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“No hay nadie en el mundo que no se haya beneficiado de las células de esta mujer”
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EL INMENSO LEGADO DE HENRIETTA LACKS

“No hay nadie en el mundo que no se haya beneficiado de las células de esta mujer”

Si no ha sido usted, seguro que algún miembro de su familia, o algún amigo, se ha beneficiado de las células de Henrietta Lacks, una campesina

Foto: “No hay nadie en el mundo que no se haya beneficiado de las células de esta mujer”
“No hay nadie en el mundo que no se haya beneficiado de las células de esta mujer”

Si no ha sido usted, seguro que algún miembro de su familia, o algún amigo, se ha beneficiado de las células de Henrietta Lacks, una campesina de raza negra del sur de los Estados Unidos que sufrió un cáncer de cuello de útero y cuyas células han servido durante años a la investigación científica para desarrollar múltiples tratamientos y vacunas.

Conocidas en los ámbitos médico y biológico como células HeLa, el tejido cancerígeno de esta mujer pobre, que fue extraído sin su consentimiento, se sigue reproduciendo hoy en día a más velocidad que cualquier otro tejido conocido y con una resistencia fuera de lo normal. Por eso las células HeLa fueron elegidas para viajar al espacio y comprobar su comportamiento en gravedad cero; por eso fueron las primeras células que se clonaron y el suyo el primer mapa genético descifrado; y por eso han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de medicamentos para tratar la poliomielitis, el Alzheimer, la leucemia, la hemofilia, el sida, el párkinson, el cáncer y muchos otros.

La tenebrosa historia de esta mujer era confusa hasta que la periodista Rebecca Skloot decidió investigarla a fondo y plasmarla en el libro 'La vida inmortal de Henrietta Lacks'. Casi 25 años después de que hubiera muerto, le costó un año y medio convencer a la familia de Henrietta de que hablaran con ella, porque ya no se fiaban de quienes venían preguntando por su madre. En los años 50, la mujer había encontrado un pequeño bulto en su útero y acudió al ginecólogo, quien guardó una muestra del tejido cancerígeno que tenía albergado. Unos seis meses después, el cáncer se había adueñado por completo de su cuerpo y su muerte lleva a pensar a sus familiares, de origen humilde y casi sin educación, que la culpa la tenían los médicos.

Mientras la familia lloraba por el fallecimiento de Henrietta, los científicos se maravillaban con la facilidad de reproducción y la resistencia de las células de esa pobre mujer que murió sin saber qué le ocurría. Después de haber sido enterrada sus células seguían vivas y reproduciéndose, viajaban de una punta a otra del mundo, eran examinadas por miles de científicos y proporcionaban millones y millones a las empresas farmacéuticas.

20 años ajenos a la 'inmortalidad' de su madre

Ajenos a todo ello, los hijos y el marido de Henrietta siguieron con su humilde vida hasta que, unos 20 años después, unos investigadores decidieron ir a buscar la sangre de los descendientes de Henrietta para poder determinar la especificidad de sus genes. Los hijos pensaron que les hacían pruebas para prevenir una enfermedad como la de su madre, pero “en realidad era una segunda generación engañada y expoliada por los científicos”, se lamenta Skloot.

La periodista, que está presentando su libro en Madrid estos días, explicó a El Confidencial cómo la confusión y el desconocimiento hizo mella en la familia de Henrietta durante años. Cuando alguien les hablaba de las “cells” de Henrietta (esa palabra en inglés significa célula y celda a la vez) ellos imaginaban que su madre estaba encerrada en una celda y que experimentaban con su cuerpo. Cuando alguien les contaba que sus células habían sido clonadas, vivían aterrorizados por encontrarse con ‘copias’ de su madre andando por la calle.

Cuando empezaron a comprender un poco mejor qué era lo que había ocurrido con parte del cuerpo de su madre, a los hijos les preocupaba sobre todo si a ella, a pesar de estar muerta,  ‘le dolería’ que un laboratorio pinchara o congelara sus células. Y según avanzaban en el conocimiento del caso (gracias sobre todo a las explicaciones de Skloot), se iban preguntando cómo podía ser que su madre significara tanto para la medicina y ellos ni siquiera pudieran pagarse la consulta del médico.

Por eso ‘La vida inmortal de Henrietta Lacks’ ha sacudido los cimientos de la ética científica y ha avivado el debate en Estados Unidos. Skloot plasma claramente en su libro cómo la historia de la familia Lacks está inextricablemente vinculada a la oscura historia de la experimentación en afroamericanos y al nacimiento de la bioética; cómo la industria médica se ha enriquecido a costa de una pobre mujer que ni siquiera dio su consentimiento para que se extrajeran sus células, y de una familia ignorante y sin recursos.

Esa familia ha recibido ya las disculpas de algunos científicos por el trato dado a su madre, pero no ha visto ningún rédito económico. Rebecca Skloot, que ha establecido un estrecho lazo con los hijos de Henrietta, ha creado una fundación con su nombre a la que van a parar parte de los ingresos de la venta del libro. Y ya se está preparando la película que contará la vida de esta mujer, y la vida de sus células inmortales que han salvado la vida a millones de personas.

Si no ha sido usted, seguro que algún miembro de su familia, o algún amigo, se ha beneficiado de las células de Henrietta Lacks, una campesina de raza negra del sur de los Estados Unidos que sufrió un cáncer de cuello de útero y cuyas células han servido durante años a la investigación científica para desarrollar múltiples tratamientos y vacunas.

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