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Las grandes farmacéuticas mundiales evitan informar sobre su apoyo al tercer mundo y los pagos por influencias políticas
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Las grandes farmacéuticas mundiales evitan informar sobre su apoyo al tercer mundo y los pagos por influencias políticas

“Trabajamos para ofrecer a las personas una vida más larga, sana y feliz” o “estamos comprometidos para encontrar nuevos medicamentos que ofrezcan esperanza y que sean

“Trabajamos para ofrecer a las personas una vida más larga, sana y feliz” o “estamos comprometidos para encontrar nuevos medicamentos que ofrezcan esperanza y que sean esenciales para los avances médicos” son las buenas intenciones de las grandes farmacéuticas como Pfizer, GlaxoSmithKline, Sanofi-Aventis, Merck y Johnson&Jonhson. Pero “¿están pensando en los millones de personas pobres de África, Asia y América Latina?”, se pregunta Intermón Oxfam. Unos 2.000 millones de seres humanos no reciben el tratamiento médico necesario como consecuencia del elevado precio de los fármacos, denunciaba esta ONG con ocasión del estreno en España de la película El jardinero fiel.

Oxfam Internacional realizó una encuesta entre once de las ‘grandes’. Cinco de las cuestiones planteadas no obtuvieron respuesta: ¿cuánto gastan en ayudar a las personas pobres?, ¿respetan los estándares éticos en sus pruebas médicas?, ¿cuánto cobran en los países en vías de desarrollo?, ¿qué ganan con su influencia política? y, por último, ¿pueden hacer un trabajo mejor?

Esta organización reconoce que las medicinas no resolverán por sí mismas los problemas sanitarios en los países en vías de desarrollo. Para ello es necesario que funcionen los servicios básicos de salud. Sin embargo, estas empresas pueden facilitar que los enfermos reciban el tratamiento adecuado.

Las farmacéuticas justifican el alto precio de las medicinas para pagar los 40.000 millones de dólares que invierten en investigación y desarrollo. Ninguna de las mencionadas más arriba pudo especificar a Intermón cuánto dinero dedicaba a I+D para tratar los problemas de salud en los países menos favorecidos, incluso admitieron que el gasto es mínimo porque no ofrece beneficios.

En cuanto al modus operandi de las pruebas médicas, las compañías tienen que aplicar los mismos estándares éticos en los países pobres que en los ricos, y sobre todo teniendo en cuenta que en los primeros la legislación es más permisiva y la industria farmacéutica está incrementando el uso de subcontratas. Cuando la Comisión Bioética Consultora del presidente Bush celebró una audiencia para saber cuándo es ético desarrollar pruebas en otro país, ningún representante de las farmacéuticas testificó.

Patentes versus genéricos

Según las reglas de la Organización Mundial del Comercio, cada país tiene que garantizar las patentes de las nuevas medicinas por 20 años, lo que paraliza la posible competencia de los medicamentos genéricos. En 2000, cinco grandes firmas anunciaron la reducción del precio de los medicamentos antiretrovirales contra el SIDA en África, concretamente, desde un coste de 10.000 a 1.000 dólares. No sólo influyó la presión internacional, también el que en la India se ofrecían tratamientos similares por 360 dólares. Como consecuencia de todo esto, el número de africanos con medicación se había doblado en 2004.

Ese mismo año, Intermón Oxfam denunciaba que las farmacéuticas gastaron 123 millones de dólares para influir sobre el Gobierno de EEUU. Asimismo, está obligando al primer país del mundo a negociar un endurecimiento de las patentes en los acuerdos comerciales con África, Asia y América Latina.

Con todo, parece que este sector puede hacerlo bastante mejor en las regiones más pobres del mundo. La mencionada ONG propone sellar un gran acuerdo entre las farmacéuticas para aumentar el acceso a los medicamentos sin mermar sus intereses comerciales a corto plazo: el continente africano representa menos del 0,5% de su mercado. Además, si las leyes sobre patentes son iguales para todas, si se modifican para bajar los precios, ninguna compañía quedaría en desventaja.

“Trabajamos para ofrecer a las personas una vida más larga, sana y feliz” o “estamos comprometidos para encontrar nuevos medicamentos que ofrezcan esperanza y que sean esenciales para los avances médicos” son las buenas intenciones de las grandes farmacéuticas como Pfizer, GlaxoSmithKline, Sanofi-Aventis, Merck y Johnson&Jonhson. Pero “¿están pensando en los millones de personas pobres de África, Asia y América Latina?”, se pregunta Intermón Oxfam. Unos 2.000 millones de seres humanos no reciben el tratamiento médico necesario como consecuencia del elevado precio de los fármacos, denunciaba esta ONG con ocasión del estreno en España de la película El jardinero fiel.