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El fracaso de la orientación sexual
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El fracaso de la orientación sexual

La muchacha, asustada, comenta que desea abortar. Dice que aún es muy joven (16 años) para convertirse en madre y que, por otra parte, siente pavor

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El fracaso de la orientación sexual

La muchacha, asustada, comenta que desea abortar. Dice que aún es muy joven (16 años) para convertirse en madre y que, por otra parte, siente pavor de sus padres. Que no sabe como contárselo ya que, según ella, tanto su madre como su padre “jamás” entenderían primero, por qué se quedó embarazada y, segundo, por qué quiere poner fin al proceso.

La chica había acudido a un asistente social que, junto a una enfermera, orienta a los jóvenes en todo lo que concierne a la sexualidad. "Cuando acuden a nosotros están tan angustiadas, tan bloqueadas y temerosas, que algunas hasta confiesan que han pensado en el suicidio. Es algo horrible lo que les pasa”, explica la enfermera. “Yo creo que mucha culpa de lo que está pasando tiene que ver con la deficiente educación que reciben en sus propias casas y en los colegios e institutos donde estudian”.

Cuesta llevarle la contraria a esta mujer, experta en el tema desde hace una década. Porque lo cierto es que las estadísticas de embarazos no deseados no paran de crecer en España pese a las campañas de prevención. Cada vez son más los padres que se encuentran desarmados ante el fenómeno, no saben (muchos tampoco quieren saber) en qué han fallado para que su hija menor de edad haya tenido que someterse a un aborto.

Pensar en el suicidio es un dato evidente del grado de sufrimiento que estas adolescentes soportan. Los planes de enseñanza dejan mucho que desear en cuanto a la información sexual de los jóvenes. El aprendizaje sigue estando en las calles, de amigo a amigo, sin más ayuda que las experiencias sesgadas del que recomienda después de haber vivido la misma circunstancia.

Sanidad pone el grito en el cielo cuando llegan las estadísticas, pero no hace lo suficiente para remediar un problema, el aborto de menores, que se extiende por toda la geografía nacional sin que nadie, hasta ahora, se haya puesto en serio a combatirlo.

La muchacha, asustada, comenta que desea abortar. Dice que aún es muy joven (16 años) para convertirse en madre y que, por otra parte, siente pavor de sus padres. Que no sabe como contárselo ya que, según ella, tanto su madre como su padre “jamás” entenderían primero, por qué se quedó embarazada y, segundo, por qué quiere poner fin al proceso.