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Las Médulas del Bierzo: ruta guiada por la mina romana de León
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de ella se extraían 1,6 toneladas de oro al año

Las Médulas del Bierzo: ruta guiada por la mina romana de León

Los romanos extraían oro del interior de sus montañas gracias a un sistema de canales por los que hacían discurrir el agua para extraerlo a base de erosión

Foto: Paisaje en Las Médulas del Bierzo, en León.
Paisaje en Las Médulas del Bierzo, en León.

Pocas veces la codicia del hombre desarrolla un efecto positivo sobre la naturaleza. Las Médulas, las minas de oro a cielo abierto explotadas en tiempos del emperador Octavio Augusto, son uno de los escasos ejemplos englobados dentro de esa categoría. La montaña leonesa horadada que hace dos milenios suministraba el preciado metal a Roma filtra ahora por sus túneles la historia de uno de los rincones más singulares de España: el Bierzo.

Este escenario de tierras rojizas y formas caprichosas atrae cada año a miles de turistas fascinados por su naturaleza y por la peculiar técnica que emplearon los romanos para extraer su 'aurum'. Cantidades ingentes que, según dejó escrito Plinio el Viejo en su 'Historia Naturalis', superaban las 1,6 toneladas de oro al año. En 2017 se cumplirá su vigésimo aniversario como Patrimonio de la Humanidad y este paisaje sigue siendo un misterio para los que aún no lo conocen.

Enclavadas al noroeste de los montes Aquilanos y junto al valle del río Sil, Las Médulas son consideradas la mayor mina aurífera de estas características de todo el Imperio Romano. La nieve acumulada en el cercano monte Teleno jugó un papel fundamental en la explotación minera. Convertida en agua durante la primavera, llegaba al río Cabo y alimentaba los siete canales que bordeaban la montaña. Allí, varios estanques recogían el líquido elemento gracias al sistema denominado 'ruina montium': un trabajo de ingeniería basado en conducir grandes torrentes de agua a través de pequeños conductos para deshacer literalmente la tierra y extraer el oro.

Este método alteró para siempre el medio ambiente de la zona. Tan es así que algunos países miembros de la Unesco, como Tailandia, se opusieron a su declaración como Patrimonio de la Humanidad por considerar que Las Médulas eran el resultado de una "actividad destructora" y suponían un mal ejemplo para la protección medioambiental. Pero no cabe duda de que este inusual paisaje sobrecoge a todo el que se acerca hasta él. No solo por los canales que servían para 'robar' agua al Duero y al Sil, los túneles —de los que se conservan más de 100 kilómetros— o las grandes cuevas artificiales que se pueden visitar, sino también por el manto de castaños y robles centenarios que salpican los caminos que la rodean.

Las rutas permiten realizar distintas combinaciones de mayor o menor distancia según el interés de sus visitantes o el tiempo del que dispongan

Los grandes movimientos de tierra que se sucedieron durante décadas —unos 500 millones de metros cúbicos— activados por la mano del hombre formaron llanuras artificiales y lagos como el Carucedo, hoy un humedal protegido. Un juego de contrastes y colores que se puede disfrutar desde miradores como el de Orellán, situado en su homónimo pueblo, de visita recomendada a primera hora de la mañana o al atardecer.

Rutas guiadas por Las Médulas

Aunque es posible visitar Las Médulas sin guía, se recomienda hacerlo acompañado de un experto. Existen paquetes que facilitan descubrir este paraje —con suculentos descuentos por el Black Friday— que permiten despreocuparse de los desplazamientos o la comida. Las rutas permiten realizar distintas combinaciones de mayor o menor distancia, según el interés de sus visitantes o el tiempo del que dispongan. Sendas en las que comprender la importancia del agua en ese complejo proceso minero, y también cómo se han formado los humedales y los lagos de la zona.

En las excursiones, se visitan puntos clave como la Fuente de la tía Viviana o las cuevas de La Cuevona y La Encantada, en las que se pueden apreciar las huellas de la actividad romana. En función de la meteorología, también se pueden recorrer otros enclaves de interés como el Mirador de Chao o el lago Sumido, formado gracias al drenaje natural del entorno, así como canales de evacuación y de lavado del conglomerado aurífero. Un verdadero paseo por la historia para el que, eso sí, se recomienda llevar calzado cómodo y los ojos bien abiertos para no olvidar jamás la instantánea de este fascinante rincón leonés.

Dormir cerca de Las Médulas

Para disfrutar de este yacimiento en su plenitud, lo mejor es alojarse en las inmediaciones y reservar un día completo para su visita. Ponferrada, a una hora en coche, es una buena opción, aunque la oferta hotelera de la zona es muy amplia y variada. Entre ellas, hay estancias rurales que permiten, por ejemplo, amanecer en un palacio rodeado de viñedos. La viticultura y la gastronomía son atractivos adicionales de este rincón de León que no hay que pasar por alto.

Sus carnes de caza, sus truchas salvajes y, cómo no, su singular botillo —un tradicional embutido de costilla y rabo de cerdo con ajo y pimentón cuyos orígenes también son romanos— hacen las delicias de los visitantes. Muy preciadas son también sus castañas, con denominación de origen propia y una feria anual que se celebra en noviembre y que es considerada una referencia para el sector en toda España.

Pocas veces la codicia del hombre desarrolla un efecto positivo sobre la naturaleza. Las Médulas, las minas de oro a cielo abierto explotadas en tiempos del emperador Octavio Augusto, son uno de los escasos ejemplos englobados dentro de esa categoría. La montaña leonesa horadada que hace dos milenios suministraba el preciado metal a Roma filtra ahora por sus túneles la historia de uno de los rincones más singulares de España: el Bierzo.

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