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"Vamos a toda velocidad en una máquina imparable que no tiene quien la conduzca"
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ENTREVISTA CON JAVIER MORO, PREMIO PLANETA (II)

"Vamos a toda velocidad en una máquina imparable que no tiene quien la conduzca"

En el mundo más desarrollado, la felicidad parece sacrificarse en aras de una mayor riqueza material, nuestro bienestar nunca nos parece suficiente y la depresión crece

Foto: "Vamos a toda velocidad en una máquina imparable que no tiene quien la conduzca"
"Vamos a toda velocidad en una máquina imparable que no tiene quien la conduzca"

En el mundo más desarrollado, la felicidad parece sacrificarse en aras de una mayor riqueza material, nuestro bienestar nunca nos parece suficiente y la depresión crece en paralelo al supuesto progreso. “Cuando vuelvo a Europa observo una gran tristeza en los ojos de la gente, una gran preocupación” asegura Javier Moro. “Estamos metidos en una máquina imparable que va a toda velocidad y que no tiene quien la conduzca. En Brasil -país donde transcurre la acción del galardonado El imperio eres tú-, uno se encuentra con mucha más gente contenta, como ocurre en India”. Son naciones igual de exóticas y muy diferentes, con una espiritualidad profunda, que en el caso brasileño incorpora tradiciones africanas importadas junto con los esclavos en los siglos previos a la independencia (1822). “Dicen los brasileños que ellos tienen un pie en la realidad y otro en el otro mundo. Quizás eso les dé el encanto que tienen. Las historias que salen de la India o de Brasil no tienen nada que ver con lo que se puede escribir sobre Europa o sobre Estados Unidos. Son mundos diferentes y a mí me gusta explorarlos”.

En opinión de Javier Moro, “Pedro I de Brasil fue un gran líder. Hoy en día no se ven estos líderes, es todo muy uniforme”. Decía el premio Nobel indio Rabindranath Tagore que el líder verdadero siempre es guiado. Hablamos de líderes políticos, líderes económicos, líderes en todos los órdenes de la sociedad. Personas que sirven a su comunidad, que crean trabajo, que innovan, que se atreven, que rompen paradigmas. Aquí brillan por su ausencia. “Mira los pocos que hay y lo que valen, mira Steve Jobs, mira Bill Gates. Son cuatro en todo el mundo, pero la riqueza que estas cuatro personas han aportado a su país es enorme. Desde luego, en Europa sí que estamos faltos de líderes”.

Lula convirtió millones de pobres en clase media

El sistema educativo español tan constrictivo, tan obsoleto, tan fundamentado en la memoria y tan poco en el pensamiento crítico y creativo, no ayuda. “Es muy curioso, yo había leído una vez que, por ejemplo, los franceses son muy creativos en grandes obras colectivas. Ellos son los que han iniciado el tren de alta velocidad, el Concorde, el Ariane, etc. Siempre mediante el Estado. En EE.UU. un tipo en un garaje, de repente te cambia el mundo. Eso hicieron Jobs y Wozniak. Esa capacidad de ser emprendedor desde la nada es muy norteamericana. Detrás hay una industria que funciona. Es la gran riqueza que tienen. Muchos hablan del declive americano pero yo todavía no lo creo. Culturalmente no hay manera de creérselo. Dudo de que un país que  favorece tanto al emprendedor decaiga. Antes caemos nosotros, eso sí”.

Los chinos se van a comer el mundo, pero a un coste tremendo

Como ya dijo Max Weber, un líder político debe combinar el pragmatismo con una buena dosis de fidelidad sus principios. Javier Moro se declara admirador del ex-presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. “Lula ha sido otro líder formidable, un grandísimo líder. Fíjate en lo que ha sido para Brasil: 40 millones de pobres menos durante los años que ha estado Lula. Todo por aplicar ideas, ser inteligente, transformar la educación, no ser dogmático, saber adaptarse, saber adaptar la economía y no renegar de sus principios. Ha convertido a millones de pobres en clase media y ahora son el motor de Brasil”. ¿Habrá dejado de ser ‘o pais do futuro’, la eterna promesa? “No lo sé, espero que no se esté generando una burbuja enorme. No es normal que una cena para dos en Sao Paulo no salga por menos de 100 euros. Su riqueza, como la de toda Latinoamérica en general, está todavía muy basada en las materias primas. Yo creo que serán capaces de transformarse en economías del conocimiento, pues noto su gran vitalidad”.

Javier Moro se encuentra en casa cuando habla su idioma, en el que incluye esa mezcla de español y portugués (‘portuñol’) que hablan muchos brasileños. “Cuando voy a América Latina me siento de allí, me siento en casa. Esto del idioma nuestro es fabuloso. Yo me siento de mi idioma, nuestro idioma alcanza a un montón de gente, 450 millones. Cuando recorrí por primera vez Latinoamérica me dije: mi país es enorme. Tuve esa sensación de que no había salido de mi país, que las distintas naciones eran variaciones de una misma cosa, algo similar a lo que ocurre dentro de España. Allá cada país tiene una gran identidad frente al vecino, no como acá que peleamos continuamente. Brasil es también un país muy diferente según las zonas pero a la vez muy hegemónico, todos son muy brasileños, todos son muy patriotas”.

Hacen falta líderes con ideas nuevas

China no figura entre los favoritos de este escritor errante. “No me atrae demasiado porque veo a los chinos exageradamente materialistas. Han perdido esa gentileza, esa amabilidad, esa cordialidad de la que disfrutas en India o Brasil. Son durísimos entre ellos,  todo es dinero, vales lo que tu dinero. Se van a comer el  mundo pero con un coste tremendo. A medio plazo puede haber grandes tensiones entre distintas etnias y regiones. La ocupación del Tíbet, por ejemplo, me parece una vergüenza”. Por otro lado, “en una economía globalizada competimos con ellos. En las manufacturas nos barren, necesitamos innovar y eso significa invertir masivamente en educación. Y, como decíamos, hacen falta líderes con ideas nuevas, personas que, como dijo Napoleón III, marchen a la cabeza de las ideas del siglo y no detrás, arrastrados por ellas”.

La monarquía es una institución que no me disgusta, pero es muy frágil

En ese sentido, Pedro I consiguió mostrarse como un adelantado. “Gracias a su gran inteligencia intuitiva, él sabía que el mundo estaba cambiando. A pesar de ser el heredero de un imperio, estaba convencido de que ya no se podía ejercer el poder absoluto, ese poder que para él significaba engañar a la gente. Creyó en la libertad y muchas veces contra sus intereses. A él le tocó cambiar, le tocó ser el protagonista de ese cambio, por eso es tan interesante su personaje, un personaje bisagra entre dos mundos y dos épocas. Un líder nato, una fuerza de la naturaleza, al que incluso aclamaron los liberales españoles ofreciéndole ser emperador de Iberia”.

La economía somos nosotros

Nuestras estructuras políticas y sociales no favorecen los liderazgos fuertes. Votamos a supuestos líderes que luego no son tales y están al servicio de otros intereses. Pero Javier Moro no entiende que esto constituya un motivo de sorpresa. “Me asombra la ingenuidad con que algunos dicen que nos gobiernan la economía o los mercados. ¡Pues claro!, vivimos en una economía capitalista y esto no es nuevo. La economía somos nosotros, es la suma de todos los fondos en los que tenemos nuestros ahorros. Los fondos los gestionan personas que tratan de ganar el máximo dinero posible y que deberían seguir unas reglas. No son extraterrestres o entes extraños”.

Como no podía ser de otro modo, detrás de un gran hombre, como el protagonista de su novela, aparece la gran mujer: Leopoldina. “Una grandísima reina consorte que vivió y murió por amor. En la novela se dice que fue educada para asumir que el papel de las princesas era el de servir de ficha en el ajedrez de la política internacional. Una mujer de estado, siempre fiel a las ideas de su marido”. Esto ya parece que no es así, con alguna excepción como puede ser la reina Sofía. “Sí, yo creo que la monarquía funciona muy bien en países como el nuestro, pues actúa como factor de unificación. Me he hecho más monárquico al escribir este libro porque he entendido muchos de sus valores. Aglutinan distintos intereses, representan bien a un pueblo y es más barato que el sistema presidencialista. Es una institución que no me disgusta pero muy frágil. Estar educado para ser parte de la realeza es fundamental para que la monarquía tenga sentido. La reina Sofía se ha formado desde pequeña para hacer lo que hace y Letizia no. La princesa de Asturias ha sido educada para ser una mujer libre y luego periodista. Y eso se nota y le pasa factura pues la presión es muy fuerte  le deja incluso huellas físicas. Yo creo que ella encuentra la monarquía como algo muy restrictivo y muy restringido. La monarquía exige mucha devoción, yo no les envidio. El príncipe Felipe sí ha sido educado para eso y mantiene los valores de la monarquía, que tendrá que pasar a sus hijos. Felipe lo hará bien, lo hará igual de bien que su padre. En cuanto a los matrimonios y amistades de la realeza, eso ya es otro cantar”.

*Este artículo es la segunda parte de la entrevista publicada ayer.

En el mundo más desarrollado, la felicidad parece sacrificarse en aras de una mayor riqueza material, nuestro bienestar nunca nos parece suficiente y la depresión crece en paralelo al supuesto progreso. “Cuando vuelvo a Europa observo una gran tristeza en los ojos de la gente, una gran preocupación” asegura Javier Moro. “Estamos metidos en una máquina imparable que va a toda velocidad y que no tiene quien la conduzca. En Brasil -país donde transcurre la acción del galardonado El imperio eres tú-, uno se encuentra con mucha más gente contenta, como ocurre en India”. Son naciones igual de exóticas y muy diferentes, con una espiritualidad profunda, que en el caso brasileño incorpora tradiciones africanas importadas junto con los esclavos en los siglos previos a la independencia (1822). “Dicen los brasileños que ellos tienen un pie en la realidad y otro en el otro mundo. Quizás eso les dé el encanto que tienen. Las historias que salen de la India o de Brasil no tienen nada que ver con lo que se puede escribir sobre Europa o sobre Estados Unidos. Son mundos diferentes y a mí me gusta explorarlos”.