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Auroras boreales, avistamiento de ballenas y fiordos, las joyas de Noruega
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colores imposibles para no perderse

Auroras boreales, avistamiento de ballenas y fiordos, las joyas de Noruega

Contemplando el horizonte noruego y sus impresionantes colores queda claro que quien pintara el cielo se olvidó la paleta en este país

Foto: Una aurora boreal sobre el cielo de Noruega (Foto: Roberto Carlos López)
Una aurora boreal sobre el cielo de Noruega (Foto: Roberto Carlos López)

Cuando Van Gogh regaló al mundo ‘La noche estrellada’ no sabía lo que se escondía a 3.000 kilómetros de su estudio. El artista flamenco, que nunca viajó más allá de las fronteras centroeuropeas, jamás podría imaginarse que los impresionantes colores en movimiento que alumbraban su pincel danzaban al son noruego. Allí arriba, cientos de auroras boreales se dejaban ver escapando a los trazos del artista, unas luces ‘divinas’ que premian con su hipnótico contoneo a todo el que tiene la suerte de viajar rumbo al Norte.

Tromsø, ubicada al norte de Noruega, es una ciudad especialmente indicada para la visión de auroras boreales. Su posición geográfica, a 300 kilómetros por encima del círculo polar ártico, permite que estos choques de partículas eléctricas contra campos magnéticos de la Tierra sean vistos con más facilidad y asiduidad que en otras localizaciones. Sentarse por la noche al raso y confiar en que alguna aurora quiera deleitarnos con su presencia es una experiencia única que no hay que dejar pasar –los más golosos pueden amenizar la espera con una buena taza de chocolate caliente entre las manos y hacer más llevadero el frío noruego–.

[¿Quieres saber qué se siente al ver una aurora boreal? Compruébalo]

Aunque la mayoría de los turistas viajan al norte siguiendo la pista a estas maravillas celestes, también es posible que ellas vengan a nuestro encuentro sorprendiéndonos allí donde estemos. En Noruega se pueden reservar excursiones alrededor de la isla de Kvaloya donde dejarse llevar por trineos de perros. En función del horario en que se hagan pueden complementarse con un 'regalo' durante el paseo si las auroras boreales deciden salir a buscarnos. También es posible disfrutar del trayecto en moto de nieve –en la zona de los Alpes de Lyngen– o con raquetas en los pies.

A los sami les debemos la invención de más de cien términos diferentes para referirse al color de la nieve

Cuando el estómago nos avise de que ya es hora de comer, resulta imprescindible vencer el miedo a innovar y degustar los platos típicos de la región para sacarle todo el jugo a la visita a Noruega. De primero, nada mejor que un buen 'bidos', una sopa con carne de reno guisada con la que entrar en calor y deleitar al paladar. De postre, el dulce más característico del norte de Noruega: una especie de crepe con canela y nueces que hará las delicias de todo el que lo pruebe.

[Entra en la cocina y prueba estos manjares]

Los sami, la etnia que presume de ser la última población indígena de Europa, ofrecen estas recetas a los turistas que se acercan a conocer su cultura. Ubicado más cerca de la frontera de Suecia y Finlandia, este pueblo lapón desarrolla actividades de pastoreo y caza de renos para su supervivencia. Como curiosidad, a ellos les debemos la invención de más de cien términos diferentes para referirse al color de la nieve.

Los amantes de los animales también tienen motivos para visitar Noruega. De noviembre a febrero, el avistamiento de ballenas es muy frecuente, pues es en esta época cuando los bancos de arenques que sirven de alimento a los cetáceos se aproximan a la costa. Orcas y ballenas jorobadas son los ejemplares que se divisan sin ninguna dificultad –en 2015 se vieron hasta 800– a pocos metros de la embarcación que nos adentra en el mar, regalando un espectáculo marino que permite hacer unas fotos increíbles… aunque quizá terminemos algo mojados. Sin duda merece la pena con tal de presenciar las acrobacias únicas de estos mamíferos. ¿Te animas?

Cuando Van Gogh regaló al mundo ‘La noche estrellada’ no sabía lo que se escondía a 3.000 kilómetros de su estudio. El artista flamenco, que nunca viajó más allá de las fronteras centroeuropeas, jamás podría imaginarse que los impresionantes colores en movimiento que alumbraban su pincel danzaban al son noruego. Allí arriba, cientos de auroras boreales se dejaban ver escapando a los trazos del artista, unas luces ‘divinas’ que premian con su hipnótico contoneo a todo el que tiene la suerte de viajar rumbo al Norte.

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