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¿George Bush es Darth Vader?
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¿George Bush es Darth Vader?

El rumor creció justo en el estreno de la última entrega de La Guerra de las Galaxias, hasta el punto de que George Lucas hubo

Foto: ¿George Bush es Darth Vader?
¿George Bush es Darth Vader?

El rumor creció justo en el estreno de la última entrega de La Guerra de las Galaxias, hasta el punto de que George Lucas hubo de desmentirlo durante su presentación en Cannes, insistiendo en que la película no trataba de analizar cuestiones de inmediata actualidad. Pero algunas de las frases que el guión contenía llevaron a muchos a pensar que Darth Sidious, el malvado de esta segunda trilogía, estaba inspirado en George Bush, y hasta algunos sectores próximos al Partido Republicano llegaron a pedir el boicot del largometraje.

Fuera o no la intención de Lucas criticar una situación coyuntural de su país, lo cierto es que la política sí está presente en la trilogía, aunque de un modo distinto al que un enfoque partidista podría suponer: aquí se describe al capitalismo como lleno de peligros, se muestra a fundamentalistas religiosos que se enfrentan ferozmente con los herejes por la conquista del poder y se retrata a un individuo que ve su poder declinar notablemente. Así lo afirma el profesor de sociología de la Universidad Complutense, Luis García Tojar, en La ideología de Star Wars, un texto que acaba de presentar en el Congreso nacional de Sociología, celebrado la pasada semana en Barcelona.

Y, para García Tojar, que las obras de Lucas hayan tenido éxito, es prueba de que reflejan las ideas de su tiempo: “los mensajes más consumidos son aquellos que conectan mejor con el pensamiento de su época”. Así, las creaciones culturales serían el primer lugar donde las características de un tiempo quedarían expuestas. “Los profesores de secundaria se quejan de los problemas que tienen para que sus alumnos lean La Ilíada, porque dicen que no la entienden. Y es que refleja otra mentalidad, la de los griegos de aquella época, que poseían un universo cultural muy distinto del nuestro. Del mismo modo, en La guerra de las Galaxias, Matrix o El Señor de los Anillos quedan hoy contenidas nuestras creencias y nuestros mitos”.

De este modo, si reparamos en la diferencias entre las dos trilogías dirigidas por Lucas, podremos observar cómo se ha transformado nuestra sociedad. “Las dos obras son versiones distintas de la misma historia, una realizada en los 70 y la otra en el 2000, y en sus variaciones puede observarse perfectamente el cambio de perspectiva política que hemos tenido en estos 30 años”.

En la primera parte de la trilogía, resalta García Tojar, “hay una fuerte rechazo de las instituciones, una crítica muy acentuada de la burocracia, una defensa muy marcada de la naturaleza y un acentuado individualismo, lo que conformaría una visión que podríamos llamar anarquista-conservadora. Sin embargo, en su segunda parte, la de nuestra época, hay una defensa del liberalismo (con detalles socialdemócratas) y de sus instituciones. La república sería un buen sistema de gobierno, el problema es que está en malas manos”. La película puede leerse así como el tránsito de Rousseau a Kant, “de un individualismo ingenuo y bien intencionado a un colectivismo moderado”. Esa defensa de la democracia sería, pues, la respuesta política (y la solución que se entreve) a una serie de males presentes en nuestras sociedades, y que aparecen, claro está, en La guerra de las Galaxias.

"Estado del miedo"

Por eso, en su segunda parte, Lucas sitúa la acción en un “estado del miedo”: ahora reinan “capitalistas feroces dispuestos a cualquier genocidio por aumentar sus beneficios, o fundamentalistas religiosos que buscan el poder como sea. La mezcla de capitalismo salvaje y fanatismo religioso ha acabado con el orden democrático y puede borrarlo de la historia para siempre”. Y la causa última de estas transformaciones es “el triunfo de un individualismo perverso que provoca problemas mayores a las instituciones. Incluso ese culto religioso suave que aparecía en la primera trilogía se ha visto sustituido por el fundamentalismo del yo, por el tomarse a sí mismo como valor de todas las cosas”.

En consecuencia, la sociedad vive momentos depresivos, sumida “en la anomia, la desconfianza y el desánimo”, y el mismo individuo, el héroe real de la primera entrega, se ve sometido a fuertes contradicciones internas. Lo que se percibe especialmente en los protagonistas de la saga. Anakin, figura central de la segunda trilogía, es el prototipo de héroe moderno, siempre en lucha contra sí mismo”. Lo cual, para García Tojar, es un importante elemento de identificación para el espectador actual ya que refleja la identidad vulnerable de nuestro tiempo. Por eso, algunas de las producciones cinematográficas de mayor éxito, como Matrix o El Señor de los Anillos, comparten con la obra de Lucas la incidencia en “los profundos procesos que está viviendo nuestra personalidad”.

Esa figura del enviado, tan frecuente en la ciencia ficción actual, tiene que ver con algunas de las inseguridades contemporáneas. “Ya no tenemos, como en sociedades precedentes, un lugar asignado por nacimiento. Antes, si alguien era hijo de carpintero, era prácticamente seguro que terminaría ejerciendo ese oficio. Hoy no es así, tenemos que entender quienes somos, y como los héroes de la ciencia ficción, salvar un mundo (el nuestro), hacer una vida de la nada. Lo que nos da una gran libertad y al tiempo, una gran inseguridad”.

Para combatir este estado de cosas, George Lucas sólo puede ofrecer una defensa: “las instituciones democráticas en funcionamiento, entendido como una cultura colectiva, como ejercicio continuo de la democracia, con independencia de que los líderes coyunturales nos gusten más o menos”. Frente a cambios tan acentuados y veloces, , sólo una defensa moderada de los valores colectivos puede ayudarnos a salvar tiempos difíciles. Así, al menos, lo cree George Lucas.

El rumor creció justo en el estreno de la última entrega de La Guerra de las Galaxias, hasta el punto de que George Lucas hubo de desmentirlo durante su presentación en Cannes, insistiendo en que la película no trataba de analizar cuestiones de inmediata actualidad. Pero algunas de las frases que el guión contenía llevaron a muchos a pensar que Darth Sidious, el malvado de esta segunda trilogía, estaba inspirado en George Bush, y hasta algunos sectores próximos al Partido Republicano llegaron a pedir el boicot del largometraje.