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Hong Kong: rascacielos, mercados, casas flotantes y más encantos de la ciudad
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vestigios de la etapa colonial

Hong Kong: rascacielos, mercados, casas flotantes y más encantos de la ciudad

Conocida como la 'Manhattan asiática', esta región de China ofrece a sus visitantes una mezcla entre la tradición más ancestral y la modernidad más vanguardista

Foto: Hong Kong. (iStock)
Hong Kong. (iStock)

Si uno cierra los ojos y los abre en mitad de Hong Kong, solo los carteles en chino le indicarían que se encuentra en mitad de la costa sureste del gigante asiático. Esta zona, considerada junto a otras cinco como una región administrativa especial, disfruta de características propias –por ejemplo, tiene su propia moneda–. Hace un siglo, viajar a Hong Kong suponía trasladarse hasta una colonia británica que con el paso del tiempo quedó en un protectorado. Hubo que esperar hasta 1997, conocido como el año de la reunificación, para que la región volviera a formar parte del 'mapa' de China. Este pasado 'british' aún se intuye en esas singularidades que tan fascinantes hacen a la ciudad: por un lado, la ciudad mantiene esa genética china que se deja ver en sus rasgos, tradiciones y gastronomía; y por otro, Occidente se hace paso entre sus altísimos edificios convirtiéndola en un punto de atracción mundial por su avanzada arquitectura y tecnología.

Hong Kong hechiza. Su propio nombre, cuyo origen en cantonés hace referencia a las aguas que contornean la ciudad, ya evoca sensaciones. Altísimos rascacielos, costumbres ancestrales que se mantienen en los hogares, modernidad vanguardista no vista hasta ahora o una naturaleza mezclada con el asfalto son algunas características de esta región china plagada de contrastes a la que aerolíneas como Cathay Pacific acceden, con su Boeing 777-300ER, cuatro veces por semana en vuelo directo desde Madrid. El vuelo sin escalas con salida en Barcelona de esta compañía, que ha aumentado la franquicia de equipaje hasta los 30 kilos, se ofrecerá a partir del 2 de julio en un Airbus 350-900.

Tras surcar los cielos a bordo de la reconocida como una de las mejores aerloíneas del mundo en la edición Skytrax de 2016 –su cabina Premium Economy dispone de espacio adicional para almacenamiento de objetos personales y una pantalla táctil de 10,6 pulgadas por pasajero–, vislumbrará la 'Manhattan asiática', alias con el que se ha apodado a Hong Kong por su hipnotizante skyline. Entre su conjunto de pequeñas islas y la península de Kowloon se sitúa la bahía de Victoria, que puede presumir de ofrecer las mejores vistas de la ciudad y su horizonte 'rasgado' por los bloques que parecen querer alcanzar el infinito.

placeholder La impresionante vista del 'skyline' de los rascacielos de Hong Kong. (Shutterstock)
La impresionante vista del 'skyline' de los rascacielos de Hong Kong. (Shutterstock)

Estos rascacielos, postal de Hong Kong donde se precie, también pueden ser contemplados desde su 'espalda'. Basta subir al Victoria Peak para disfrutar de su contemplación. A 554 metros de altura, esta montaña hongkonesa situada en la parte occidental de la isla permite vislumbrar tanto la parte trasera de las edificaciones como el barrio de Kowloon. Para subir hasta ella existen diferentes transportes: los coches y autobuses acceden sin dificultad utilizando la red de carreteras de buena calidad de la que dispone la ciudad –todos sus puntos están perfectamente conectados a través de vías, metro y puentes muy cuidados–, pero si de verdad quiere disfrutar del paisaje desde el primer momento lo mejor es subir al tranvía que alcanza su cumbre. A veces la bruma y la niebla impiden la visión completa del horizonte, pero solo la romántica experiencia de subir al pico Peak sobre raíles ya merece la pena.

Durante la época colonial, este monte fue utilizado por los británicos para afincar su residencia. El clima húmedo de Hong Kong se veía mitigado por las corrientes de aire fresco que se dejaban sentir en las alturas, por lo que el Victoria Peak era el enclave perfecto para vivir en la ciudad sin notar su peor parte. Un paseo por sus calles es la mejor opción para dejarse llevar años atrás gracias a la arquitectura, pues aún a día de hoy se mantienen en pie algunas de las preciosas casas que los ingleses levantaron en esta montaña.

Hong Kong, la ciudad dispar

Hong Kong es una ciudad dispar, en el mejor de los sentidos. En su callejero, los contrastes son constantes y es imposible intuir lo que aparecerá ante los ojos al girar la siguiente esquina. Por eso resulta fundamental dejarse perder entre sus calles para ver su parte más costumbrista y su versión más innovadora. En los centros comerciales, por ejemplo, se aprecia la esencia modernista, mientras que en los mercados se respira el aire más tradicional. Estos comercios son tantos que es casi imposible contabilizar cuántos mercados se despliegan en la ciudad. Los hay de todo tipo –desde el nocturno Temple Market hasta el textil apodado 'de las mujeres' por la gran cantidad de ropa y abalorios que vende–, pero todos tienen en común la 'obligatoriedad' del regateo.

La variedad de mercados en Hong Kong es tal que incluso hay uno dedicado a la ornitología, hecho que se explica por la enorme afición de los hongkoneses por las aves. Puesto que el sector más humilde de la población no dispone de viviendas amplias –algunas familias viven en el mismo piso con la política de 'camas calientes' en la que incluso se llega a compartir el colchón cuando uno de los habitantes abandona la casa–, los pájaros se convierten en las únicas mascotas que pueden tener en sus reducidos espacios.

Los residentes de Hong Kong no renuncian a las aves ni siquiera sobre el agua. En la zona de la bahía de Aberdeen aún se pueden ver barcos en los que viven familias enteras como si de un piso al uso se tratara: las jaulas de pájaros cuelgan en su proa y las macetas de flores tampoco faltan entre las cuerdas de tender. Antaño, contemplar estas naves resultaba mucho más fácil y sencillo por la gran cantidad de ellas que se congregaban, pero en la actualidad la actividad del puerto ha cambiado y ha sido sustituida por la de los cargueros y buques de mercancías. Si desea ser partícipe de la antigua forma de vida, los lugareños ofrecen excursiones en lancha mar adentro para poder fotografiar algunos de los últimos ejemplos de 'casas flotantes'.

Cuando el hambre hace su aparición mientras conoce Aberdeen, una opción muy 'divertida' para saciar el apetito es sentarse a la mesa del Jumbo Floating Market. Este establecimiento es uno de los restaurantes sobre el agua más grandes del mundo, y sus fogones ofrecen platos tipos de la cocina asiática. No pueden faltar los clásicos 'dim sum', una especie de 'empanadillas' –salvando las distancias– elaboradas con pasta de arroz cocinada al vapor. Servidas en una cajita de bambú, estas delicias chinas están rellenas de carne, pescado, marisco o verduras, un amplio abanico de posibilidades para elegir la que más atraiga al paladar.

Y, puesto que Hong Kong es una ciudad de contrastes, de la vertiente más tradicional se puede pasar a la más actual. Dejarse llevar por la frenética vida diurna del distrito central ofrece disfrutar de la zona que mayor población concentra al ser la que acoge la franja de oficinas. Aunque es durante el día cuando más actividad se registra en este barrio, cada vez es más frecuente que bares y restaurantes abran sus puertas de noche para dar cabida a todos esos clientes que quieren disfrutar de un rato de ocio a la salida del trabajo.

Un oceanográfico, un parque Disney, un zoo...

En Hong Kong hay opciones para todo tipo de público, incluido aquel que desea sentir experiencias fuertes o disfrutar de los animales. El Ocean Park es una de las mejores opciones para juntar ambos objetivos, pues en su recinto se puede encontrar un oceanográfico, un zoo y un parque de atracciones. Los osos pandas se 'mezclan' con las norias y las montañas rusas en un espacio que también contribuye a la conservación de la fauna a través de diversas iniciativas. La ciudad también cuenta entre sus atractivos con un parque Disney –ubicado en la isla de Lantau– que hará las delicias de grandes y pequeños.

Lantau es la isla donde se encuentra –además del buda más grande de Hong Kong– el nuevo aeropuerto internacional de Chek Lap Kok. Hasta 1998, las pistas para las aeronaves estaban situadas prácticamente sobre el Puerto de Victoria, lo que hacía de los aterrizajes una auténtica 'pesadilla'. Los pilotos debían demostrar su habilidad volando tan cerca de los edificios de viviendas que incluso se podía ver desde la ventana del avión a la gente lavándose los dientes. Afortunadamente para la templanza de los nervios –tanto de los pilotos como de los pasajeros–, el Chek Lap Kok está mucho mejor adaptado.

Algunos turistas tienen la suerte de disfrutar del 'Simphony of lights' desde el aire, bien a su llegada o salida de la ciudad. Si no quiere tentar a la suerte –los hongkoneses son muy supersticiosos, y puede comprobarlo en sus matrículas plagadas de números ocho–, este espectáculo de luz y sonido gratuito se celebra todos los días a las 20 horas. Con una duración de 15 minutos, este 'regalo' cortesía de la ciudad de Hong Kong ilumina hasta 40 rascacielos en un baile lumínico al compás de la música. Sus mejores vistas se disfrutan desde el distrito de Tsim Sha Tsui, un barrio repleto de tiendas y ambiente. ¡Hola, China! ¡Nǐ hǎo, Hong Kong!

Si uno cierra los ojos y los abre en mitad de Hong Kong, solo los carteles en chino le indicarían que se encuentra en mitad de la costa sureste del gigante asiático. Esta zona, considerada junto a otras cinco como una región administrativa especial, disfruta de características propias –por ejemplo, tiene su propia moneda–. Hace un siglo, viajar a Hong Kong suponía trasladarse hasta una colonia británica que con el paso del tiempo quedó en un protectorado. Hubo que esperar hasta 1997, conocido como el año de la reunificación, para que la región volviera a formar parte del 'mapa' de China. Este pasado 'british' aún se intuye en esas singularidades que tan fascinantes hacen a la ciudad: por un lado, la ciudad mantiene esa genética china que se deja ver en sus rasgos, tradiciones y gastronomía; y por otro, Occidente se hace paso entre sus altísimos edificios convirtiéndola en un punto de atracción mundial por su avanzada arquitectura y tecnología.

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