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El riesgo de sufrir trombosis se duplica tras cuatro horas de viaje sin moverse
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El riesgo de sufrir trombosis se duplica tras cuatro horas de viaje sin moverse

El llamado ‘síndrome de la clase turista’ tiene una base real, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que los riesgos de sufrir una

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El riesgo de sufrir trombosis se duplica tras cuatro horas de viaje sin moverse

El llamado ‘síndrome de la clase turista’ tiene una base real, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que los riesgos de sufrir una trombosis se duplican durante los viajes en avión de larga distancia, aunque son similares a los de viajar el mismo tiempo en tren, autobús o coche.

“Lo único que hemos observado es que a partir de las cuatro horas de inmovilidad se duplican los riesgos de sufrir una tromboembolia, pero esos riesgos son exactamente iguales para los viajes en avión que en cualquier otro medio de transporte”, aseguró la subdirectora general de la OMS para Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental, Catherine Le Galès-Camus.

La OMS ha presentado los resultados de la primera fase de una investigación iniciada por la organización y financiada por el Reino Unido y la Comisión Europea a raíz de que en 2000 una joven británica muriera después de un largo viaje desde Australia, por lo que se denominó ‘síndrome de la clase turista’. Tras años de investigaciones, los expertos han descubierto que el riesgo de sufrir una tromboembolia venosa (TEV) en condiciones normales es de 1 sobre 12.000, mientras que tras cuatro horas de viaje en avión se eleva a 1 sobre 6.000.

Sin embargo, "esa proporción sigue siendo bajísima y sólo se debe a la inmovilidad del pasajero y no a una menor presión atmosférica o a una reducción de la cantidad de oxígeno, así que con dar un paseo ese peligro desaparece", explicó Shanthi Mendis, responsable de enfermedades cardiovasculares de la OMS.

Las dos manifestaciones más habituales de la TEV son la trombosis venosa profunda (TVP), que tiene lugar por una coagulación de la sangre (trombo) en una vena profunda, generalmente en la parte inferior de las piernas, y la embolia pulmonar, que ocurre cuando ese coágulo se desplaza hasta los pulmones. En el estudio también se observa que el riesgo aumenta en igual medida en el caso de las personas que toman varios vuelos en cortos periodos de tiempo, ya que el peligro de sufrir una TEV no desaparece completamente al aterrizar, sino que persiste durante unas cuatro semanas.

Junto al riesgo de la inmovilidad, los expertos también han detectado otros factores que contribuyen a aumentar los riesgos en los aviones, como la obesidad, el consumo de anticonceptivos orales o los problemas sanguíneos hereditarios. "Además, un factor de riesgo es la altura, tanto excesiva (más de 1,9 metros) como escasa (menos de 1,6 metros), ya que en el primer caso la persona tiende a no mover las piernas en todo el viaje por falta de espacio y en el segundo suele tenerlas colgando porque no le llegan al suelo", explicó Le Galès-Camus.

Cuando se disponga de los fondos necesarios, en la segunda fase del estudio se buscarán las medidas preventivas más eficaces, aunque, de momento, Mendis adelantó que se debe tratar de dar pequeños paseos cada cierto tiempo, estirar las rodillas desde el asiento y, si se viaja en coche, parar de vez en cuando y estirar las piernas. Además, aconsejó otras medidas de "sentido común" como no tomar medicamentos que fomenten la coagulación de la sangre durante el vuelo y no llevar ropa excesivamente ajustada que dificulte la circulación.

El llamado ‘síndrome de la clase turista’ tiene una base real, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que los riesgos de sufrir una trombosis se duplican durante los viajes en avión de larga distancia, aunque son similares a los de viajar el mismo tiempo en tren, autobús o coche.

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