Es noticia
El día que me bajé del Ferrari para iniciar mi proyecto de vida
  1. Alma, Corazón, Vida

El día que me bajé del Ferrari para iniciar mi proyecto de vida

Soy de los que piensan que caminamos por este mundo de manera muy inconsciente, muy condicionados por toda nuestra herencia

Soy de los que piensan que caminamos por este mundo de manera muy inconsciente, muy condicionados por toda nuestra herencia y fundamentalmente por las creencias que, de modo automático, acumulamos durante nuestra infancia. Estamos programados para ello, para repetir comportamientos adquiridos adaptándolos a los usos y costumbres de nuestros días.

En cierto sentido no somos nosotros mismos y las máscaras que nos vamos poniendo para vivir en sociedad, representando ciertos papeles o roles, van haciéndose con nuestra personalidad, se convierten en nuestra propia piel, nos poseen.

En algún momento del camino nos hacemos las grandes preguntas que han asaltado al ser humano a lo largo de su historia: ¿Quiénes somos?, ¿qué hacemos aquí?, ¿cuál es el propósito de esta vida? Estas cuestiones nos persiguen y suelen dar lugar a crisis existenciales. Entonces es cuando más se crece, cuando uno evoluciona y es capaz de escapar del redil en el que estamos encerrados.

Profundizar en estas dudas supone el primer paso hacia la sabiduría. A medida que lo hacemos, nos vamos haciendo más conscientes, requisito indispensable para poder ser verdaderamente libres. Así, vamos dando sentido a nuestra vida, la cual se hace más plena. Cualquier edad es buena para empezar.

La semana pasada celebré el quincuagésimo quinto cumpleaños de mi amigo Gonzalo. Hace cuatro años, él sintió que la vida que llevaba no le satisfacía. Tenía todo lo que supuestamente la sociedad, su familia (la de origen y la que después formó) y él mismo exigen para no ser rechazado o cuestionado, para sentirse querido y aceptado. Triunfador en el mundo de los negocios, Gonzalo estaba bien situado profesionalmente. Tenía varias propiedades y todo lo que necesitaba para llevar una vida sin sobresaltos en lo económico. Digamos que podía presentarse en los restaurantes de moda en coches de gran potencia como símbolo del triunfador social que era.

Tras toda una vida de gran éxito y sin razón que lo justificase, comenzó a sentirse vacío. Las conversaciones con todo su entorno (pareja, hijos, colegas y amigos) eran banales, repetitivas. No disfrutaba de la mayoría de las cosas materiales que había acumulado, las cuales le daban continuos quebraderos de cabeza. Y sobre todo, se sentía física y anímicamente agotado. Gastaba mucha energía en cumplir las expectativas de otros, algunos de los cuales ni siquiera estaban ya presentes.

Gonzalo no sabe muy bien por qué, pero un día decidió organizar su vida, la única que tiene y que constituye su mayor responsabilidad, de acuerdo con lo que realmente le gustase hacer. Empezó por detenerse para analizar lo que tenía, dar gracias por todo ello y comenzar a “soñar lo que quería ser en la vida”. Visualizó cada aspecto de su existencia y como le gustaría que fuese. Imaginó una relación más satisfactoria con su pareja, sus hijas y las personas de las que deseaba verse rodeado en esta nueva etapa de su periplo vital. Sufrió la ruptura de muchas de sus relaciones. Otras nuevas aparecieron.

Cuatro años después no todo lo que soñó se ha cumplido, aunque su vida ha dado un giro de ciento ochenta grados y dice que cada día cobra más sentido. Está con gente que él quiere y que le quiere, ha aprendido a decir no a todo lo que no encaja en su proyecto de vida, a no dejar que le absorba su energía. Ha estudiado y está terminando su especialización en una materia que siempre le ha gustado. La relación con todo su entorno ha mejorado, se queja menos y disfruta más. Ha taponado muchos de los desagües de energía que le consumían. “Cada mañana salto de la cama como impulsado por un resorte” me comenta.

A través de mi amigo compruebo que una persona puede cambiar el rumbo de su vida más allá de la mitad de ésta. Que todos podemos hacernos cargo de nuestra vida y no de lo que los otros quieren de nosotros. Gonzalo es una persona ‘normal’ y puede. Hoy se siente más completo y, de manera natural, puede darse más a los demás, lo cual le llena especialmente. En ello ha encontrado una gran fuente de satisfacción.

Hay un momento en la vida en que debemos organizar nuestra casa interna y establecer las prioridades necesarias para iniciar un proyecto de vida. Sin este, sin saber hacia donde vamos, nada habrá cambiado en relación a nuestras frustraciones dentro de cinco años. Mantendremos la misma insatisfacción que cinco años atrás. Seguiremos relacionándonos con gente que no nos agrada, la familia la veremos como una carga más que como un lugar de tranquilidad, y, al no ser nosotros mismos, funcionaremos muy por debajo de nuestras posibilidades.

Es muy difícil realizar una vida plena sin proyectarla en sus pilares básicos: saber hacia dónde queremos ir y con quién. Para ayudarnos en esta planificación podemos apoyarnos en la experiencia de nuestro pasado, recordar cuáles fueron los momentos más felices, cuál es el modelo de relaciones que me gustaría tener. No es fácil, pero más difícil es llegar a tener paz interior sin este plan. Sólo uno mismo puede hacerse cargo de su vida. Las personas que han logrado sabiduría, paz y han experimentado la plenitud de vivir, lo han tenido claro.

Nuestro carácter es nuestro destino. Si sabes a dónde vas y con quién vas, tu carácter se moldea pronto hacia la persona que quieres ser. Comencemos a fijar nuestras prioridades para que no sean externas a nosotros mismos. Vivamos de acuerdo a ellas para que los cambios a los que nos veremos obligados podamos realizarlos de un modo más consciente. Juguemos de alguna manera con nuestro destino para que se cumpla lo que decía Sir Winston Churchill: “Tú creas tu propio universo durante el camino.”

Soy de los que piensan que caminamos por este mundo de manera muy inconsciente, muy condicionados por toda nuestra herencia y fundamentalmente por las creencias que, de modo automático, acumulamos durante nuestra infancia. Estamos programados para ello, para repetir comportamientos adquiridos adaptándolos a los usos y costumbres de nuestros días.

Salud mental