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Cuidado con los tranquilizantes, terminan saliendo caros
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LOS MÉDICOS, EN EL PUNTO DE MIRA DE LOS ABOGADOS

Cuidado con los tranquilizantes, terminan saliendo caros

Los adictos al Valium y a las benzodiacepinas están comenzando a organizarse para demandar a los médicos que les recetaron tales pastillas sin advertirles de los riesgos

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Cuidado con los tranquilizantes, terminan saliendo caros

Los adictos al Valium y a las benzodiacepinas están comenzando a organizarse para demandar a los médicos que les recetaron tales pastillas sin advertirles de los riesgos que estaban corriendo a largo plazo. En Gran Bretaña se han multiplicado en los últimos meses el número de casos judiciales instados por negligencia de los facultativos que las prescribieron, y abogados y expertos alertan de que continuarán creciendo en los próximos años.

Se trata de tranquilizantes muy presentes en los botiquines caseros, que suelen ser prescritos para problemas cotidianos y que son consumidos por millones de personas en todo el mundo. Pero la cotidianeidad de su uso no debe hacernos olvidar que son sustancias con notables efectos secundarios. Según publica el diario The independent, un informe realizado una comisión del parlamento británico acerca del uso indebido de drogas estima que en 2009 había en el Reino Unido 1,5 millones de adictos involuntarios a los tranquilizantes. Más de 6,6 millones de recetas de benzodiacepinas para la ansiedad fueron dispensadas por las farmacias inglesas en 2010 y las recetas de Valium se incrementaron en un 20% en los últimos diez años.

Para Vicente Prieto, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio oficial de psicólogos de Madrid,  la popularidad de estas drogas en nuestra sociedad tiene que ver con que nos hemos acostumbrado a seguir el camino más fácil. Ansiedades, depresiones y fobias son habitualmente tratadas con estas sustancias, prueba de que “nos hemos metido en una cultura de poco esfuerzo, en la que la gente no quiere sacrificarse para solucionar sus problemas. En lugar de buscar estrategias para controlar las emociones o de enfrentarse con recursos propios a las situaciones complicadas, se echa mano de pastillas que nos facilitan las cosas y nos olvidamos de los problemas de fondo”. 

¿Tienes problemas? Tómate una pastilla

Para Prieto, en grandes patologías como la psicosis o la esquizofrenia, donde hay una alteración química en el cerebro, una solución en ese mismo nivel es necesaria. Pero cuando hablamos de pequeñas patologías, como la ansiedad, la depresión o las fobias el recurso sistemático a la medicación no está justificado. “Hay muchas situaciones que nos provocan alteraciones, como los problemas laborales, una mudanza o el fallecimiento de un ser querido, pero podemos enfrentarnos a ellas de manera natural. Sin embargo, se ha institucionalizado el tomarse la pastilla, que como nos deja más tranquilos de forma automática, hace inútil toda incitación al esfuerzo. Si el Valium te lo soluciona, para qué vas a preocuparte”. Según Prieto, esta actitud es negativa, ya que supone un mero parche que a la larga nos va resultar perjudicial, “ya que nos pasaremos la vida consumiendo fármacos. Cada vez que tengamos un problemas con la pareja, con el jefe o con los vecinos tenderemos a recurrir a ellos”.

Cualquier medicación que tenga la capacidad de alterar el funcionamiento del sistema nervioso central puede generar adicción, asegura Prieto. Y si además tenemos la opción de tomarla cuando nos parezca, es muy probable que el problema se vuelva más grave. “Si el médico te dice que tienes que tomarte una pastilla por la noche antes de dormir, y ves que te relaja, acabas recurriendo a ella automáticamente. ¿Qué estás nervioso porque tienes un examen o porque tienes que hablar con tu jefe? Pues te automedicas y acabas tomando dosis que no son las adecuadas”.

Temblores, taquicardias, nerviosismo

Los efectos de estas sustancias son diferentes en cada paciente. Mientras algunos las utilizan durante años con escasos efectos secundarios, otros se habitúan a ellas al cabo de un mes escaso. Y si hay quien puede dejarlas con poco esfuerzo, otros experimentan síntomas físicos y psíquicos notablemente adversos. Como explica Prieto, la adicción a las benzodiacepinas es como la que se sufre respecto de cualquier otra sustancia, “provocando dependencia psíquica y física. Pronto se tendrá que consumir mayor cantidad para que haga el mismo efecto, entrándose en un círculo vicioso”. Así, se acudirá al médico para decirle que se está peor, él nos recetará mayor dosis o un fármaco más potente y seguiremos sin solucionar el problema. Además, aparecerán nuevas complicaciones, ya que el síndrome de abstinencia que provoca puede ser importante. Cualquier depresor del sistema nervioso central, cuando se deja de tomar, puede generar síntomas como temblores, taquicardias o un incremento de la ansiedad”. Para Prieto, buena parte de estas adicciones tienen que ver con un mal uso del fármaco. Suelen ingerirse dosis más elevadas de las prescritas porque los pacientes se automedican.

Los problemas en el Reino Unido se han hecho públicos a raíz de que los efectos del consumo a largo plazo han empezado a ser conocidos, pero también porque en 2002 se ganó la primera demanda contra médicos por recetar estos fármacos sin avisar de las consecuencias de su uso prolongado, lo que provocó que muchos pacientes se animaran a reclamar.

Los adictos al Valium y a las benzodiacepinas están comenzando a organizarse para demandar a los médicos que les recetaron tales pastillas sin advertirles de los riesgos que estaban corriendo a largo plazo. En Gran Bretaña se han multiplicado en los últimos meses el número de casos judiciales instados por negligencia de los facultativos que las prescribieron, y abogados y expertos alertan de que continuarán creciendo en los próximos años.