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Relaciones sentimentales que sí te convienen
  1. Alma, Corazón, Vida
IMPLICARSE A FONDO EN EL AMOR CONLLEVA CIERTOS RIESGOS

Relaciones sentimentales que sí te convienen

Nos hacemos humanos con los demás, y, por lo tanto, relacionarnos no es opcional si deseamos una vida activa, responsable y emocionalmente ecológica. Al relacionarnos tenemos

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Relaciones sentimentales que sí te convienen

Nos hacemos humanos con los demás, y, por lo tanto, relacionarnos no es opcional si deseamos una vida activa, responsable y emocionalmente ecológica. Al relacionarnos tenemos la oportunidad de ser aceptados, respetados, cuidados, estimulados y amados y esta es la base para aprender a darnos aceptación, respeto, cuidado, estímulo y amor a nosotros mismos y a los demás. Disponemos de la capacidad de amar a muchas personas y de amarlas bien. Pero de nada sirve una capacidad cuando no se ejerce. Para pasar de amor a amar debemos empezar a tomar conciencia de que amar es un arte que requiere tiempo y disciplina. Muchos se quedan a las puertas. Entrar a fondo en el amor significa estar dispuesto a correr riesgos, y esto da miedo.

Lo cierto es que nadie es de nadie y debemos aplicar en nuestras relaciones personales los principios de libertad y respeto, pues sólo en un territorio libre de tóxicos puede crecer el buen amor. Su práctica nos hace más generosos y mejor adaptados; nos permite disponer de mayores y mejores estrategias de supervivencia y, además, aumenta nuestra capacidad de ser felices y de crear felicidad. Aunque amemos a muchas personas, tenemos la capacidad de amar a muchas más y amarlas mejor. Lo expresa poéticamente Antonio Gala: "El amor verdadero nunca consistirá en un foso que aísle; nunca será una reducción del universo al incomparable tamaño de unos ojos. Sería como usar prismáticos por el extremo inadecuado. El amor no empequeñece, amplía. Como en las bolsas mágicas de los cuentos, no se consume por más que se dé".

Hay diferentes tipos de relaciones que pueden aportarnos bienestar emocional y en ellas todos ganamos. Veamos algunas de ellas:

Simbiosis. Alianza entre dos seres de la cual ambos salen beneficiados. Interés mutuo. En el reino vegetal hay muchos ejemplos de simbiosis. En la Patagonia argentina se llaman farolillos chinos a unas plantas bromeliáceas que viven del aire y que necesitan soportes donde crecer. Las bromelias, de color amarillo, verdoso o rojizo, forman esferas de diferentes tamaños que cuelgan con elegancia de los árboles y causan admiración. Estas plantas extraen de los árboles su savia sucia, dejando intacta su savia limpia. A su vez, los árboles patagónicos las alojan y les sirven de sostén. Ambos ofrecen al viajero una imagen de gran belleza. Todos ganan.

Colaboración. En esta relación todos somos necesarios. Hay un objetivo común, claro, definido y compartido. Mentes y corazones sincronizados crean sinergias en vistas a lograr algo. Juntos somos más fuertes y nos complementamos. Lo mejor de cada uno en un único cóctel emocional puesto a disposición de objetivos que valgan la pena y con la fuerza de una visión compartida puede ser la chispa que cambie nuestro mundo.

Reciprocidad. Raramente la generosidad se incluye en las transacciones, pero siempre se halla en la reciprocidad. Para que exista la posibilidad de reciprocidad, y por lo tanto de construir relaciones sanas, debemos partir de la generosidad con nosotros mismos que nos llevará a la sensibilidad y empatía hacia las necesidades del otro. En este tipo de relaciones no se lleva la contabilidad afectiva propia de las relaciones mercantiles. Hay periodos en los que uno aporta más a la relación que otro. Y no obstante, en general quienes gozan de ellas sienten que la relación les compensa y que pueden confiar en el compromiso y la generosidad del otro para mejorar y hacer crecer el vínculo.

Solidaridad y altruismo. Unión para un fin común. Cuando la causa es noble cambian el mundo, lo hacen mejor y más habitable. Son contravalores del egoísmo, de la avaricia, la ambición, el poder y el desenfreno. La solidaridad es una conducta desinteresada, alegre y generosa dirigida a conseguir el bien de los demás empezando por los más cercanos a nosotros. No se trata de dar lo que nos sobra, sino lo que los demás precisan. Es compartir con todos los que nos rodean. El altruismo supone un paso más: es el desprendimiento incluso de uno mismo para conseguir el bien ajeno y por motivos puramente humanitarios y formar parte de nuestro instinto básico de supervivencia.

Los siete principios para la gestión emocionalmente ecológica de las relaciones

La ecología emocional propone siete principios para potenciar la calidad de nuestras relaciones personales. Su aplicación es fuente de mejora clara de las mismas, de prevención de conflictos, de respeto y de creación de un espacio de relación que permite un crecimiento conjunto.

1. Principio de autonomía personal.

Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán.

2. Principio de prevención de dependencias.

No hagas por los demás aquello que son capaces de hacer por sí mismos.

3. Principio del bumerán.

Todo lo que haces a los demás también te lo haces a ti mismo.

4. Principio del reconocimiento de la individualidad y la diferencia.

No hagas por los demás aquello que te gusta a ti: pueden tener gustos distintos.

5. Principio de moralidad.

No hagas a los demás aquello que no quieres que te hagan a ti.

6. Principio de autoaplicación previa.

No podrás hacer ni dar a los demás aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo.

7. Principio de limpieza relacional.

Tenemos la responsabilidad de hacer limpieza de las relaciones ficticias, insanas y que obstaculizan nuestro crecimiento como personas.

*Mercè Conangla y Jaume Soler son los creadores de la Fundació Ambit y autores del libro Ecología emocional para el nuevo milenio. El arte de reinventarse a uno mismo,

Nos hacemos humanos con los demás, y, por lo tanto, relacionarnos no es opcional si deseamos una vida activa, responsable y emocionalmente ecológica. Al relacionarnos tenemos la oportunidad de ser aceptados, respetados, cuidados, estimulados y amados y esta es la base para aprender a darnos aceptación, respeto, cuidado, estímulo y amor a nosotros mismos y a los demás. Disponemos de la capacidad de amar a muchas personas y de amarlas bien. Pero de nada sirve una capacidad cuando no se ejerce. Para pasar de amor a amar debemos empezar a tomar conciencia de que amar es un arte que requiere tiempo y disciplina. Muchos se quedan a las puertas. Entrar a fondo en el amor significa estar dispuesto a correr riesgos, y esto da miedo.