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Renta antigua, un año después. ¿Quién ocupa hoy los viejos locales comerciales?
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tiendas de ropa, cafeterías... y supervivientes

Renta antigua, un año después. ¿Quién ocupa hoy los viejos locales comerciales?

El 31 de diciembre de 2014 finalizaban los alquileres comerciales de renta antigua. Muchos no pudieron asumir la actualización de su precio y cerraron. Otros todavía se mantienen en pie

Hace un año que no pasábamos por allí y ya no está. En el número 28 de la Calle Mayor no queda ni rastro de la Bisutería Otero. La tienda en la que desde 1905 se vendían pulseras, colgantes y pendientes multicolores, hoy se vende ropa. El 31 de marzo de 2015, Almudena y Teresa -madre e hija- bajaron para siempre el telón de la bisutería más antigua de Madrid. Una modesta tienda que los padres de Almudena pusieron en marcha a principios del siglo pasado y que, como muchos otros negocios de renta antigua, no han podido sobrevivir a la actualización de sus alquileres.

Donde antes había una papelería, ahora hay una tienda de ropa. Donde antes se vendía ropa interior, ahora se toma café, donde antes se vendían muñecas con solera, ahora solo hay un local vacío...

Con la llegada de 2015 se extinguieron, por ley, muchos de los alquileres de locales suscritos con anterioridad al 9 de mayo de 1985. Era el fin de la renta antigua. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Ha habido supervivientes? Y entre los que desparecieron, ¿quiénes ocupan hoy en día su lugar?

[Vea los antiguos locales convertidos en tiendas de ropa y cafeterías]

Hace un año, ante la inminente finalización de todos los contratos de alquiler de locales comerciales que fueron firmados bajo la LAU de 1964, y tras el periodo transitorio de 20 años que contemplaba la ley de 1994, muchos pequeños negocios se vieron obligados cerrar sus puertas ante la imposibilidad de asumir los fuertes incrementos de los alquileres. Otros optaron por seguir luchando hasta el final, aunque el precio que debían pagar era muy caro, dado que supuso la actualización inmediata de los alquileres a los precios del mercado, lo que, en la práctica, ha provocado que en muchos negocios se dupliquen y hasta se multipliquen por cuatro las rentas, abocando a muchos, inevitablemente, al cierre y a su desaparición.

El Bar Lozano es uno de los pocos supervivientes. Situado en la calle San Joaquín 14, el dueño decidió negociar con el casero y consiguió un año más de oxígeno. Hoy es su hijo quien está al frente del bar y el precio que tiene que pagar mes a mes para no engordar la lista del paro es demasiado alto. Desde el 1 de enero paga 1.500 euros de alquiler frente a los 400 euros que pagaba con anterioridad. Podía ser peor, porque los dueños le pedían 2.500. Hoy, un año después, el dueño del negocio trabaja muchas más horas, sin un solo descanso semanal y sin ningún tipo de ayuda. Toca de nuevo negociar y el futuro se presenta, si cabe, mucho más negro. "No sé si podré aguantar mucho más", reconoce a El Confidencial.

En la calle Valverde 49, esquina con la calle Colón, muy cerca de la calle Fuencarral y a apenas 10 minutos a pie de la Gran Vía, los ventanales de los escaparates de la papelería Plaka anunciaban hace justo un año “Liquidación total por cierre” después de cuatro décadas. La dueña del negocio explicaba entonces a este diario que había intentado negociar, aunque sin fortuna, con los dueños del local, quienes le pedían 6.000 euros por un alquiler por el que estaba pagando 800. Ahora, donde hace un año se vendían cartulinas, se vende ropa.

Sin la tienda de muñecas de Gran Vía

Estas Navidades serán las primeras que los viandantes pasen por Gran Vía 47 y no puedan pararse a mirar el escaparate de la tienda de muñecas Así. El 10 de enero de 2014, con una prórroga por parte del propietario para atender la demanda de los Reyes Magos, la mítica tienda echaba el cierre después de 72 años y cuatro generaciones. "Claro que hemos notado el cierre de Gran Vía en la facturación. Suponía el 60% del total", apunta Pepa Eznarriaga, propietaria junto a sus dos hermanos. "Pero también es verdad que esa tienda tiraba mucho de personal, mercancía, necesitaba mucho 'stock'... Al final ha sido una cosa por otra". Nueve personas se fueron a las listas del paro porque no pudieron ser reubicadas en las otras tiendas de la calle Arenal, Príncipe de Vergara y Aravaca.

Tanta atención de los medios comunicación entonces supuso también un impulso de ventas en la tienda hoy extinta "por ser el último" en el que se podía comprar en Gran Vía, e incrementó las compras en el resto de los establecimientos. Reconoce Pepa que esta Navidad no será tan mala "porque notamos cierta recuperación. La gente tiene ganas de comprar".

Su local en el número 47 hoy permanece vacío. Algunos obreros hacen reformas en el interior pero, un año después, nadie ha alquilado unas instalaciones que pueden suponer entre 30.000 y 50.000 euros de alquiler.

El Café Central: otro superviviente

El 31 de diciembre de 2014 parecía que se acababa el mundo. Pero no. El Café Central sigue abierto en su lugar de siempre, la plaza del Ángel de Madrid. Y casualidades de la vida, un zapatero granadino llamado Ángel les salvó de cerrar entonces. Una plataforma andaluza para salvar los locales afectados por la ley se presentó en el Congreso de los Diputados el día que se debatía una enmienda a la normativa. Fue él quien le dio la clave a Gerardo Pérez, uno de los socios fundadores, mientras se contaban las penas en las puertas de los leones: si había un traspaso en los últimos años, existía una prórroga de un lustro.

Y así fue. Un socio de Gerardo guardaba el preciado papel fechado en 1990 que daba cuenta de que había existido un traspaso que les permitía sobrevivir. "Al principio los propietarios no se lo creían", explica el propio Gerardo sentado a la barra. "Lo único que me fastidia es que la gente piensa que el año pasado yo monté una campaña publicitaria cuando maldita la angustia en la que estábamos metidos", asegura.

Lo cierto es que el local se llenó los últimos meses de 2014 pensando que esa era la última oportunidad de pisar el Central. Sin embargo, 2015 ha sido similar a los anteriores en cuanto a afluencia de público. Pero dentro de cuatro años la situación del café será la misma. "Lo único que podemos es intentar mejorar la gestión del local para que podamos ofrecerle al propietario una cantidad próxima a lo que pide en 2019. Es nuestra única papeleta".

"Menos movimiento del esperado"

No hay cifras oficiales respecto al número de negocios afectados, aunque la criba no parece tan abultada como se temía. "El impacto ha sido mucho menor de lo esperado", explica a El Confidencial Óscar García, director nacional de High Street y Tenant Rep de CBRE. "Muchos inquilinos se anticiparon al fin de los contratos y en 2012 y 2013 renegociaron los alquileres. De ahí el no haya habido tanto movimiento como se esperaba. Además, en Barcelona, por ejemplo, se ha producido una reacción proteccionista respecto al pequeño comercial y, ante la ambigüedad de la ley, hay quienes han recurrido ante los tribunales y conseguido una prórroga adicional hasta 2019", añade este experto.

"Desde Tinsa hemos observado menos movimiento del que esperábamos", coinciden en señalar desde la tasadora. "Lo lógico era que si se producía una desocupación importante de locales comerciales, los propietarios de los mismos encargasen tasaciones para valorarlos y conocer las rentas que podían cobrar por ellos. Y, sin embargo, no ha sido así", reconocen desde Tinsa.

Hace un año que no pasábamos por allí y ya no está. En el número 28 de la Calle Mayor no queda ni rastro de la Bisutería Otero. La tienda en la que desde 1905 se vendían pulseras, colgantes y pendientes multicolores, hoy se vende ropa. El 31 de marzo de 2015, Almudena y Teresa -madre e hija- bajaron para siempre el telón de la bisutería más antigua de Madrid. Una modesta tienda que los padres de Almudena pusieron en marcha a principios del siglo pasado y que, como muchos otros negocios de renta antigua, no han podido sobrevivir a la actualización de sus alquileres.

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