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"Podía haberme hecho rica pero preferí crear una ONG”
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LA ECONOMISTA CHRISTINE KADJO, PREMIO HARAMBEE

"Podía haberme hecho rica pero preferí crear una ONG”

Podría estar ganando mucho dinero e invirtiéndolo en negocios, podría haberse convertido en una empresaria de éxito en Europa. podría haber seguido recorriendo el camino de las

Foto: "Podía haberme hecho rica pero preferí crear una ONG”
"Podía haberme hecho rica pero preferí crear una ONG”

Podría estar ganando mucho dinero e invirtiéndolo en negocios, podría haberse convertido en una empresaria de éxito en Europa. podría haber seguido recorriendo el camino de las finanzas internacionales que inició y tener una casa enorme y un coche de lujo. Pero la marfileña Christine Kadjo ha elegido una senda muy diferente y ha puesto su talento y su energía al servicio de su país, o más concretamente, de las mujeres de su país.

Kadjo se considera “una privilegiada” del sistema de educación marfileño ya que ella tuvo la oportunidad no sólo de ir a la escuela, si no de llegar a la universidad, donde estudió Ciencias Empresariales y Comercio, y entrar a trabajar como economista en multinacionales potentes como el BICICI (Banque Internationale pour le Commerce et l’Industrie de la Côte d’Ivoire). Mientras lo hacía, colaboraba con varias ONGs como voluntaria y un día decidió que tenía que “devolver a Costa de Marfil” todo lo que el país le había dado.

Entonces resolvió, hace ya 20 años, poner en marcha la Asociación Education and Development (EDE) con el objetivo de ofrecer educación, atención sanitaria y formación específica a las mujeres que por una u otra razón tenía difícil el acceso el mundo laboral y con la convicción de que “es el modo más seguro para vencer la injusticia, la violencia y el fanatismo, así como el sufrimiento y el dolor que produce la ignorancia”.

Así lo aseguraba este jueves al recoger el Premio Harambee “Comunicar África 2011” a la promoción e igualdad de la mujer africana, otorgado por la ONG homónima. Un día antes, en conversación telefónica con El Confidencial, Kadjo explicaba que en los pueblos de Costa de Marfil la mayoría de la población no tiene dinero para poder ir a la escuela ya que, a pesar de ser pública, no pueden costearse los materiales ni los uniformes. Además, denunciaba, en caso de que haya algo de capital, se destina siempre preferentemente a la educación de los hijos varones, motivo por el cual el analfabetismo es mucho más alto entre la población femenina (54% frente al 40% de los hombres).

Por eso es fundamental para el desarrollo del país que las mujeres, un colectivo marginado del mundo laboral, puedan contribuir a él. Su EDE ha creado tres centros de formación profesional (Yaraní, Eventail y Okassou) en los que se les ofrecen las herramientas necesarias para poder enfrentarse al trabajo, desde la educación más básica hasta el aprendizaje de oficios concretos, ya que Kadjo está convencida de que “cuando las mujeres aprendan a trabajar seriamente podrán impulsar el país”.

En su discurso tras recibir el premio en Madrid, la economista citaba un ejemplo de cómo la organización que ha creado ayuda a las mujeres más desfavorecidas a encontrar una salida de la pobreza. “Vale la pena mencionar el ejemplo de Raissah, una joven madre de dos niños que después de aprender con nosotros abrió un restaurante de barrio y ha contratado a alumnas formadas en la Escuela para trabajar en su iniciativa, que empieza a crecer”.

Levantarse tras la guerra

Raissah es sólo una de las 4.000 mujeres que han podido aprender gracias a EDE, pero es una que ha conseguido salir adelante precisamente en los últimos meses, que han sido extremadamente difíciles para Costa de Marfil. El país, que acaba de sufrir una guerra civil que aún colea, ha visto cómo la tasa de pobreza aumentaba del 10% de la población en 1985 hasta el 50% en la actualidad, un caldo de cultivo perfecto para el analfabetismo y la ignorancia. Por eso Kadjo trabaja ahora más duro que nunca con la intención de poner su granito de arena no sólo en la recuperación económica de su patria, sino en la pacificación de la sociedad costamarfileña.  

“La educación transforma a la persona desde dentro, le proporciona nuevos modos de pensar, de enfocar su vida, de actuar, y ese proceso de transformación no sólo tiene influencia en la persona misma, sino que trasciende a su entorno inmediato, a su familia, a sus vecinos y finalmente a todo el país”, asegura.

Más allá de la formación de la población femenina en general y de la asistencia sanitaria, hace tiempo que EDE desarrolla un programa específico víctimas de la guerra. “La escuela acoge en un internado a las chicas desplazadas, a las que encuentran dificultades de alojamiento en la capital o a las que han quedado huérfanas por los enfrentamientos”, explica. Además, la ONG imparte seminarios sobre derechos humanos y sobre los derechos de la mujer para que todas ellas sean capaces de enfrentarse más adelante a un mundo corrupto y gobernado por hombres.

Kadjo está tan convencida del éxito de su proyecto y es tal la confianza que, a pesar de todo, tiene en su país, que asegura que su ilusión es “ofrecer al mundo un auténtico modelo de desarrollo de los africanos llevado a cabo por los mismos africanos”, porque “no queremos ser un país asistido por Occidente para siempre”.

Podría estar ganando mucho dinero e invirtiéndolo en negocios, podría haberse convertido en una empresaria de éxito en Europa. podría haber seguido recorriendo el camino de las finanzas internacionales que inició y tener una casa enorme y un coche de lujo. Pero la marfileña Christine Kadjo ha elegido una senda muy diferente y ha puesto su talento y su energía al servicio de su país, o más concretamente, de las mujeres de su país.