayendo ella también en el círculo sin fin de los argumentos dominantes- que “hemos tenido la crisis financiera de los Estados Unidos y ahora tendremos la crisis europea. En las crisis a las mujeres se las manda a casa…”.
La mujer que trabaja en un mundo “de hombres” está condenada a adoptar patrones puramente masculinos y a asumir pautas narrativas establecidas que la colocan una y otra vez en segundo plano. Son los strong plots, argumentos dominantes insertos en la cultura popular y difíciles de sustituir por otros alternativos. Según estos, una vez que la transgresión ha terminado (pues invadir un mundo de hombres es una transgresión), la mujer debe “reintegrarse” al mundo del que procede.