"¿Una fusión de Bankia? Tranquilo, no hay nada, 'Goiri' y el CEO se van de vacaciones"

28 de julio de 2020. Plaza Castilla. Madrid. Ese día, asistí a mi primera rueda de prensa —sin Teams— desde el confinamiento, un alivio después de tantos meses. Eran los resultados del primer semestre de Bankia, muy flojos por el covid. En el turno de preguntas, hice la cuestión de rigor sobre las fusiones al CEO, José Sevilla: "El BCE no para de insistir en que hacen falta fusiones, que las provisiones van a más y que alguna entidad puede sufrir en capital. ¿No deberíamos ver alguna integración en España? ¿Bankia puede protagonizarla?".

"Es lógico pensar que la actual situación sea un incentivo" y que las facilidades del BCE "generen el caldo de cultivo". "Tenemos que analizar nuestra posición relativa de mercado y si hay opciones tomaremos las decisiones correspondientes". La decena y pico de 'valientes' que habíamos ido a la Torre KIO —y los que estuvieron telemáticamente— nos quedamos descolocados en aquella rueda de prensa. Los banqueros suelen salir por la tangente ante este tipo de cuestiones. Podía haber algo.

Un par de días después, me llegó la primera información seria: "Estate atento a Bankia, están en algo, va a haber una operación rápida". Llamé al banco y mi consulta se elevó a lo más alto de la Torre KIO, con una negativa rotunda. Sin embargo, era una de esas informaciones que la intuición dice que no van desencaminadas. Solo la dejé pasar por dos razones. La primera es que me convencieron de que tanto Sevilla como su jefe, José Ignacio Goirigolzarri, se iban de vacaciones y no querían saber nada al menos en agosto, "no piensan trabajar en verano". De haber algo, sería más adelante. Llegué a enterarme de los destinos de vacaciones. Con 'Goiri' es sencillo, ya que la primera parada siempre es Bilbao. Y en el caso de Sevilla, cambiaba Ibiza por Galicia.

La segunda razón fue una casualidad extraña. El 31 de julio, Abanca anunció un acuerdo con Crédit Agricole para comprar su filial vasca Bankoa. ¿Podía ser que a mi fuente le hubiera llegado un 'teléfono roto' y que la operación en marcha fuera la de Bankoa y no Bankia? Raro, pero encajaba.

Una fuente me recomendó que borrara del título la entidad presidida por Oliu y que no me lo pensara dos veces, ya que estaba avanzado

La realidad es que lejos de tener vacaciones, el equipo directivo de Bankia tuvo un agosto movido, que se intensificó a partir del 25, la fecha en que tanto su consejo de administración como el de CaixaBank aprobaron poner en marcha la mayor fusión en España de las últimas décadas.

La primera pista me llegó unos días después, a finales de agosto: "Hay una fusión en marcha, abre los ojos". Tenía que ser Bankia. No dejé ni uno de mis mejores contactos sin tocar. Algunos no tenían ni idea: "Jorge, olvídate, con las cotizaciones por los suelos no vamos a ver fusiones". Otros jugaban al despiste: "No sé nada, pero si lo supiera no te podría contar". Y yo me equivoqué, ya que estaba seguro de que el compañero de baile de Bankia era Banco Sabadell. Llegué a confirmar que habían negociado en verano, aunque la cosa estaba fría.

Siendo conscientes de que la información que teníamos podía estar en manos de más periodistas, mi jefe, Miquel Roig, y yo decidimos que había que publicar algo de lo que ocurría en torno a Bankia. Tuvimos preparada una noticia que incluía tanto a Sabadell como a CaixaBank. Hasta que una buena fuente me recomendó que borrara del título la entidad presidida por Josep Oliu y que no me lo pensara dos veces, ya que todo estaba muy avanzado. Ni Bankia ni CaixaBank hicieron comentarios. Esa debía ser la portada del día siguiente, el 4 de septiembre. La información comenzó a filtrarse a otros medios a última hora, por lo que tuvimos que adelantar su publicación. El resto ya es conocido.

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Esta noticia es una más de las muchas del sector financiero que ha adelantado El Confidencial durante sus 20 años de vida. La trayectoria de este medio ha estado muy ligada a la banca, y en especial a Bankia, la entidad que ha centrado gran parte de la actualidad en los últimos años. Hace una década, cuando El Confidencial cumplía 10 años, estaba en marcha la salida a bolsa que pilotó Rodrigo Rato. Una operación de Estado que se enfrentó a pocas voces críticas. Una de ellas fue la de este medio. Algo que resume una de sus señas de identidad: contar lo que no quieren o no pueden contar otros.

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