"No soy tonto, soy disléxico"

Ésta ha sido la frase más repetida por los adolescentes que han narrado sus problemas escolares en el IV Congreso Nacional de Dislexia en Palma, en el que han participado alrededor de 500 personas. La clausura del congreso ha contado este fin de semana con la intervención del director general de Evaluación y Ordenación del Sistema Educativo, Javier Vidal; el presidente del Govern balear, Francesc Antich, y la alcaldesa de Palma, Aina Calvo.

Antes de sus discursos, la Asociación Dislexia y Familia (Disfam), organizadora del evento, ha cedido la palabra a cuatro jóvenes que padecen dislexia, un trastorno del aprendizaje de origen neurobiológico que ocasiona gran parte de los fracasos escolares. Disfam estima que entre un 10 y un 15% de la población lo padece y se manifiesta en la dificultad para leer y escribir, que suele venir acompañada de episodios de desorientación espacial y temporal.

"Mis notas no tenían nada que ver con lo que estudiaba. Pensaba que era tonto", afirmó un estudiante de cuarto de Secundaria con dislexia, quien relató las dificultades con que se ha ido encontrando en el colegio para recibir un trato diferenciado de acuerdo con su trastorno y como establece la nueva Ley Orgánica de la Educación.

Este alumno confesó haber oído en boca de un profesor que "los disléxicos no llegan a ninguna parte", algo que ha quedado desmentido por las palabras, minutos después, de un joven de 20 años que estudia segundo de Biología en la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y ha conseguido dos matriculas de honor. Las palabras "tonta" e "inútil" resonaron durante muchos meses en la cabeza de otra estudiante de 16 años que cursa segundo de Bachillerato y ha admitido que, para ella, "el ritmo de la clase siempre ha sido agotador".

La falta de concienciación en los profesores acerca de este trastorno y la manera de actuar con estos alumnos ha sido precisamente el tema que ha centrado el congreso. La presidenta de la Asociación Dislexia y Familia (Disfam), Araceli Salas, denunció que los profesores y los psicólogos de los centros educativos no están preparados para atender a los disléxicos y que se han dado muchos casos de expulsión y no integración en las escuelas porque "sus profesores no han valorado su dificultades ni su esfuerzo"

Cambiar la manera de plantear las preguntas en los exámenes o enseñar de una forma más visual son algunos de los consejos que los propios estudiantes disléxicos han dado a los congregados en el encuentro. En este aspecto, el director general de Evaluación y Ordenación del Sistema Educativo, Javier Vidal, incidió en que "pequeñas ayudas pueden suponer un gran cambio", aunque reconoció que modificar el comportamiento de casi 700.000 profesores españoles "no es tarea para un año".

Sin embargo, Vidal remarcó que "la sensibilidad por el tema en el Ministerio es enorme" y que se tratará de conseguir que la igualdad de oportunidades "sea de verdad para todos". El presidente del Govern balear dijo sentirse "orgulloso" de los adolescentes que han contado sus experiencias y ha destacado que detectar el trastorno a tiempo implica garantizar la igualdad de oportunidades.

Por ello, anunció que el ejecutivo autonómico y la UIB están trabajando en elaborar una prueba para diagnosticar la dislexia y que los jóvenes sean así tenidos en cuenta como alumnado específico de apoyo educativo, tal y como contempla decreto aprobado en julio por la Conselleria de Educación y Cultura. Antich también incidió en que el ejecutivo quiere implicar a los profesionales sanitarios en este tema, con una mayor formación y con el "posible establecimiento de un protocolo de detección para los profesionales de la salud infantil".