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No contestes a los insultos en los foros
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No contestes a los insultos en los foros

Si la utilización de normas de educación y cortesía era indispensable en las relaciones cara a cara, obligación que se mantenía, aun cuando cobrase expresiones propias,

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No contestes a los insultos en los foros

Si la utilización de normas de educación y cortesía era indispensable en las relaciones cara a cara, obligación que se mantenía, aun cuando cobrase expresiones propias, en la comunicación epistolar y telefónica, ¿por qué creemos que la comunicación digital debe ser diferente? ¿Por qué las conversaciones en ese ámbito suelen ser mucho más informales? Por eso, no está de más que nos recuerden, como hace el lingüista, editor y asesor de nuevas tecnologías, José Antonio Millán en Manual de urbanidad y buenas maneras en la red (ed. Melusina), que la interacción humana se rige por normas y que éstas también operan en el entorno digital.

Porque lo cierto es que, por los motivos que se quiera, hemos olvidado que también en la comunicación electrónica pueden cometerse faltas de cortesía. Las más comunes, según Millán, provienen “de no ponerse en lugar del otro. Lo que se concreta en diferentes aspectos. En los correos, no contestándolos; en las webs, no pensando en qué quieren los que llegarán a ella; en los foros, usándolos para discusiones personales y fuera del tema, etc.”

Sin duda, los foros son el espacio digital más llamativo para muchos internautas, pero también son el lugar donde mayor número de incorrecciones se cometen. Para Millán, la gran ventaja de los foros consiste en que se añaden a los textos las aportaciones enriquecedoras de los lectores, ya que “en muchos casos se aprenden cosas nuevas o posturas diferentes sobre cosas ya conocidas. También se desarrolla cierto calor al palpar la presencia de otros lectores, aunque a veces lo que digan no sea muy brillante”.

El problema surge cuando la agresividad verbal se apodera del foro, producto de un apasionamiento mal entendido. Por suerte, se trata de un inconveniente que resulta sencillo neutralizar. Así, moderar los foros probablemente sea la mejor solución para evitar los efectos negativos. “Su sola existencia hace que muchas personas que intentarían destruir una zona de encuentro (los famosos trolls) desistan. Pero además te permite regular el nivel de calidad de un sitio. Bien gestionada, la moderación no molestará a casi nadie, pero beneficiará a muchos”. Eso sí, una de las recomendaciones en que más insiste Millán es en que no se contesten a los insultos en los foros, ya que “como en la vida misma, sólo sirve para enconar las cosas”.

Pero los problemas de educación en la red no provienen sólo de personas que hacen un uso incorrecto de las posibilidades que la red les abre, sino que, en ocasiones, derivan de un planteamiento comercial inadecuado. Para Millán, “¡Las empresas por lo general son un desastre! Y no hablo sólo de las webs: la moda de tener una web (por otra parte, algo muy interesante empresarialmente hablando) ha llevado a auténticas monstruosidades de diseño, donde además es difícil encontrar los datos que uno busca, caso de que estén”.

El uso "demencial" del correo

Y esos errores no se producen sólo en las páginas públicas de la red sino que “también se hace un uso demencial del correo electrónico. Entre otros muchos ejemplos, incluyen esos farragosos párrafos legales en inglés y español, donde te amenazan y regañan. O gestionan mal sus direcciones internas. O te envían archivos pesadísimos, en vez de tenerlos en la web y enlazar”. La razón principal de estos errores es, para Millán, que “como nadie les ha enseñado nunca hacer estas cosas bien, no sienten que las estén haciendo mal, y por tanto los errores se han perpetuado”.

Uno de las costumbres más extendidas, y poco adecuadas, es la de contestar los correos electrónicos sin copia del mensaje al que se responde. Lo que es un error, según Millán, “sobre todo en el caso de personas con mucha correspondencia, ya que puede obligar al que lo recibe a buscar el correo que envió para entender adecuadamente la respuesta que ha recibido... ¡Copiar automáticamente el correo al que se responde es algo que se puede disponer en el programa de correo! No cuesta mucho”. Claro que también existe alguna excepción a esa norma: “hay que evitar, en las correspondencias copiosas de ida y vuelta, que cada correo arrastre la copia de los veinte o treinta precedentes: ahí hay que cortar".

Otra de las novedades consiste en el escaso cuidado con que se redactan los correos electrónicos, en los que aparecen con excesiva frecuencia faltas de ortografía y expresiones incorrectas. “Es cierto que la inmediatez del correo electrónico parece excusar el cuidado -afirma Millán- pero esto es sólo una apariencia. A través del correo se vehiculan correspondencias de tipo muy diverso. Lo puedo usar para contestar a un colega que me invita a una copa. Pero lo uso también para correspondencia profesional, y este es un terreno en el que nadie va a pasar por alto las faltas de ortografía... por lo que dicen sobre el que escribe” .

Además, hay otro aspecto nada desdeñable que nos debe llevar a extremar el cuidado acerca de lo que escribimos: “la mala redacción o el mal uso de los signos de puntuación, por ejemplo, puede crear ambigüedades o errores en la transmisión, y así el texto terminar por decir algo distinto de lo que se supone que debía decir”.

Sin embargo, y a pesar de los inconvenientes, Millán celebra la revitalización de la escritura que ha supuesto Internet. “Todo resurgimiento de la escritura y muy específicamente de la relación epistolar es un triunfo: el triunfo de la comunicación articulada y demorada. No le veo aspectos negativos”.

Si la utilización de normas de educación y cortesía era indispensable en las relaciones cara a cara, obligación que se mantenía, aun cuando cobrase expresiones propias, en la comunicación epistolar y telefónica, ¿por qué creemos que la comunicación digital debe ser diferente? ¿Por qué las conversaciones en ese ámbito suelen ser mucho más informales? Por eso, no está de más que nos recuerden, como hace el lingüista, editor y asesor de nuevas tecnologías, José Antonio Millán en Manual de urbanidad y buenas maneras en la red (ed. Melusina), que la interacción humana se rige por normas y que éstas también operan en el entorno digital.