Espías en la universidad: los servicios de inteligencia vuelven al campus
En 1988 Sharon Foster, portavoz de la CIA por aquel entonces, declaró que los servicios de inteligencia “tenían suficientes profesores en nómina como para fundar una
En 1988 Sharon Foster, portavoz de la CIA por aquel entonces, declaró que los servicios de inteligencia “tenían suficientes profesores en nómina como para fundar una gran universidad”. Con la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, la CIA fue disminuyendo su presencia en los campus. Hasta ahora. El doctor Philip Zwerling, de la Universidad Panamericana de Texas, cree que su presencia aumentó notablemente desde el 11-S, en 2001, y que se ha extendido masivamente en el último año por todos los centros universitarios, “con motivo de la crisis, el miedo a la perdida de la hegemonía estadounidense y el surgimiento de nuevas amenazas exteriores”. En su libro, La CIA en el campus, Zwerling explica que los servicios de inteligencia estadounidenses acuden a la universidad con tres objetivos: reclutar a nuevos agentes, promover investigaciones y espiar a profesores y organizaciones estudiantiles.
La universidad: principal centro de reclutamiento de la CIA
Según ha explicado Zwerling a El Confidencial, la CIA genera “10.000 solicitudes de ingreso al año” en los campus, entre profesores y estudiantes. Aunque los servicios de inteligencia estuvieron presentes en la universidad hasta el fin de la Guerra Fría y nunca han llegado a irse del todo, hoy buscan a sus agentes en distintos centros. “Desde que se fundó en 1947”, explica Zwerling, “la CIA ha tenido en los campus universitarios su principal centro de reclutamiento”.
La CIA busca mujeres y estudiantes de minorías étnicasOriginalmente, tal como cuenta el profesor, la agencia se centró en las universidades de élite de la Ivy League –las universidades más antiguas de EE.UU entre las que se encuentran Harvard, Columbia, Princeton y Yale–, pagando a profesores y entrenadores para que les dieran consejos sobre potenciales nuevos reclutas. La CIA realizaba así un seguimiento secreto de los estudiantes que encontraban interesantes y cuando iban a graduarse les ofrecía una oferta de trabajo. “Con el paso del tiempo”, comenta Zwerling, “la CIA ha expandido su búsqueda de agentes a más universidades –hay más de 4.000 en Estados Unidos– buscando mujeres y estudiantes de minorías étnicas”. Esto responde a lo que dijo la congresista Jan Harman tras los atentados del 11-S: “Necesitamos espías que se parezcan a los terroristas”.
Hoy en día, según datos facilitados por Zwerling, la CIA gasta 5 millones de dólares al año en 20 campus seleccionados por contar con un importante porcentaje de estudiantes pertenecientes a minorías étnicas. La CIA está centrando sus esfuerzos en reclutar estudiantes extranjeros que puedan ser utilizados como confidentes en sus países de origen. Estos nuevos reclutas salen, además, más baratos, pues generalmente pertenecen a sectores sociales de menor nivel adquisitivo. Zwerling cuenta que el estrés surgido por espiar a su propia gente ha llevado al suicidio a un número estimado de 40 estudiantes extranjeros.
Espionaje y extorsión en el campus
Desde el 11-S la CIA volvió con intensidad a la universidad, pero no sólo para reclutar, sino también para espiar las actividades de las organizaciones estudiantiles y de los profesores díscolos. Tal como explica Zwerling, uno de los nuevos programas de la CIA se conoce bajo el nombre de “Officer In Residence” (algo así como “un agente en las aulas”), y consiste en introducir en las universidades agentes de la CIA que imparten como profesores seminarios y cursos por los que se otorgan créditos de libre configuración. Además de usar a sus propios agentes, la CIA premia a los profesores universitarios que colaboran con ellos con la posibilidad de publicar sus investigaciones científicas en revistas vinculadas a la agencia, así como con la financiación encubierta de viajes de investigación. Por otro lado, se promueven investigaciones secretas. Tal como ha explicado Stephen Soldz, presidente de la asociación Psicólogos por la Responsabilidad Social, la CIA está reclutando profesores universitarios de psicología para investigar sobre la tortura.
No hay un sólo artículo crítico con la CIA en las revistas académicasLa prueba de que su presencia es importante, y está funcionando, es que no hay un sólo artículo crítico con la CIA en las revistas académicas. El investigador George Gibbs, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Universidad de Arizona, se lo explicó a Zwerling: “He repasado las cinco revistas más importantes sobre ciencias políticas especializadas en relaciones internacionales entre 1991 y 2000. No encontré ni un solo artículo que hablara de las operaciones encubiertas de la CIA”.
Los servicios de inteligencia en la universidad española
El Centro Nacional de Inteligencia –la CIA española– también ha tenido una importante presencia en la universidad, a la que considera una importante cantera de nuevos talentos para la Inteligencia. El periodista Fernando Rueda, considerado el mayor especialista español en asuntos de espionaje, explica que el CNI, al igual que la CIA, tiene colaboradores en las universidades para captar nuevos agentes. “Aunque el CNI recibe candidaturas”, explica Rueda, “se mueve para buscar a la gente oportuna en las universidades y tiene relaciones con decanos y profesores”. Incluso han llegado a poner carteles con ofertas de trabajo del Ministerio de Defensa, que en realidad eran para captar nuevos agentes del CNI. Al margen de esto, Rueda cree que “el CNI no tiene una sección concreta dedicada al control de la universidad”, más que nada porque “no supone un peligro como tal”. Sí la tuvo cuando se fundó el Centro, en 1973, pero desapareció pasada la Transición. Eso no quita que el CNI pueda desplegar un operativo en la universidad con motivo de un asunto en concreto, “si hay gente sospechosa en la misma”.
El CNI busca todo tipo de perfiles: traductores, periodistas, informáticos, ingenieros...La presencia formal y transparente del CNI en la universidad española comenzó en 2005, cuando se firmó un convenio con la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) para crear la Cátedra se Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos. Su director, Fernando Velasco, explica que la cátedra surgió como parte del proyecto "Cultura de Inteligencia", una iniciativa que busca dar a conocer los servicios de inteligencia a la sociedad española. Velasco insiste en que el hecho de que el CNI tenga secretos no le convierte en una sociedad secreta.
La cátedra de la URJC, en colaboración con el Instituto Juan Velázquez de Velasco de la Universidad Carlos III de Madrid –otra institución nacida de un convenio con el CNI–, imparte el Máster Interuniversitario en Analista de Inteligencia. El máster en cuestión sólo cuenta con 35 plazas. ¿Sirve éste para reclutar agentes? Velasco insiste en que no, pues el CNI cuenta con su propio proceso de selección abierto. De hecho, se pueden enviar currículos a través de su página web. Eso sí, aclara que el CNI es una salida laboral como otra cualquiera y busca todo tipo de perfiles: traductores, periodistas, informáticos, ingenieros... ¿Y el CNI no espía a la comunidad universitaria? "Si ellos tienen algún trabajo específico en la universidad lo desconozco", explica Velasco, y asegura que en su caso toda la relación con el centro es abierta y transparente.
En 1988 Sharon Foster, portavoz de la CIA por aquel entonces, declaró que los servicios de inteligencia “tenían suficientes profesores en nómina como para fundar una gran universidad”. Con la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, la CIA fue disminuyendo su presencia en los campus. Hasta ahora. El doctor Philip Zwerling, de la Universidad Panamericana de Texas, cree que su presencia aumentó notablemente desde el 11-S, en 2001, y que se ha extendido masivamente en el último año por todos los centros universitarios, “con motivo de la crisis, el miedo a la perdida de la hegemonía estadounidense y el surgimiento de nuevas amenazas exteriores”. En su libro, La CIA en el campus, Zwerling explica que los servicios de inteligencia estadounidenses acuden a la universidad con tres objetivos: reclutar a nuevos agentes, promover investigaciones y espiar a profesores y organizaciones estudiantiles.