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El Confidencial: un pasado de éxito, un presente excitante y un futuro esperanzador
  1. 20 aniversario
EDITORIAL 20 ANIVERSARIO EL CONFIDENCIAL

El Confidencial: un pasado de éxito, un presente excitante y un futuro esperanzador

El compromiso de El Confidencial con ocasión de este aniversario consiste en reivindicar el derecho a saber de los ciudadanos y coadyuvar a mantener y ampliar la democracia en España, asentada en la Constitución de 1978

Foto: Imagen: Irene de Pablo / El Confidencial Diseño.
Imagen: Irene de Pablo / El Confidencial Diseño.

El Confidencial cumple 20 años. Se fundó con una ambiciosa modestia el mes de mayo de 2001, justo cuando el nuevo siglo entraba en la historia y aparecían rotundamente los síntomas de un nuevo periodismo tanto en sus contenidos como en su formato. La tecnología digital y la práctica universalización de internet como signo irreversible de la contemporaneidad animaron entonces un proyecto que hoy se ha convertido en un caso de éxito, en un consistente liderazgo en el sector de los medios de comunicación y en una referencia social, política y económica para conocer e interpretar los acontecimientos.

Un éxito que tenemos que agradecer a nuestros suscriptores y lectores. Su presencia diaria honra la cabecera bajo la que trabajamos, con la que construimos comunidad y contribuimos a cincelar la democracia gracias a esa cualidad tan preciada como imposible de fabricar que han depositado en nosotros. Nos referimos a la confianza.

Gracias también a nuestros anunciantes, a las entidades colaboradoras en nuestros eventos y a un esfuerzo compartido de los hombres y mujeres de este medio que con su profesionalidad, esfuerzo, vocación y entusiasmo han convertido El Confidencial en lo que es hoy y en lo que ya se está gestando: en el diario más inclusivo, abierto, influyente, creíble y veraz de España y, por lo tanto, también en una referencia de nuestro país en el ámbito internacional.

Por impertinentes somos, cuando la veracidad lo requiere, molestos e inoportunos. A este rasgo de nuestra personalidad hemos subordinado nuestros ingresos y nuestra tranquilidad

No queremos, sin embargo, encarar este aniversario desde la complacencia, sino desde la exigencia. Como escribió el poeta, "nuestro pasado ha sido hermoso, nuestro presente es excitante y nuestro futuro es esperanzador", y apostamos más por el mañana que por lo ya realizado, ya que sobreviene el anquilosamiento cuando lo anterior alegra más que lo que está por venir. Pero para saber adónde vamos hemos de recordar de dónde partimos y comprobar que hemos sido fieles a nuestro compromiso.

Queríamos definirnos —y lo hemos conseguido— como un periódico digital independiente, alternativo y riguroso, porque entendíamos entonces, y seguimos creyéndolo ahora, que esos rasgos construyen la identidad de nuestra cabecera y forman la idiosincrasia en la que nuestro cada vez mayor número de suscriptores y lectores nos reconocen.

La independencia con que nació El Confidencial persiste: somos dependientes de nuestros propios recursos; no nos ampara ninguna poderosa entidad o corporación; nos financiamos de forma transparente; no somos deudores de ningún crédito, y estamos embarcados con aplicación y buenos resultados en el nuevo paradigma del sostenimiento de los medios a través de la concurrencia de los lectores mediante la suscripción a nuestros contenidos con alto valor añadido, compatibles con la oferta en abierto a aquellos ciudadanos que nos visitan. Esta autonomía económica nos hace fiables, justamente una cualidad que ahora se echa en falta en los medios que se han dejado en el camino de las dos últimas crisis (2008 y 2020) la credibilidad que exige la intermediación con los lectores.

placeholder Portada de El Confidencial hace 20 años. (EC Diseño)
Portada de El Confidencial hace 20 años. (EC Diseño)

La independencia nos permite también la impertinencia, entendida esta como la cualidad de relativizar la reverencia tradicional de muchos medios a los poderes constituidos. Por impertinentes somos, cuando la veracidad lo requiere, molestos e inoportunos. A este rasgo de nuestra personalidad hemos subordinado nuestros ingresos y nuestra tranquilidad. Grandes compañías —las menos, pero haberlas, las hay— no han entendido las reglas de compromiso de una democracia en la que la libertad madre es la de expresión. Nos han castigado —siguen haciéndolo— porque nuestra condición no es subalterna al poder, ni empresarial ni político, precisamente porque respetamos los derechos y las libertades constitucionales de los ciudadanos, nos atenemos fielmente a nuestra misión social y a la institucionalidad del Estado de derecho.

No somos previsibles y por eso aspiramos de forma constante a ofrecer una versión alternativa de la realidad que no se amolde a lo convencional. De los papeles de Panamá a los papeles del Rey, entrar en El Confidencial es —debe seguir siendo— una sorpresa para el conocimiento, una gratificación democrática y una dignificación de la relación entre los profesionales del medio y los lectores. De ahí que el rigor sea el correlato de lo que hacemos y de cómo lo hacemos: con profesionales en la redacción y en la gestión que asumen el pacto entre la veracidad y la libertad como una ley de gravitación de nuestra actividad editorial.

Entrar en El Confidencial debe seguir siendo una sorpresa para el conocimiento, una gratificación democrática y una dignificación de la relación entre los profesionales del medio y los lectores

Pero, sobre todo, nos mueve la pasión: por la verdad, por informar de la realidad sin que nadie nos diga lo que tenemos que escribir, por nuestra vocación de servicio público. La pasión por la verdad escribe nuestro futuro y se erige en el motor de nuestra libertad.

El tiempo es la sustancia de lo que estamos hechos, en expresión feliz de Jorge Luis Borges, y el afán de perdurar nos conduce a la innovación constante —en los contenidos informativos, en los análisis, en los formatos y en la sofisticación tecnológica— y a un permanente esfuerzo de prospectiva. Solo miramos atrás para aprender las lecciones útiles para el futuro y, por eso, el compromiso reiterado de El Confidencial con ocasión de este aniversario consiste en reafirmar nuestra personalidad como medio; apostar por los valores de la comunicación; reivindicar el derecho a saber de los ciudadanos, y coadyuvar a mantener y ampliar la democracia en España, sólidamente asentada en la Constitución de 1978.

La innovación es exigente porque no se trata solo, ni principalmente, de cambiar, sino de añadir valor, dotarnos de nuevos enfoques, auscultar las inquietudes sociales, proponer debates y facilitarlos, exigir mecanismos de dación de cuentas de todos los poderes —sean cuales sean— y rendir culto a la convivencia en paz y en libertad. Innovar consiste en no conformarse con los éxitos anteriores suponiendo que la ventaja obtenida y no ganada a diario es sostenible a largo plazo. Seguimos queriendo el cambio innovador porque procurarlo es lo que distingue al liderazgo del seguidismo. Y la vocación con que nació El Confidencial, y que hoy, 20 años después, reitera, es ir por delante, abrir camino y mirar al pasado solo para aprender cómo se gana el futuro. En ello estamos.

El Confidencial cumple 20 años. Se fundó con una ambiciosa modestia el mes de mayo de 2001, justo cuando el nuevo siglo entraba en la historia y aparecían rotundamente los síntomas de un nuevo periodismo tanto en sus contenidos como en su formato. La tecnología digital y la práctica universalización de internet como signo irreversible de la contemporaneidad animaron entonces un proyecto que hoy se ha convertido en un caso de éxito, en un consistente liderazgo en el sector de los medios de comunicación y en una referencia social, política y económica para conocer e interpretar los acontecimientos.

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