Es noticia
La historia no se enseña en el colegio, sino en las series de televisión
  1. Alma, Corazón, Vida
'CUÉNTAME' ¿EDUCA O MANIPULA?

La historia no se enseña en el colegio, sino en las series de televisión

¿Vemos la historia a través de los ojos de la televisión? Generaciones jóvenes se han asomado a los hechos de una época a través de la

Foto: La historia no se enseña en el colegio, sino en las series de televisión
La historia no se enseña en el colegio, sino en las series de televisión

¿Vemos la historia a través de los ojos de la televisión? Generaciones jóvenes se han asomado a los hechos de una época a través de la mirada que ofrecen series televisivas como Cuéntame, Amar en tiempos revueltos o La República, lo cual ha generado lecturas encontradas. Por una parte están quienes señalan que el uso pedagógico de las series es positivo, en tanto permiten acceder al conocimiento de hechos históricos recientes que de otro modo se perderían entre los numerosos datos contenidos en los libros de texto. Como asegura Ana Lanuza, profesora de cine y televisión de la Universidad San Pablo CEU, “las generaciones más jóvenes, (hasta los 40 años) ven la Transición como una época conflictiva que ni siquiera llegaba a estudiarse en el colegio. Y las series de ficción son una buena fuente de acceso al pasado, especialmente porque mezclan de forma muy efectiva  lo histórico y lo sentimental”.

Además, esta relación es especialmente importante en la medida en que no sólo con relatan qué ocurrió, sino que entran de lleno en lo que Concepción Cascajosa, profesora de la universidad Carlos III llama el aire de los tiempos: “Series como Cuéntame han trabajado muchos temas relacionados con la cultura popular y con la vida cotidiana de la época, como la música, las películas o el retrato costumbrista, ofreciendo una aproximación que no se encuentra en los libros de historia”. De ahí que buena parte del éxito de las ficciones narrativas de ese tipo provengan de un especial cuidado en la ambientación y en la documentación. “En Cuéntame hay una intención expresa de utilizar correctamente los archivos históricos, y sus guionistas tratan de ser bastante precisos en los datos que emplean. Puede decirse, asegura Cascajosa, “que ofrecen una representación de la historia bastante correcta”.

No es posible ser objetivo 

Esta misma vertiente pedagógica de las series genera algunos problemas, al poner en juego posturas ideológicas diferentes sobre las mismas épocas. Así La república  o Amar en tiempos revueltos suscitaron críticas en las filas conservadoras al entender que el partido en el gobierno estaba utilizando la ficción televisiva para tergiversar la historia con fines electorales. Sin embargo, asegura Cascajosa, la representación de la historia que hacen las series nunca puede ajustarse a la realidad. “Siempre que se narra el pasado se hace desde un punto de vista determinado. Les ocurre  a los mismos historiadores, que dan lecturas distintas de las mismas épocas”. Coincide Lanuza, quien señala cómo  es imposible hacer historia de un modo que no sea subjetivo. Puedes intentar que sea algo equilibrado, contentando o enfadando a todos por igual, pero los productos culturales raramente pueden ser objetivos”.

Máxime cuando, como señala Cascajosa, “la representación del pasado siempre termina haciéndose desde el presente. Eso supone que en las series históricas puedan incorporarse temáticas, como la violencia de género o la discriminación de los homosexuales, que en su momento no tenían ninguna presencia pública. Ni siquiera se debatían porque no eran vistos como un problema social”.

Pero que la visión sobre el pasado no pueda ser objetiva no quita para que también puedan darse lecturas manipuladoras, asegura Lanuza, ya que hablamos de series que al mezclar lo sentimental con lo político generan una confianza en el espectador que puede ser fácilmente traicionada. “Cuando una serie te gusta y te identificas con sus personajes, es muy sencillo que acabes creyendo que todo lo que cuentan es cierto o que los hechos reales ocurrieron tal y como los describen. Y no es así. Por ejemplo, en las series de TVE el tratamiento que se da a la Iglesia no es nada realista ni adecuado”. Pero ese es un problema que se puede solucionar, afirma, “siempre que alertemos al espectador de la gran capacidad que tiene la emoción de nublar el entendimiento. Hay que concienciar a la gente para que entienda que  las novelas, las películas y las series siempre tienen una perspectiva parcial, y que lo ideal es que recurran a otras fuentes para que puedan hacerse una idea de qué ocurrió en realidad”.

¿Vemos la historia a través de los ojos de la televisión? Generaciones jóvenes se han asomado a los hechos de una época a través de la mirada que ofrecen series televisivas como Cuéntame, Amar en tiempos revueltos o La República, lo cual ha generado lecturas encontradas. Por una parte están quienes señalan que el uso pedagógico de las series es positivo, en tanto permiten acceder al conocimiento de hechos históricos recientes que de otro modo se perderían entre los numerosos datos contenidos en los libros de texto. Como asegura Ana Lanuza, profesora de cine y televisión de la Universidad San Pablo CEU, “las generaciones más jóvenes, (hasta los 40 años) ven la Transición como una época conflictiva que ni siquiera llegaba a estudiarse en el colegio. Y las series de ficción son una buena fuente de acceso al pasado, especialmente porque mezclan de forma muy efectiva  lo histórico y lo sentimental”.