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Acabar con la enfermedad de los pobres a golpe de brocha
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UNA QUÍMICA ESPAÑOLA HA INVENTADO UNA PINTURA QUE PREVIENE EL MAL DE CHAGAS

Acabar con la enfermedad de los pobres a golpe de brocha

Más vale prevenir que curar, dicen. Eso pensó la científica española Pilar Mateo cuando tuvo la idea de crear una pintura que protegiera las paredes de

Foto: Acabar con la enfermedad de los pobres a golpe de brocha
Acabar con la enfermedad de los pobres a golpe de brocha

Más vale prevenir que curar, dicen. Eso pensó la científica española Pilar Mateo cuando tuvo la idea de crear una pintura que protegiera las paredes de las casas de los insectos. En concreto, de las vinchucas (o chinches) que en las zonas más pobres de Latinoamérica trasmiten a los humanos el Mal de Chagas, la enfermedad del silencio, el padecimiento de los pobres.

Un buen día en 1997 esta doctora en ciencias químicas leyó en un periódico que un quirófano se había cerrado por la presencia de bacterias y se puso a pensar cómo podría solucionarse algo así. “Muchos artrópodos (cucarachas, hormigas, etc.) actúan como ‘taxistas’ involuntarios de las bacterias que transportan en sus patas por donde quiera que vayan. Pensé que controlando las paredes podríamos eliminar o reducir el problema, y ahí empezó todo”, relata a El Confidencial vía mail.

Así nació Inesfly, una nueva tecnología de cápsulas poliméricas que permite incorporar distintos principios activos en biopolímeros de liberación lenta. Camufladas en la pintura convencional, estas cápsulas van soltando paulatinamente su ‘antídoto’ y así mantienen a los insectos lejos de las casas y, por tanto, alejados de los humanos.

Un año después de empezar a desarrollar su invento, un médico llegado del Chaco (Bolivia) buscó a Mateo y, literalmente, le dijo “mi pueblo se muere del mal de Chagas”. Ni corta ni perezosa, la química tomó la que considera “la decisión más importante” de su vida y se marchó al país sudamericano.

Mateo se fue al Chaco “con la prepotencia que caracteriza a los Occidentales” pero al llegar, cuenta, se le cayó el alma a los pies. “Era una pobreza tan extrema que no me lo podía imaginar. Iba a pintar casas y resulta que la mayoría eran palos y plásticos con adobe. Como no había carreteras, llegar a cualquier comunidad era una aventura. Realmente no me había imaginado encontrarme en una situación de este tipo, pero no me quedó más remedio que aplicar el optimismo de la voluntad para seguir adelante”, recuerda.

La enfermedad del silencio

El Mal de Chagas, descubierto hace más de 100 años por el médico brasileño Carlos Ribeiro de Chagas, afecta a más de diez millones de personas hoy en día. La enfermedad se contagia a través de las heces de insectos triatomíneos, llamados comúnmente vinchucas, chinches o chipos, y está presente en varios países de América Latina (de forma especialmente fuerte en Bolivia y Paraguay).

Según explica la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su web, los síntomas más agudos de esta enfermedad parasitaria tropical pueden ser "alteraciones cardíacas, digestivas, neurológicas o combinadas", pero suelen aparecer muchos años después de que la persona haya sido infectada. Por eso, y por la poca atención que se le presta a pesar de su prevalencia, a esta enfermedad que causa unas 14.000 muertes al año se la conoce como ‘‘la enfermedad del silencio’.

“El Chagas no es más que una tapadera de una realidad que nadie quiere ver, que es la pobreza”, denuncia Mateo. Efectivamente, las bacterias que provocan la enfermedad son potentemente atraídas por la falta de higiene y el hecho de vivir en casas de adobe facilita que los insectos que las transportan habiten en esas paredes y salgan, por las noches, a chupar la sangre de los habitantes y transmitirles así el mal.

Una enfermedad sin vacuna ni atención

Los dos medicamentos que hasta ahora se han desarrollado para tratar esta enfermedad (para la que no existe vacuna), el nifurtimox y el denzodiazol, son difícilmente accesibles para la población rural y, además, producen severos efectos secundarios. Por ese motivo la lucha contra el Chagas de los países latinoamericanos se ha limitado a la fumigación de los poblados con insecticidas convencionales, una medida válida en un principio pero que a la larga se vuelve ineficaz porque el efecto desaparece.

Por eso, blindar las casas parece una buena idea. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece un tiempo de tres años sin presencia de vectores para poder afirmar que una enfermedad está erradicada. “Nosotros hemos superado los tres años sin Chagas –en las comunidades en las que han introducido Inesfly- con mucha holgura”, se enorgullece la química.

Ahora, Mateo y su equipo están estudiando cómo trasladar este mismo sistema a otras enfermedades como la malaria (el proyecto está ya en su última fase) o el dengue. “La mayoría de las enfermedades por las que se sufre y se muere en los países del sur fueron resueltas hace mucho tiempo en el norte. Sabemos, pues, cómo hacerlo, por lo que nos encontramos con la obligación de pasar a la acción”, asegura Mateo.

En los doce años que lleva trabajando sobre el Mal de Chagas, la científica y sus colaboradores han pintado unas seis mil casas “con resultados muy buenos porque hemos erradicado la presencia de las vinchucas dentro y fuera de los domicilios y hemos comprobado que los niños nacidos en las casa pintadas ya no han contraído la enfermedad”.

Todo ello gracias a la colaboración de algunas entidades públicas (AECID, Ayuntamiento de Alicante), de otras privadas (Fundación Repsol, Aire Europa) y a la autofinanciación de los participantes en el proyecto.

Doce años después de que comenzara la aventura Mateo, lejos de conformarse con lo conseguido, sigue avanzando. “He cambiado mucho desde que empezó todo, con el tiempo los problemas se enfocan de otra manera. De un problema específico de salud (el Mal de Chagas) vinculado con un vector (un chinche) llegas a entender que el problema principal es la pobreza, la falta de educación en salud e higiene, la desmotivación de los afectados y la falta de coordinación de los que tenemos o queremos ayudarles”, reflexiona.

Ahora, asegura, está ya pensando en su próximo reto: proteger plantas y animales de insectos como la mosca tsé-tsé para evitar las hambrunas que provocan cuando echan a perder las cosechas.

Además, a lo largo de este tiempo Mateo ha creado el Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo (MOMIM) como una entidad centrada en dar formación y empleo a las mujeres indígenas y la Fundación Ciencia y Conocimiento en Acción (CYCA) para poner en marcha proyectos de salud. Está claro que la de viajar a Bolivia fue, efectivamente, la decisión más importante de su vida.

Más vale prevenir que curar, dicen. Eso pensó la científica española Pilar Mateo cuando tuvo la idea de crear una pintura que protegiera las paredes de las casas de los insectos. En concreto, de las vinchucas (o chinches) que en las zonas más pobres de Latinoamérica trasmiten a los humanos el Mal de Chagas, la enfermedad del silencio, el padecimiento de los pobres.