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¿Llegarán algún día las funerarias de bajo coste?
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¿Llegarán algún día las funerarias de bajo coste?

Morirse sale caro en España. Según la patronal del sector funerario, Panasef, un entierro cuesta alrededor de 2.200 euros. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU)

Morirse sale caro en España. Según la patronal del sector funerario, Panasef, un entierro cuesta alrededor de 2.200 euros. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lo cifra en más de 3.000 euros. El coste dependerá de la comunidad en la que fallezca. Para la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Madrid es la región en la que más cuesta enterrar a un fallecido. 

 

En ningún caso el sepelio baja los 650 euros del féretro, los 470 del entierro tradicional o los 640 de una cremación; los 210 del velatorio, los 300 del coche fúnebre, los 290 de los certificados y tasas de inhumación y los 585 de otros conceptos como coronas de flores, esquelas, mesa de firmas, etcétera, etcétera, etcétera

 

En España, a diferencia de otros países, es bastante común disponer de un seguro de muerte: una póliza contratada previamente por el fallecido, que cubre el valor total de los gastos funerarios fijados o, al menos, buena parte de ellos. Es una opción muy cómoda para los familiares, aunque el valor acumulado de las primas pagadas suele superar ampliamente los costes reales. Por eso la OCU los desaconseja.

 

Según la OCU, un 63% de españoles tiene contratado un seguro de este tipo. Santa Lucía y Ocaso son los más demandados. En casi todos los fallecimientos el seguro cubre todos los gastos. El problema es que no permiten elegir libremente una funeraria, que es la empresa que realmente gestiona y realiza todos los servicios funerarios. De hecho, en uno de cada tres casos, a los familiares se les obligó a contratar la funeraria seleccionada previamente por el seguro.

 

Cuando el fallecido carece de seguro los problemas aumentan, de ahí que sea una de las opciones preferidas por los usuarios. Toca entonces buscar una funeraria. Hay muchas para elegir, el problema es el presupuesto. Si opta por la incineración porque cree que sale más rentable, debería saber que se ahorra unos 400 euros. Las cenizas suelen depositarse en el columbario, más barato que una tumba. También está la posibilidad de esparcirlas por el mar o en el campo, incluso tenerlas en casa. Aunque no se sabe por cuánto tiempo: el Gobierno prepara una ley para regular el vertido de este tipo de residuos por ser "contaminantes".

 

Objetivo: arañar adeptos de un negocio asegurado

 

El negocio de la muerte está asegurado de por vida. Crecer más o menos dependerá de ser la funeraria más lista. Hasta el momento, la más astuta de España se localiza en Valladolid. Para celebrar su 75 aniversario ha decidido ayudar a los más afectados por la crisis. Hasta final de año, se hará cargo de todos los gastos del sepelio y la incineración de aquellos fallecidos que en vida estuvieran en paro. Juan Guitart, responsable de la funeraria, explicó que los gastos de los que ellos se hacen cargo cubren "la caja, el coche fúnebre, la estancia en el tanatorio, la incineración y la entrega de las cenizas a la familia". Para solicitar esta oferta, la familia tiene que "presentar la tarjeta de paro en vigor, no se necesita ningún requisito más", aseguró Juan. La iniciativa no ha dejado indiferente a ningún vallisoletano. Están los que alaban la iniciativa por la cantidad de gastos que supone la organización y consumación de un entierro y los que no les hace tanta gracia la idea por tacharla de “desagradable”. En algo sí que están de acuerdo: tanto el entierro como la incineración son demasiado caros. 

En Estados Unidos, por ejemplo, se ha popularizado en los últimos años entierros o funerales en casa y dar sepultura de la manera más íntima y económica: en el jardín. Es la manera que han encontrado para costear los más de 6.000 dólares que cobran más o menos las funerarias estadounidenses, sin incluir los gastos de la incineración o del entierro. Con unos pocos cientos de dólares, el fallecido puede descansar en paz.

Los defensores de la moda ‘verde’ también se han instalado en el cementerio. Mauricio Kalinov es el empresario español especializado en ataúdes ecológicos y en el cementerio de Granada se estrenó Ion, el primer coche fúnebre eléctrico y sin emisiones contaminantes de España.

 

Otros han decidido ir al más allá antes de tiempo. Una empresa estadouniodense ofrece un extraño servicio post-mortem. Fundada por empresarios e investigadores de la tecnología espacial, el caso más conocido es el del creador, escritor y productor de la serie Star Trek, Gene Roddenberry, uno de los primeros en ser “sepultado en el espacio”, allá por 1991.

 

En el año 2000 irrumpió en el mercado la firma Vic Fearn, encargada de fabricar ataúdes de formas originales, denominados crazy coffin. Féretros en forma de Rolls-Royce, de guitarra o de zapatilla de danza: los funerales personalizados registran un verdadero auge en Gran Bretaña, donde la última moda es limitar al máximo la propia influencia en el medio ambiente optando por un entierro ecológico.

 

La teletumba es el futuro

 

El último cambio de imagen del sector lo ha marcado un diseñador ruso, que ha puesto las altas tecnologías al servicio del negocio funerario. Según su previsión, las tumbas del futuro no tendrán un aspecto triste gracias a las lápidas interactivas. Andréi Golvín, de 29 años, ha diseñado su lápida funeraria en forma de una gran pantalla digitalizada que se instala sobre un pedestal y que, en sintonía con la modernidad, funciona con energía de baterías eléctricas solares. Además, mediante una cámara web y un micrófono incorporados a la teletumba, los visitantes podrán grabar sus propios mensajes a los familiares de la persona enterrada, mientras éstos podrán limitar el acceso a la memoria del ingenio. "El visitante podrá tocar la pantalla con los dedos para proyectar cualquier información". Para que luego digan que los seres humanos viven de espaldas a la muerte.

Morirse sale caro en España. Según la patronal del sector funerario, Panasef, un entierro cuesta alrededor de 2.200 euros. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lo cifra en más de 3.000 euros. El coste dependerá de la comunidad en la que fallezca. Para la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Madrid es la región en la que más cuesta enterrar a un fallecido.