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La crisis reactiva los insultos nacionalistas en Europa
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LA DESCONFIANZA REVIVE VIEJOS ESTEREOTIPOS

La crisis reactiva los insultos nacionalistas en Europa

“Ya están los alemanes dando órdenes”. “Y los franchutes protestando por todo”. “Y los ingleses, como siempre, hacen lo que les da la gana”. Si esta

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La crisis reactiva los insultos nacionalistas en Europa

“Ya están los alemanes dando órdenes”. “Y los franchutes protestando por todo”. “Y los ingleses, como siempre, hacen lo que les da la gana”. Si esta es una conversación de lo más probable en cualquier bar español en los últimos tiempos, igual de posible es que los alemanes vuelvan a pensar en los españoles como “vividores y vagos”. La crisis y las tensiones políticas existentes en Europa están provocando que la tan cacareada unión ciudadana haga aguas y aparezca cada vez más debilitada.

Quizá no tanto, pero es indudable que últimamente las amistades y afinidades se están resquebrajando en el viejo continente. “De fondo existe un problema de percepciones culturales difícilmente resoluble“, resume José Ignacio Torreblanca, profesor de Ciencia Política en la UNED y director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations (ECFR).

Ese organismo ha publicado recientemente un estudio titulado El choque de civilizaciones europeo en el que recuerda que “desde el comienzo de la crisis griega el año pasado, los alemanes han tendido a explicar los problemas de la moneda única europea en términos de una diferencia entre un norte fiscalmente responsable y un sur fiscalmente irresponsable”.

La tortilla se da la vuelta

Esa atribución de la responsabilidad a los países del sur desde una posición superior deja entrever una tendencia de comportamiento y pensamiento que podría romper la unión de los pueblos europeos en un futuro. “Si te sientes deudor ves el mundo de una forma distinta que si eres acreedor”, explica Torreblanca. La crisis económica ha provocado que la visión que unos países tienen de otros varíe hacia la negatividad. Como explica el experto, “cuando llega la crisis los estereotipos funcionan al revés”.

Es decir: hace unos años los alemanes envidiaban el buen vivir español, venían a pasar sus vacaciones y se compraban su segunda residencia aquí. “Qué bien se lo pasan”, pensaban. Ahora, sin embargo, Alemania observa a España con aire de reproche, como diciendo “eres un pasivo, una rémora, tienes una productividad insuficiente…”, según Torreblanca.

Y no sólo a España. “Alemania se siente con la ‘fatiga del donante’, renunciaron al marco alemán (componente central del orgullo patrio) por el euro, lo cual para ellos fue un sacrificio material y simbólico importante, y ahora se sienten traicionados. Muchos alemanes piensan que mientras ellos se ajustaban (una década sin subir las pensiones, por ejemplo) los demás se dedicaban a la dolce vita”.

Esta fatiga alemana es la parte más visible de un malestar generalizado en todos los países europeos. En caso español, al igual que los prejuicios, el orgullo se ha dado la vuelta con la crisis. “La adhesión española a la UE fue un logro histórico y un motivo de orgullo y autoestima nacionales. Ahora el orgullo es el de ‘me he librado de ser intervenido’. Para España es doloroso que desde fuera la asocien a un sur que no funciona, porque hace poco éramos los prusianos del sur y ahora estamos en la cola del continente”.

Tantas tensiones, rencores y reproches “se podrían cristalizar en una nueva división europea, quizá una división norte-sur, que tendría consecuencias de muy largo alcance”, elucubra Torreblanca, aunque lo ve como una opción muy remota. “Por el momento no hay que hablar de enfrentamientos físicos entre Estados. Pero si el euro se rompe, las atribuciones de culpas y el resurgir de resentimientos podrían llevar a una erupción de tensiones muy profunda”, advierte.

Es más lo que nos une que lo que nos separa

Sin embargo, Richard Youngs, director de la Fundación FRIDE, considera algo exagerada la posibilidad de una rotura europea. “Es cierto que hay más tensiones ahora que hace unos años, pero son a nivel gubernamental, como pueblo seguimos compartiendo mucho más de lo que nos divide”, asegura. Además Youngs considera que el proceso de cooperación europea se ha profundizado tanto que volver al estatus del principio sería excesivamente complicado.

Aún así, para evitar posibles riesgos, considera que lo necesario “con urgencia” es que surjan “líderes capaces de enviar otro tipo de mensajes a las poblaciones” porque es necesario para todos los europeos “entender que todos los países deben cooperar”.

En su opinión la crisis ayuda a generar tensiones y dificulta las relaciones entre los países europeos porque “se tiende a preservar los intereses nacionales ya que no hay tantos recursos para compartir como antes”. Aún así, afirma, no es en las diferencias en lo que hay que hacer hincapié, sino en el camino recorrido juntos. “Los alemanes le echan la culpa de la recesión a los países del sur, España le echa la culpa a Alemania… pero para salir de la crisis las dos caras de la moneda se tienen que hacer concesiones”.

“Ya están los alemanes dando órdenes”. “Y los franchutes protestando por todo”. “Y los ingleses, como siempre, hacen lo que les da la gana”. Si esta es una conversación de lo más probable en cualquier bar español en los últimos tiempos, igual de posible es que los alemanes vuelvan a pensar en los españoles como “vividores y vagos”. La crisis y las tensiones políticas existentes en Europa están provocando que la tan cacareada unión ciudadana haga aguas y aparezca cada vez más debilitada.