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De 170.000 a 50.000 € por acción: así ha explotado la burbuja en los campos de golf
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AUNQUE SE ATISBA UNA PEQUEÑA RECUPERACIÓN

De 170.000 a 50.000 € por acción: así ha explotado la burbuja en los campos de golf

La bonanza económica trajo consigo la locura. La locura por comprar casas y apartamentos en la playa y estrenar coche cada dos o tres años. La locura por viajar varias veces al año a los lugares más insospechados.

Foto: Club de Golf Retamares
Club de Golf Retamares

La bonanza económica trajo consigo la locura con mayúsculas. La locura por comprar casas y apartamentos en la playa y estrenar coche cada dos o tres años. La locura por viajar varias veces al año a los lugares más insospechados con cargo a la tarjeta de crédito. La locura de jugar al golf, un deporte elitista hace una década y que, sin embargo, extendió su popularidad como una mancha de aceite.

¿Quién no tenía un amigo, un cuñado o un primo que no aprovechaba cualquier ocasión para presumir de un buen swing? El boom de este deporte se cuajó en medio de la mayor burbuja inmobiliaria de España. Una burbuja que, como ya explicábamos hace unos días, provocó la proliferación de numerosos desarrollos urbanísticos vinculados a campos de golf.

No en vano, fueron demasiados los promotores que, con la excusa del golf y de su popularidad entre una buena parte de la boyante sociedad española, podían vender el codiciado apartamento en la playa hasta un 30% más caro. De los aproximadamente 400 campos de golf existentes en España, el 60% se construyeron al amparo de desarrollos inmobiliarios.

La locura llegó hasta límites insospechados y acabó trasladándose a los precios de las acciones de los campos de golf más solicitados. Comenzó a gestarse su particular burbuja inmobiliaria.

Más de 100.000 euros por hacerse socio

En algunos de los clubes más exclusivos llegaron a pagarse más de 100.000 euros por convertirse en socio. El Valderrama Golf, el mejor club de España y uno de los mejores de Europa –en 1997 acogió la 32ª edición de la Ryder Cup, capitaneada por Severiano Ballesteros–, es un claro ejemplo. Con apenas 550 socios, las acciones llegaron a costar antes de la crisis 175.000 euros.

"Recientemente y tras unos convulsos 2012 y 2013, el club ha comercializado un paquete de 50 acciones a 50.000 euros de cuota de entrada en un intento de cuadrar sus cuentas y conseguir más ingresos estables de manera recurrente", explica a El Confidencial Iñaki Aranguren, presidente de la Asociación de Campos de Golf de Madrid y consejero delegado de Making Golf Group, compañía dedicada a la gestión de campos de golf y encargada de reflotar muchos de ellos.

Y es que las elevadas cuotas anuales, de hasta 9.000 euros al año, además de 500 euros de consumo obligatorio de hostelería, más cuotas supletorias de 1.500 euros, provocaron que alguno de los socios históricos tuviera serios problemas para hacerse cargo del pago de los costes anuales de pertenecer al prestigioso club.

"Para la popularización del golf en sí, la crisis ha venido bien para derribar alguna barrera en relación a la 'exclusividad' por parte de los clubes y poder acercar el golf a un segmento de la población que pensaba que era un deporte caro y elitista", apunta Aranguren, para quien ahora "se abre un nicho de negocio por el otro extremo en cuanto a la casi inexistencia de un verdadero producto premium, con contadas excepciones, que puede ser de mucho interés para marcas de alto standing y banca privada por el perfil de cliente al que va dirigido y quizás también por un cliente al que la apertura y 'socialización' de su club le hacen empezar a pensar en otro tipo de destino de su ocio".

El rebote ya está aquí

El de Valderrama Golf no fue un caso aislado. En el Club de Golf de La Moraleja, otro de los emblemáticos de España, llegaron a pagarse 110.000 euros por cada acción. El precio mínimo en 2012 fue de 25.000 euros, aunque ya se empieza a notar una mejoría en cuanto a la demanda de nuevos socios y el valor de transacción.

"Una vez confirmado que el mundo no se acaba y que hay luz al final de túnel está habiendo una importante entrada de nuevos socios, el doble anual que antes de la crisis, que han soportado la recesión y valoran que el precio a pagar por ser propietario de uno de los mejores clubes de Europa se antoja una ganga. Las acciones, compraventa directa entre particulares, está en los 40.000 euros con un fuerte repunte comprador que hace ser optimista a los demás clubes de Madrid por el efecto comparativo en relación con La Moraleja".

Ser socio para poder jugar

Para entender el porqué de este espectacular boom también es necesario entender el funcionamiento de esta industria. En España, quien quiere jugar al golf debe, en la mayoría de los casos, ser socio de un determinado club. "Para convertirte en socio tienes que comprar una acción, que tiene valor patrimonial, lo que te convierte en uno de los dueños del mismo. En la mayoría de los campos de golf en España es necesario ser accionista para poder jugar", apunta Iñaki Aranguren.

El precio de estas acciones está sujeto a la ley de la oferta y la demanda. De ahí que se llegaran a alcanzar precios tan desorbitados en pleno boom, muy por encima de los actuales.

En algunos clubes hay otras opciones como, por ejemplo, vender o ceder los derechos de uso por un tiempo determinado (10-15 años) y por un desembolso menor que el que implica convertirse en socio. "A partir de 2.000 hasta 20.000 euros puedes tener la consideración de socio", comenta Aranguren. "En unos años de profunda crisis en el sector, las campos de golf han tenido que ir reinventándose en cuanto a su modelo de negocio, pasando en los casos que sus estatutos lo permitían de campos cerrados a los no socios a buscar ingresos a través de alquiler de acciones o abonos anuales. Incluso los campos más exclusivos han tenido que 'abrirse' al exterior a través de premios tanto privados como patrocinio de sociales".

De esta manera han comenzado a abrirse paso fórmulas como el pay and play –paga por jugar–, que no requieren un desembolso tan elevado de capital. Pagas solamente por lo que juegas.

Un importante reclamo turístico

Lo cierto es que en España, el golf ha adquirido la dimensión de industria. Tanto es así que el espectacular auge del golf situó a nuestro país en 2001 en el segundo puesto del ranking mundial en cuanto a recepción de este tipo de turismo, solamente superado por Estados Unidos. Según datos de Making Golf, España acoge cada año a un millón de turistas extranjeros cuyo motivo principal del viaje es el golf. "Esta actividad turística genera un ingreso anual de unos 1.200 euros por jugador y estancia", señala Iñaki Aranguren.

Para que nos hagamos una idea del boom, solamente desde el año 2000 se han construido casi 200 de los 400 campos de golf que hay en España. "Una cifra, eso sí, muy alejada todavía de los aproximadamente 2.600 del Reino Unido, los 700 de Alemania o los 575 de Francia”, añade Aranguren.

Al calor de ese turismo deportivo surgieron, además, muchos de los proyectos urbanísticos con campo de golf que ahora permanecen abandonados y que se han convertido en un activo de muy difícil salida en el mercado tanto para los promotores que los pusieron en marcha como para los bancos que los han heredado.

"España reúne las condiciones ideales para la práctica del golf y por ello la promoción de este deporte puede ser crucial para el buen funcionamiento del turismo y, por tanto, de la economía", apunta Aranguren, que, sin embargo, reconoce la importancia de una buena gestión que garantice un buen funcionamiento.

La bonanza económica trajo consigo la locura con mayúsculas. La locura por comprar casas y apartamentos en la playa y estrenar coche cada dos o tres años. La locura por viajar varias veces al año a los lugares más insospechados con cargo a la tarjeta de crédito. La locura de jugar al golf, un deporte elitista hace una década y que, sin embargo, extendió su popularidad como una mancha de aceite.

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