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El mito de la media naranja
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EL EROTICÓN

El mito de la media naranja

En relación a la pareja existen ideas que pueden facilitarnos la convivencia y otras que nos la pueden dificultar considerablemente. Algunos conceptos que se transmiten sobre

En relación a la pareja existen ideas que pueden facilitarnos la convivencia y otras que nos la pueden dificultar considerablemente. Algunos conceptos que se transmiten sobre el amor y la pareja no son excesivamente realistas y no nos preparan para afrontar de forma adecuada los conflictos que puedan surgir en una relación.

En el presente artículo trataremos sobre un mito muy extendido entre la población, y que causa muchas frustraciones: el mito de la 'Media Naranja'. En este mito se asume que cada persona es una mitad de un todo, no es un ser completo por sí mismo/a, sino sólo una parte que se tiene que sumar a otra para formar un todo, siendo esa otra parte 'la pareja ideal'. La media naranja, con la que se formará una naranja completa.

Es una idea se transmite sobre todo a las mujeres, a las que con frecuencia se les hace creer que existe una especie de príncipe azul, alguien perfecto para ellas, que les ha deparado el destino y que, tarde o temprano, encontrarán. Este mito transmite varias ideas muy perjudiciales para las parejas de la vida real:

Da por supuesto que los seres humanos no somos un ente completo, sino una mitad incompleta de algo, y solos o solas nuestra existencia tiene menos sentido o menos valor. Es decir, la vida de un ser humano no tiene sentido o valor por sí sola, sino encontrando a su mitad. Y muchas personas sienten realmente que solas no valen tanto, y que tener pareja da una especie de estatus (esto se transmite sobre todo a las mujeres).

Pero lo cierto es que sólo las personas que saben ser felices con ellas mismas, pueden compartir su felicidad con otro. La felicidad o la satisfacción no es algo que nos aporte o nos dé una pareja. Es algo que tienen las personas por sí solas y por ello pueden compartirlo con otras. Independientemente de que una pareja pueda, efectivamente, contribuir a aumentar una felicidad o bienestar que ya existía.

Además, habría que señalar que este mito parte de la base de que hay alguien hecho a la medida de cada uno y de cada una, que encaja perfectamente con nosotros (con nuestra forma de ser, de pensar, de comportarnos, nuestros gustos, nuestros ideales...). Por lo tanto, en el amor el único esfuerzo que se requiere es el de encontrar a nuestra mitad. La mayoría de los cuentos infantiles, por ejemplo, reflejan este mito y sitúan todas las dificultades y los problemas en ese proceso de búsqueda y establecimiento de la relación de pareja. Y lo demás, ya se sabe, es “ser felices y comer perdices”.

Se supone que una vez encontrada la pareja, y fijada su unión, no es necesario hacer ningún esfuerzo por mejorar la relación o mantenerla, por cuidarla a diario, por prestarle atención y dedicación, por negociar y entenderse. Se supone que no será necesario hacer frente a ningún tipo de frustración o desencuentro, ya que esta persona encajará perfectamente con nosotros en todo.

Puesto que cada persona es una media naranja de otra, si dos personas que son pareja discuten o tienen problemas, según este mito se debería a que no están con la mitad adecuada. Las mitades adecuadas no tienen problemas (no es el hombre o la mujer de su vida). Por tanto, se da por supuesto que es el destino, y no el esfuerzo de los miembros de la pareja, lo que inicia y mantiene el amor, y lo que hace que la relación siga viva y en armonía.

Las personas que creen en este tipo de pareja suelen tolerar muy mal las diferencias individuales, interpretándolas como una falta de amor, o incluso como un ataque personal de su pareja hacia ella/él. Cuando se detectan diferencias individuales (por ejemplo, a ella le gusta el deporte y a él no), se interpretan como signos de que la otra persona no es la media naranja verdadera. No es el hombre o la mujer ideal.

Las personas que mantienen este ideal de pareja con frecuencia desean hacer todas las actividades junto a su pareja, desean que todos sus amigos/as sean comunes, que sus gustos y aficiones sean las mismas, pasar todo el tiempo posible junto a la otra persona... en definitiva, que ya no haya vida individual para cada uno de ellos, puesto que son pareja. En estas personas son frecuentes las afirmaciones del tipo: “Si no viene mi pareja, no me lo paso bien”.

Estas creencias tipo media naranja son las causantes de los juegos del tipo “adivina lo que pienso”, “adivina lo que me hiciste”, o “adivina lo que necesito”, de forma que comunicar gustos o preferencias se vuelve complicado, fastidioso o problemático.

En terapia las personas con este modelo de pareja suelen utilizar frases del tipo “si me quisiera de verdad, sabría lo que me gusta”, “si de verdad me amara, se fijaría más y no sería necesario que yo se lo pidiera”, “no entiendo cómo no se da cuenta, me parece increíble que tenga que explicarle que no me gusta que haga esto”, “creo que si tuviera un poco de interés se pondría en mi lugar, y no sería necesario que yo le explicara”.

Y, de hecho, muchas de las personas que mantienen estas creencias son auténticos expertos en “leer el pensamiento” de su compañero o compañera (tratar de adivinar sin comunicarse con palabras las cosas). Pero también es posible que uno de los dos no tenga excesivo acierto a la hora de adivinar el pensamiento de la otra persona, y entonces surgen las discusiones.

Lo cierto es que todas las personas, hombres y mujeres, tienen su parte de “príncipe” y su parte de “sapo”. No existen las parejas ideales, sino que existen parejas formadas por personas con más características en común, y que además negocian y se comunican de forma efectiva, de cara a complacerse mutuamente, y a resolver problemas o dificultades que puedan surgir.

*María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga.

Asociación www.lasexologia.com

En relación a la pareja existen ideas que pueden facilitarnos la convivencia y otras que nos la pueden dificultar considerablemente. Algunos conceptos que se transmiten sobre el amor y la pareja no son excesivamente realistas y no nos preparan para afrontar de forma adecuada los conflictos que puedan surgir en una relación.