Es noticia
Sanidad quiere ahora velar por nuestro cuerpo y nuestra alma
  1. Alma, Corazón, Vida

Sanidad quiere ahora velar por nuestro cuerpo y nuestra alma

Mientras los curas se dedican a vigilar los aspectos celestiales de su clientela, los socialdemócratas del Ministerio de Sanidad y Consumo hacen lo propio con las

Foto: Sanidad quiere ahora velar por nuestro cuerpo y nuestra alma
Sanidad quiere ahora velar por nuestro cuerpo y nuestra alma

Mientras los curas se dedican a vigilar los aspectos celestiales de su clientela, los socialdemócratas del Ministerio de Sanidad y Consumo hacen lo propio con las cosas del comer. El matrimonio entre comida y rezos sí que es una unión indisoluble. Y, a tal fin, Sanidad se entrega en cuerpo y estómago. Veamos.

Quiere el ministro en funciones, Bernat Soria, que ningún fiel que habite en España, sea cual sea su credo, ofenda a su dios por llevarse a la boca "alimentos prohibidos" por su religión. Y para ello, cada producto tendría que llevar (que no lo lleva) una etiqueta con todos los añadidos que podrían 'alterar' su salud espiritual. Luego dirán los de siempre (tanto a la derecha como a la izquierda o los extremos) que el nuestro es un país de intolerantes.

Pero la directora del centro, Ángeles Heras, no contenta con lo que hay, se ha propuesto ir más allá con el propósito, dicen, de colaborar con las inquietudes espirituales de quienes profesan distintas religiones, en un momento en que España se ha convertido en un país receptor de multitud de inmigrantes. Esta buena mujer tiene madera. Por ejemplo: los musulmanes pueden comer tranquilos cualquier tipo de paté porque siempre sabrán, a través de su etiquetado, si contiene cerdo. Sabrán, también, si un alimento es 'halal' (permitido por el Corán).

Por su parte, la comunidad judía puede limitarse, gracias a la tarea del CICC, al consumo de alimentos procedentes de la carne de cuadrúpedos si son rumiantes y tienen la pezuña hendida, o de pescados que tengan a la vez aletas y escamas. Unos gestores que velan por el espíritu de sus gestionados, merecen más atención en los medios de comunicación. Así que, como manda el Torá, las etiquetas que elabora el departamento que dirige Bernat Soria ayudarán a los judíos a abstenerse de comer alimentos que contengan cerdo, caballo, conejo o rape, por citar sólo unos cuantos ejemplos.

Que nadie se asuste. Ninguna religión quedará falta de atención. También los hindúes o los shiks, cuyo credo les veta la carne de vacuno, o el de los hare Krishnas, que tienen censurado el consumo de vinagre, estarán en las oraciones de Soria y Heras. Hasta los ecologistas cuentan en esto. De hecho, quienes tengan especial sensibilidad hacia el mundo natural tendrán su parcela en el corazón de la directora general de Consumo.

Será obligatorio que en la etiqueta de ropa y calzado se advierta si estos productos contienen fibras animales o vegetales, no hay que herir la sensibilidad de los conservacionistas. Todo esto es, sin duda, un avance. Pero si nos bajamos a la realidad, si observamos las necesidades más acuciantes, las que admiten demora para ser resueltas, nos encontramos con que no hay hospitales para todos, que la asistencia sanitaria lleva camino del colapso y que seguimos sin un plan que evite la sangría de médicos hacia otros países. Todo lo demás, está bien, pero...

Mientras los curas se dedican a vigilar los aspectos celestiales de su clientela, los socialdemócratas del Ministerio de Sanidad y Consumo hacen lo propio con las cosas del comer. El matrimonio entre comida y rezos sí que es una unión indisoluble. Y, a tal fin, Sanidad se entrega en cuerpo y estómago. Veamos.

Bernat Soria