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Cuando querer ver el Machu Picchu es solo una excusa para viajar a Perú
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el espectáculo natural del valle sagrado es impresionante

Cuando querer ver el Machu Picchu es solo una excusa para viajar a Perú

Aunque es uno de los grandes atractivos turísticos del país, esta ciudadela inca no es el único punto de interés que ofrece a los extranjeros

Foto: Una increíble panorámica del Machu Picchu, en Perú (iStock)
Una increíble panorámica del Machu Picchu, en Perú (iStock)

Cuenta la leyenda que, sobre su planicie de 13 kilómetros cuadrados, el Sol y la Luna acudían a relajarse. Y no es para menos. Las incomparables sensaciones que provoca la contemplación del Machu Picchu peruano permiten hacerse una idea de lo que sentirían los dos 'dioses' al dejarse caer en este antiguo poblado andino situado a 2.430 metros de altitud. Precisamente esta condición geográfica es uno de los problemas que deben enfrentar los turistas al llegar a la zona: para no sufrir el conocido como 'mal de altura', lo ideal es acoplar poco a poco el organismo y aclimatarse a la nueva presión atmosférica.

Cuando el visitante llegue a la ciudad de Lima no padecerá inconvenientes provocados por la falta de oxígeno, ya que esta urbe se encuentra prácticamente a nivel del mar. Así, conocer su callejero se ofrece imprescindible en los viajes programados a Perú, disfrutando de los grandes cambios que ha experimentado su mapa durante los últimos 20 años. Hace dos décadas, Lima era una ciudad de paso pero no de estancia; algo que ha cambiado y actualmente se ofrece al turista con un sinfín de hoteles, establecimientos hoteleros y comercios que hacen de ella un lugar ideal para el turismo.

Una visita guiada por sus principales localizaciones –catedral, diferentes barrios, Plaza Mayor, zona centro...– le hará hacerse una idea del contexto que vive el país y de cómo enclaves tan singulares como el Machu Picchu influyen directamente en el día a día de la ciudad. Por su cuenta, podrá adquirir tickets de acceso al Museo de la Antropología, estandarte de la historia peruana que le expondrá los antecedentes históricos cuyo testimonio vivo contemplará durante las posteriores jornadas.

Cuzco y Valle Sagrado

Para llegar hasta Cuzco, la antigua capital del imperio inca, se puede elegir entre viajar en avión o en autobús. Esta última opción, a pesar de que a primera vista pueda parecer demasiado cansada por la cantidad de horas que supone, puede ser la ideal para aquellos pasajeros que deseen abaratar el coste de su viaje y disfrutar de los magníficos paisajes naturales que ofrecen las carreteras del país. Tras llegar al centro cuzqueño, a 3.400 metros sobre el nivel del mar, nada mejor que un tour peatonal por sus calles para irse aclimatando a la altitud.

Un guía experto le explicará todos los secretos de la cultura inca; le desvelará cómo mantuvo algunos de sus rasgos a pesar del dominio español y le mostrará puntos tan destacados como la Hatun Rumiyoc. Con este curioso nombre se conoce a la calle bordeada por el muro del antiguo palacio habitado por el Inca Roca, que a día de hoy es una ruina arqueológica mezcla de elementos constructivos de la época inca, colonial y republicana. Si se atreve, puede retarse a encontrar la piedra de los doce ángulos, un bloque pétreo irregular popular por sus múltiples aristas.

Al día siguiente viajará a través del Valle Sagrado y, mientras que llega al pueblo andino de Chinchero, contemplará la naturaleza que sale a su paso. Una vez que llegue a la citada urbe, conocerá de primera mano su zona arqueológica, un taller textil tradicional, las Minas de Sal de Maras dispuestas en preciosas terrazas geométricas y la fortaleza de Ollantaytambo. Desde allí, un tren le trasladará en dirección al pueblo de Aguas Calientes –con límite de equipaje y peso– y tendrá tiempo para disfrutar por su cuenta la zona.

Machu Picchu, el imprescindible

Traducido al español, el nombre de Machu Picchu significa 'montaña vieja'. Y es que cuando se pisa su terreno es verdad que el tiempo parece detenerse. Sobre todo, si la visita se realiza a primera hora de la mañana y los turistas aún no han llegado: la tranquilidad y las vistas desde este cerro son únicas. Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1983, hace diez años fue declarado como una de las nuevas Siete Maravillas del mundo moderno tras contar con el apoyo de los cien millones de votantes que expresaron su opinión a lo largo y ancho del planeta.

Ninguna imagen que haya visto de esta conocidísima ciudadela será capaz de hacerle notar las sensaciones que se experimentan al llegar a Machu Picchu, el símbolo del imperio inca más conocido internacionalmente cuya orden de construcción se debe al noveno emperador –Pachacuti Yupanqui–. Como curiosidad de este magnífico enclave aparece la roca Intihuatana, una piedra situada en una plataforma cuya ubicación parecía indicar que era un reloj solar. Sin embargo, estudios posteriores han apuntado que pudo haber actuado como observatorio astronómico.

Al día siguiente, el viajero hará parada en el mercado de Pisac –con sus coloridas artesanías que acaparan la atención– y las Ruinas Aledañas. Con este nombre se conocen las ruinas de Kenko, Pukapukara, Tambomachay y Saqsayhuamán, este último el lugar donde se celebra el Inti Raymi o fiesta de veneración al Sol durante el solsticio de verano.

Puerto Maldonado y la selva amazónica

Tras pasar de nuevo por Cuzco, el turista pondrá rumbo a Puerto Maldonado. Allí disfrutará de una increíble experiencia que le permitirá dormir en un lodge –alojamiento que respeta el entorno natural donde se ubica– y recorrerá la región del río Madre de Dios para observar la fauna adaptada a la oscuridad en una excursión nocturna acompañado de un guía experto. En esta zona hay insectos de varias especies, por lo que para realizar estas rutas a través de la selva peruana es imprescindible haberse vacunado contra la fiebre amarilla y haber adquirido la profilaxis contra la malaria.

El río Amazonas también recorre territorio peruano –y no solo brasileño, como suele pensarse–, y prueba de ello serán los paseos que realice hasta el lago Sandoval. Un viaje de 20 minutos en lancha caudal arriba le llevará hasta un curiosísimo sistema de puentes colgantes a 29 metros de altura. Así, a vista de pájaro, la flora y la fauna endémica le parecerán mucho más cercanas mientras camina hacia por 'el cielo' hacia los aguajales, unas zonas pantanosas permanentemente inundadas que hacen las delicias de múltiples aves. ¿Se anima a empaparse del espíritu amazónico antes de volver a casa?

Cuenta la leyenda que, sobre su planicie de 13 kilómetros cuadrados, el Sol y la Luna acudían a relajarse. Y no es para menos. Las incomparables sensaciones que provoca la contemplación del Machu Picchu peruano permiten hacerse una idea de lo que sentirían los dos 'dioses' al dejarse caer en este antiguo poblado andino situado a 2.430 metros de altitud. Precisamente esta condición geográfica es uno de los problemas que deben enfrentar los turistas al llegar a la zona: para no sufrir el conocido como 'mal de altura', lo ideal es acoplar poco a poco el organismo y aclimatarse a la nueva presión atmosférica.

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