Es noticia
Tácticas para ganar unas elecciones
  1. Alma, Corazón, Vida

Tácticas para ganar unas elecciones

Si se quieren analizar con exactitud cuáles son las tácticas de esta campaña y qué efectos pueden producir, no se puede ignorar lo ocurrido en la

Foto: Tácticas para ganar unas elecciones
Tácticas para ganar unas elecciones

Si se quieren analizar con exactitud cuáles son las tácticas de esta campaña y qué efectos pueden producir, no se puede ignorar lo ocurrido en la campaña de 2004, en la medida en que la estrategia entonces diseñada ha marcado esta legislatura. Las ideas, imágenes y propuestas que los principales partidos pretenden hacer valer el próximo domingo no pueden entenderse sin analizar el planteamiento desplegado hace cuatro años. Así lo piensa Víctor Sampedro, coordinador de La campaña electoral 2004 y las otras campañas, un libro y un manual didáctico acompañado por dos DVD, que han sido coeditados por la Editorial Ramón Areces y la Universidad Rey Juan Carlos.

La tesis que mantiene el libro es que, en 2004, el gobierno del PP se plantea “realizar una campaña muy cercana a lo que recomiendan los expertos en agenda setting: que no dure más de tres meses y que no aborde más de tres temas importantes y relacionados”. Y el objetivo fundamental es enmarcar negativamente la imagen del contendiente, de tal modo que restase la máxima legitimidad posible a las posiciones que estaba defendiendo el PSOE.

Es por eso, según Sampedro, que el asunto Carod (la reunión que mantuvo el líder de Esquerra republicana con ETA) fue elegido como central en la precampaña. “La filtración del encuentro Carod-ETA se hace coincidir con la celebración del Congreso sobre Víctimas de terrorismo, transmitiendo así la idea de que los socios catalanes del PSOE están conversando con ETA mientras que el PP está con las víctimas. Se trata, además, de un congreso al que acude la corona y en el que están presentes Aznar y el candidato presidencial y que es profusamente seguido por los medios de comunicación, y más en especial por los afines al partido en el Gobierno”.

El segundo momento relevante de la precampaña aparece cuando se hace pública la noticia de una posible tregua de ETA sólo para Cataluña, “noticia que es recogida en la portada de numerosos medios de comunicación, y que quiere transmitir la idea de que Carod había negociado para que dejasen de matar en Cataluña, poniendo al resto de España como objetivo de la banda terrorista”.

El tercer asunto relacionado coincide con la apertura de la campaña, y es “la detención de la caravana de la muerte, una lanzadera y un coche destinados a ser explosionados en un polígono al sur de Madrid, y que son presentados como la constatación de los efectos de la reunión de Carod. Acebes dilata la presentación de la detención, arropado por la Guardia Civil, para hacerla coincidir con un lunes”.

Con estos tres asuntos, el Partido Popular logra colocar en el centro de la campaña la imbricación entre terrorismo de ETA, el modelo de Estado y la coalición que gobierna en Cataluña. Así, asegura Sampedro “su estrategia electoral consiste en mostrar esto como ejemplo del caos que se producirá si el PSOE gana las elecciones”.

Avivar las divisiones internas

Esa estrategia, además, logra avivar las divisiones internas del PSOE, aumentado la tensión entre los barones y Ferraz. “Desde finales de enero Ibarra, Bono y Chaves están pidiendo la dimisión de Carod y la ruptura del tripartito, lo que aviva la sensación de que el PSOE no es una fuerza cohesionada y que carece de liderazgo sólido, no siendo adecuada, pues, para gobernar”.

Ese marco influyó decisivamente, según Sampedro, en las reacciones a la masacre del 11-M. Así, los actores que más tenían que perder, porque habían sido identificados como poco firmes frente al terrorismo, fueron los primeros que se adhirieron a la versión oficial. “Aquellos contendientes electorales con miedo a ser rechazados por la opinión pública, caso de Carod, IU, Ibarretxe o Zapatero salen rápidamente a condenar a ETA de la forma más dura. Y, para el día siguiente, el PP decide realizar un evento mediático de cobertura obligada, la manifestación del día 12, que cuenta con la cobertura total y absoluta del arco parlamentario y donde vuelven a utilizar los lemas que les habían servido en la campaña Con las víctimas, con la constitución y por la derrota del terrorismo, colocando esa tríada de temas en la jornada de reflexión”.

Minar la legalidad del adversario

Y es que, según Sampedro, la táctica electoral que había empleado el PP “consistía en fijar unos marcos discursivos que eliminaban a la oposición como contendiente electoral si no coincidía con los presupuestos marcados por el partido en el gobierno; el objetivo final era minar al máximo la legitimidad del adversario”. Por eso, Sampedro defiende las manifestaciones del 13-M, que en su opinión fueron decisivas. “Sin esas manifestaciones, el resultado de las elecciones no sería legítimo, ya que no correspondería a una esfera pública democrática, sino a una esfera pública colapsada por la mentira”.

El marco discursivo en el que se mueven ambos contendientes no parece haber variado durante estos cuatro años, máxime cuando no hubo sustitución de la cúpula del PP tras la derrota de 2004. “La estrategia del PP copia la que utilizan los neocon estadounidenses desde el año 2000, que creen que es mucho más difícil intentar cambiar o atraer voto que desmovilizarlo. Y esta es la clave de estos cuatro años y de la presente campaña electoral”.

Para Sampedro, los réditos de esta estrategia a corto plazo son enormes, “ya que la defensa convertida en ataque transmite una imagen de gran solidez y consigue movilizar en una medida notable a los propios seguidores”. Y, sobre todo, según el profesor de periodismo de la URJC, consigue “unos enormes beneficios para sus colaboradores mediáticos: el tercer diario llega a ser el segundo y una cadena radiofónica con dificultades para implantarse se consolida sobradamente”.

Pero los efectos de esa clase de estrategias son altamente negativas para la sociedad. “Como ninguno de los dos partidos ha convocado a su electorado por sus propuestas, sino que pretendían deslegitimar al contrario, lo único que se ha conseguido es paralizar la esfera pública durante cuatro años. Los debates sintetizan perfectamente esta situación: no apareció en ellos ni un solo argumento que no hubiéramos escuchado estos cuatro años”.

Para Sampedro, lo más significativo de la campaña es la llamada de Maragall al voto en blanco “ya que arroja muchas luces sobre dónde ha terminado la intención del PSOE de acabar con la violencia etarra y avanzar en el modelo federal. La primera ha sido imposible llevarla a cabo por la postura de los sectores duros de ETA y la segunda es realmente complicada de desarrollar cuando la otra fuerza estatalmente relevante se opone por completo”.

En todo caso, los signos apuntan hacia un triunfo amplio del PSOE. “Las encuestas indican que la diferencia en intención directa de voto está en 10 puntos, que era la misma posición que tenía el PP en 2000. También entonces el PP jugó a que podía perder y acabó llevándose la mayoría absoluta”. Para Sampedro, el resultado de estas elecciones será que, finalmente, “vamos a avanzar hacia el bipartidismo. Lo que será un problema, porque si los actores políticos no cambian de estrategia no vamos a poder avanzar en los retos que tenemos. Cuando hay dos actores muy enfrentados necesitas un tercero...”.

Si se quieren analizar con exactitud cuáles son las tácticas de esta campaña y qué efectos pueden producir, no se puede ignorar lo ocurrido en la campaña de 2004, en la medida en que la estrategia entonces diseñada ha marcado esta legislatura. Las ideas, imágenes y propuestas que los principales partidos pretenden hacer valer el próximo domingo no pueden entenderse sin analizar el planteamiento desplegado hace cuatro años. Así lo piensa Víctor Sampedro, coordinador de La campaña electoral 2004 y las otras campañas, un libro y un manual didáctico acompañado por dos DVD, que han sido coeditados por la Editorial Ramón Areces y la Universidad Rey Juan Carlos.