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Material sanitario de la basura a la boca, la hepatitis C se extiende por Egipto
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LOS RESTOS DE MATERIAL HOSPITALARIO SON UTILIZADOS POR LA POBLACIÓN

Material sanitario de la basura a la boca, la hepatitis C se extiende por Egipto

En Egipto, el país donde la hepatitis C se propaga con más rapidez, la falta de controles permite a los recolectores de basura convertir jeringuillas utilizadas

Foto: Material sanitario de la basura a la boca, la hepatitis C se extiende por Egipto
Material sanitario de la basura a la boca, la hepatitis C se extiende por Egipto

En Egipto, el país donde la hepatitis C se propaga con más rapidez, la falta de controles permite a los recolectores de basura convertir jeringuillas utilizadas en objetos de plástico de uso cotidiano como cuencos o "shishas".

La pipa de agua o "shisha" y el "koshari", el popular plato egipcio que combina legumbres con pasta, son dos de los iconos más característicos de las calles cairotas; pero lo que la mayoría de sus habitantes desconoce es que las boquillas de los narguiles y los recipientes del "koshari" provienen de deshechos médicos infectados.

La lucha diaria por sobrevivir en El Cairo ha llevado a algunas familias de recolectores de basura o "zabalín" a dejar de lado el reciclaje de los desperdicios más comunes y a trabajar con jeringuillas, agujas y plásticos contaminados que llegan de forma ilegal de los principales hospitales del país. En el barrio de Manshiet Naser, más conocido como la Ciudad de la Basura, los "zabalín" trabajan sin descanso y recogen la mayor parte de las 14.000 toneladas de deshechos que cada día generan los más de veinte millones de habitantes de El Cairo.

"El virus (de la hepatitis) C es nuestro principal problema aquí", asegura la enfermera Marim Fuad en el pequeño consultorio médico desde donde la Asociación para la Protección del Medio Ambiente realiza análisis de sangre y hace un seguimiento de los infectados desde el año 2002.

La batalla contra la hepatitis C es feroz en el barrio de los basureros, donde al menos una veintena de familias se dedica a reciclar la basura de los hospitales que los hombres traen a escondidas por la noche en grandes bolsas de las que las mujeres, sin guantes ni protección, separan los residuos según su tipo.

En el pequeño consultorio de la Ciudad de la Basura, en una calle asfaltada algo apartada de las moscas y del penetrante olor a desperdicios que impregna este barrio, Heba Saad, que trabaja reciclando residuos, abraza a su hijo que aprieta una bolita de algodón contra su brazo tras someterse a un análisis de sangre. A pesar de que ella no está infectada, Saad asegura temer la enfermedad ya que conoce a gente que la padece y quiso asegurarse de que su hijo no la había contraído porque, afirma, "quienes la tienen están acabados".

Los "zabalín" que recogen residuos médicos son los más expuestos al contagio de la hepatitis C, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) afecta al 17,4% de la población egipcia, una cifra que crece en medio millón de infectados cada año.

La veintena de familias que trabajan con los desperdicios de los hospitales en la Ciudad de la Basura forman una comunidad muy cerrada a la que es difícil acceder, "aunque no imposible", matizó la cineasta egipcia Mona Iraqi, que vivió con ellos durante tres meses para rodar el documental 'El plato de los lobos', que denuncia las condiciones en las que trabajan estas familias.

En una de las escenas, unas manos desnudas se sumergen en un tanque lleno de agua en el que flotan esquirlas de plástico manchadas de sangre mientras Iraqi habla del olor a sangre y a polvo del almacén oscuro donde los "zabalín" trabajan a escondidas. "Es un negocio familiar: el trabajo de los hombres es traer la basura de los hospitales y el papel de las mujeres es separar los residuos según el tipo", explica Iraqi, que lamentó que en esta comunidad "nadie elige su trabajo" y sus miembros "saben que están enfermos, pero no tienen elección".

Iraqi descubrió que, aunque la ley establece que los residuos infectados deben quemarse en incineradoras en los hospitales, la mayoría acaban saliendo de los centros médicos por la puerta de atrás. "No es la dirección del hospital la que vende los deshechos, es siempre un pequeño empleado que quiere ganar algo de dinero extra", aseguró Iraqi.

El epidemiólogo de la OMS Naser al Din Tantaui atribuye la responsabilidad final al Gobierno egipcio y explica que los hospitales que no tienen máquinas incineradoras pagan dinero al Estado para que queme su basura. Tantaui expresó sus dudas sobre que las autoridades egipcias estén cumpliendo su compromiso de incinerar los residuos médicos de los centros sanitarios. "El Ministerio está recolectando dinero, pero ¿A dónde va este dinero?", se preguntó.

El especialista de la OMS se muestra pesimista respecto al rápido avance del virus en Egipto y aseguró que el núcleo del problema es la resignación: "La hepatitis C se ve como algo con lo que tenemos que vivir", subraya. Tantaui lamenta la falta de estrategias de prevención de la enfermedad, que obliga al Gobierno a gastar grandes cantidades de dinero en el tratamiento de los infectados. "Nos gustaría cerrar el grifo antes que tener que luchar contra el agua corriente", afirmó.

En Egipto, el país donde la hepatitis C se propaga con más rapidez, la falta de controles permite a los recolectores de basura convertir jeringuillas utilizadas en objetos de plástico de uso cotidiano como cuencos o "shishas".

OMS