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Santander: qué ver, qué hacer y qué comer para disfrutar al máximo de la ciudad
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Santander: qué ver, qué hacer y qué comer para disfrutar al máximo de la ciudad

Esta ciudad de Cantabria es el entorno ideal para disfrutar de una amplia oferta turística que comprende, entre otros, gastronomía, monumentos, historia y diversión

Foto: Palacio de la Magdalena, en Santander. (CC/Davroiz)
Palacio de la Magdalena, en Santander. (CC/Davroiz)

Historia de Santander

Los filólogos no tienen clara la etimología de Santander, aunque una de las teorías que se barajan apunta a una curiosa evolución: ¿cómo de san Emeterio, patrón de la ciudad junto a su hermano san Celedonio, se deriva a la actual denominación de la localidad? Siga con nosotros el proceso: 'Portus Sanctorum Emeterii et Celedonii' evolucionó a 'Sancti Emetherii', que a su vez llevó a 'Sancti Emderri' hasta formar la voz 'Sanct Endere'. De ahí, la fonología se modificó hasta 'San Andero', que terminó por convertirse en 'Santendere'. Poco faltó para concluir en el actual 'Santander' que nombra a la capital de Cantabria.

Desde el siglo I, Santander ha ocupado un importante papel en la actividad comercial a través de su puerto, y no es de extrañar que los romanos llamaran en latín Portus Victoriae a esta zona costera, que destacaba como salida natural al mar. Sin embargo, no es hasta el siglo XI cuando se menciona por primera vez a la ciudad de manera documentada, relacionándola con la abadía de san Emeterio, santo que se considera uno de los fundadores de la urbe después de que el emperador Diocleciano instigara una persecución contra él y su hermano Celedonio.

A mediados del siglo XIII, en 1248, Santander colaboró en la reconquista de Sevilla de manos musulmanas. Como recompensa, la ciudad recibió un escudo de armas que incluye las imágenes de la Torre del Oro y del río Guadalquivir, dos enclaves de los que dista más de 800 kilómetros pero a los que está estrechamente vinculada en el ámbito histórico. En el mencionado escudo se representan, además, las cabezas decapitadas de los citados mártires san Emeterio y san Celedonio; las cadenas rotas que unían Sevilla con Triana, y la nave en la que el almirante Ramón de Bonifaz se hizo a la mar para apoyar a la antigua Híspalis.

Los siglos XVIII y XIX fueron de especial importancia para Santander, porque en ellos se produjo el desarrollo comercial y urbano que sanó las heridas económicas que había sufrido la villa en épocas anteriores. A ello contribuyó en gran medida que la Iglesia católica la estableciera como capital de diócesis -convirtiendo la Iglesia Colegiata en Catedral-, así como el baustismo por parte de Fernando VI de la urbe como 'ciudad'. Todas estas mejoras animaron a la burguesía a trasladarse a Santander, y poco a poco en sus tierras se fueron fundando factorías harineras, marítimas, astilleros y otras industrias.

La ciudad se vio dañada el 3 de noviembre de 1893 por el incendio de un barco -el buque 'Cabo Machichaco'- cargado de dinamita y ácido sulfúrico, que terminó provocando una explosión mortal. El balance de muertos cifró un total de 590 fallecidos, así como más de medio millar de heridos. Casi 50 años más tarde, otra tragedia azotó Santander. En 1941, durante la madrugada del 15 al 16 de febrero, se detectó un fuego que arrasó durante dos días la parte histórica de su trazado.

Palacio de la Magdalena

“Si conocen Santander, habrán visitado el que sin duda es el lugar mas emblemático de la ciudad. Si aún no lo han hecho, no se irán de aquí sin conocerlo. Una media de 60.000 personas recorren cada año este espacio”. Así explica la propia página web del Palacio de la Magdalena el interés que suscita este enclave tan particular. Este edificio, uno de los más destacados ejemplos de la arquitectura civil del norte de España, se ubica en lo más alto de la conocida como península de la Magdalena.

Su alzamiento corresponde al deseo del ayuntamiento de la ciudad de regalar a los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia una residencia de verano donde poder disfrutar de la época estival, sufragada por suscripción popular. Así, en 1908, comenzaron los trabajos que finalizaron cuatro años más tarde con la puesta de la última piedra del Palacio de la Magdalena. Un año después, los monarcas empezaron a dar uso a su nueva propiedad en compañía de sus hijos, y en ella pasaron sus veranos hasta 1930.

Fue el propio Alfonso XIII quien decidió el emplazamiento donde se construiría el palacio, así como la persona encargada de elegir el proyecto arquitectónico que más se acercaba a sus gustos. El programa seleccionado correspondió a las firmas de Bringas y Riancho y, como curiosidad, destaca la construcción de la capilla en un edificio separado de las habitaciones donde se desarrollaba la vida cotidiana.

Con la llegada de la II República, el Palacio de la Magdalena dejó de formar parte de las propiedades de la Corona y en 1931 pasó a engrosar el patrimonio de la Universidad Internacional de Verano de Santander. Este centro educativo, que 16 años más tarde cambió su nombre por el de Universidad Internacional Menéndez Pelayo, no pudo utilizar el palacio hasta el 21 de agosto de 1954, cuando se firmó un convenio por el cual se autorizaba esta actividad.

HORARIO DE VISITA Y PRECIO

El Palacio de la Magdalena se puede visitar en diferentes horarios, expuestos a continuación:

- Entre semana, desde el 8 de enero

Mañanas: 11:00 / 12:00 / 13:00 (horas en punto)

Tardes: 16:00 /17:00 / 18:00 (horas en punto)

- Fines de semana, desde el 8 de enero

Sábados y domingos: 10:00 / 11:00 / 12:00 (horas en punto)

Se permite la visita de hasta 50 personas por riguroso orden de llegada, durando el recorrido de 45 minutos con guía solo en español. Los grupos de más de 10 personas deben hacer reserva previa en palaciomagdalena@santander.es, y es necesario que acudan acompañados de un guía oficial de Cantabria.

El precio de los tiques de entrada es de tres euros por persona.

Minizoo de la península de la Magdalena

Ir a Santander y no dejarse caer por este parque es como hacer turismo por Madrid y no probar el típico bocata de calamares. El minizoo de la península de la Magdalena es una de las visitas obligadas cuando se acude a la ciudad. Ubicado en la misma zona donde descansa el palacio, este recinto permite disfrutar de los animales sin pagar ni un solo euro.

Los más pequeños lo pasarán en grande viendo en directo cómo interaccionan varios tipos de aves y ejemplares de fauna oceánica como, por ejemplo, leones marinos de lo más juguetones. El atractivo de este lugar se amplía al saber que está muy cerca de un rompeolas donde, en días de viento, hay que tener cuidado para que la ropa no se empape.

Puesto que el minizoo está en la península de la Magdalena -donde también descansa, como se ha dicho con anterioridad, el palacio homónimo-, la afluencia de visitantes es muy alta. Un buen consejo para los que se desplacen hasta allí en coche es aparcar el vehículo antes de llegar a esta zona, puesto que encontrar un hueco libre resulta muy complicado.

Gran Casino del Sardinero

En la plaza de Italia de Santander descansa este precioso edificio inaugurado en 1916. Sede de grandes bailes, cotillones y óperas, el actual Gran Casino del Sardinero entró en decadencia durante la época posterior a la Guerra Civil: casi todas sus instalaciones -salvo el teatro- se cerraron hasta el 1 de diciembre de 1978, momento en el cual se decidió volver a abrir sus puertas para utilizarlo como casino de juego.

A día de hoy, aunque la actividad principal del Gran Casino es la de servir de escenario a los juegos de azar, también es posible hacer disfrutar al paladar en su restaurante y tres comedores. También cuenta con una sala de fiestas donde se organizan eventos, así como una sala de exposiciones donde es frecuente que se exhiban obras de diferentes artistas.

Los fans de la película 'Airbag' (1997), de Juanma Bajo Ulloa, reconocerán al instante la fachada del Gran Casino del Sardinero. Muchas escenas del desenlace de este largometraje se rodaron con él de fondo.

Aunque se viaje con niños menores de edad o no se quiera entrar a tentar a la suerte con los juegos de azar, conviene darse un paseo por los alrededores de este edificio emblemático de la ciudad de Santander.

HORARIOS Y PRECIOS DE ENTRADA

Para acceder al Gran Casino del Sardinero es necesario tener más de 18 años y presentar el DNI, pasaporte o carné de conducir a la entrada. No se permite realizar fotografías en el interior y se prohíbe pasar a las personas con actitudes violentas.

- Horario de la sala de juego: todos los días, de 20:00 a 4:00.
- Horario de la sala de máquinas: todos los días, de 12:00 a 4:00.

El Gran Casino del Sardinero vende la entrada de día por tres euros por persona, aunque también es posible adquirir permisos de acceso de mayor duración. Así, el coste de la entrada semanal es de 15 euros por persona; la mensual se puede comprar por 30 euros por persona, y el pase anual se consigue previo pago de 75 euros por persona.

Catedral de Nuestra Señora de la Asunción

Entre la calle Lealtad, Somorrostro, Cádiz y Juan Plaza García se ubica la Catedral de Santander. De estilo sobrio protogótico temprano, está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Aunque en su exterior no destaca con grandes decoraciones ni impresionantes vidrieras, este edificio empezado a construir en el siglo XIII acoge en su interior importantes piezas de interés. Entre ellas, un valioso retablo churrigueresco y el sepulcro del erudito santanderino Marcelino Menéndez Pelayo.

Declarada Bien de Interés Cultural en 1931, la Catedral de Santander fue protagonista de trabajos de restauración después de haber sido pasto de las llamas en 1941. Sobre la misma colina donde ahora descansa, en siglos anteriores se ubicó la Abadía de San Emeterio y San Celedonio, alrededor de la cual se alzó la ciudad de Santander -en su interior se guardaban las reliquias de ambos mártires, cráneos recogidos por los cristianos que huyeron de la Península durante el dominio musulmán-.

El órgano monumental de la Santísima Trinidad de tres cuerpos que reposa en su interior también llama la atención de los que visitan el templo. Más de 6.000 tubos y 100 registros son las impresionantes cifras de las que puede presumir este instrumento musical. Además, su claustro gótico, antiguamente poblado de frondosos naranjos, proporciona luz a los interiores y sirve de acceso al templo. En la parte baja de la Catedral se halla la Iglesia del Santísimo Cristo, el monumento más antiguo de Santander.

HORARIO DE VISITA Y PRECIO

La Catedral de Santander puede visitarse de lunes a viernes de 10:00 a 13:00 y de 16:00 a 19:30. Los sábados, el horario es igual por la mañana, aunque por las tardes varía y establece un protocolo de 16:30 a 20:00. Los domingos y festivos, este templo santanderino permite la entrada de 8:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00.

La entrada a la Catedral es gratuita.

Sobaos pasiegos de Cantabria

Los amantes de la buena repostería no pueden pasar por Santander sin probar sus típicos sobaos pasiegos. Los expertos no se han puesto de acuerdo sobre el origen de esta receta tradicional de Cantabria, pero en lo que no hay disparidad de opiniones es acerca de su sabor, tan característico que quien lo disfruta siempre quiere repetir.

Sus ingredientes básicos son la mantequilla y la harina, aunque actualmente es posible encontrarlos también con limón, anís o incluso ron. Si quieres hacer tus propios sobaos, aquí puedes leer su receta para ocho personas.

Ingredientes

- 250 gramos de mantequilla
- 250 gramos de harina
- 250 gramos de azúcar
- Un sobre de levadura en polvo
- Tres huevos
- Sal

Modo de preparación

- Cuando la mantequilla esté pastosa (textura conocida como 'pomada'), mézclala con los tres huevos, el azúcar y una pizca de sal.
- En otro recipiente, vierte la harina y la levadura. Remueve bien hasta que quede integrado.
- Mezcla el contenido de los dos boles en uno solo, y mueve la masa obtenida para que no queden grumos.
- Prepara tus moldes de papel favorito y echa masa hasta que rellenes la mitad de cada uno de ellos.
- Hornear a 180 grados durante 15 minutos.

Restaurantes y bares en Santander

El norte de España siempre ha destacado por su buena gastronomía, y Santander no iba a ser menos. Desde El Confidencial, hacemos un repaso a algunos de los restaurantes más destacados de la ciudad.

- La Vinoteca: situado en la calle Vargas, 33, este establecimiento consiguió en 2014 el Certificado de Excelencia de TripAdvisor. El precio medio por persona es de entre 29 y 37 euros, y es imposible visitarlo sin dejarse tentar por sus afamados escabeches caseros de pescado del día con sus compango. Los que prefieran la carne, siempre pueden recurrir a una babada de vaca con foie o al lomo de venado. De postre, costará elegir entre los raviolis de piña y helado de coco y el crepe de manzana y crema pastelera.

- Jacaranda: este llamativo nombre procede de un género de árboles y arbustos de la familia de las bignoniáceas, típicos de América del Sur. Pero no solo en su denominación encontramos curiosidades: resulta llamativo que el restaurante actúe también a modo de galería de arte, y en sus paredes cuelgan cuadros que se pueden comprar o mobiliario disponible para su adquisición. Ofrece menú degustación por 42 euros por persona, pero si se prefieren platos de la carta, siempre se puede recurrir a sus braseados chipirones a la parrilla o a su jugoso solomillo de novilla con salsa de queso. En la calle Isabel la Católica, 5.

- La Bombi: en las mesas de este restaurante se han sentado dramaturgos, toreros, estrellas de cine o grandes nombres del teatro. Los orígenes del nombre de este establecimiento se sitúan en 1934, cuando una humilde taberna llamada Bombilla sirvió de inspiración para bautizar al prolífico negocio que hoy en día se encuentra en la calle Casimiro Sáinz, 15. En su carta destacan los pescados y mariscos frescos, así como productos de temporada y carnes de calidad.

- Casa Lita: su cocinero, Joseba Guijarro, puede presumir de tener una estrella Michelin. En este establecimiento del paseo Pereda, 37, la especialidad son los pinchos, que salen recién hechos hasta la barra para disfrute de sus comensales. Los que han tenido la suerte de probar su cocina destacan sus gildas -banderillas con encurtidos y otros ingredientes-, las albóndigas de merluza y el pincho de queso Divirín con gelatina de manzana. Tampoco hay que salir sin probar el pollo al curry.

- Bodega del Riojano: lo más llamativo de este restaurante es su conocido 'Museo Redondo', nombre con el que se conoce a la colección de pinturas que decoran sus toneles. En su carta se pueden encontrar platos para compartir -como mollejas fritas o pastel de cabracho-, así como recetas tradicionales de legumbres, carnes estofadas o elaboraciones con productos del mar. En calle Río de la Pila, 5.

- Marucho: “Cocina marinera en Santander”. Así se autodefine este local de la calle Tetuán, 21. Es recomendable acudir pronto para coger mesa, pues en este bar no reservan y se corre el riesgo de tener que esperar a que otros comensales se levanten. Suele estar frecuentado por turistas, pero la calidad de los productos que ofrece es buena y el precio no es excesivo. Su especialidad son los pescados y mariscos.

- El Pantalán: abierto en 2012, este restaurante está dirigido por Bruno Arrarte, un cocinero originario de Santander que lleva trabajando entre fogones desde hace más de 10 años. En su carta siempre está presente el arroz, un ingrediente que emplean especialmente bien en las recetas de rissotto -los precios varían en función de la receta: desde 12 euros el rissotto de carrillera de cerdo hasta los 16,50 euros el rissotto de hongos y foie-. Además, disponen de un menú infantil por 10 euros, compuesto por arroz con tomate, escalope con patatas y helado. En la calle Bonifaz, 21.

- Casa de Comidas de Tetuán: dirigido por Ana Bezanilla, este pequeño y coqueto restaurante goza de una carta enfocada a la comida casera, en la que la mayor parte de los platos son aptos para celiacos. El buen hacer en sus fogones, se acompaña de un ambiente inmejorable en la sala que te hará disfrutar de una buena experiencia gastronómica. Destacan las albóndigas de atún, muy jugosas y de buen tamaño, los huevos con foie, los escalopines de solomillo al queso y de postre, la tarta de chocolate y galleta o el brownie. En la calle Tetuán, 31.

Historia de Santander

Los filólogos no tienen clara la etimología de Santander, aunque una de las teorías que se barajan apunta a una curiosa evolución: ¿cómo de san Emeterio, patrón de la ciudad junto a su hermano san Celedonio, se deriva a la actual denominación de la localidad? Siga con nosotros el proceso: 'Portus Sanctorum Emeterii et Celedonii' evolucionó a 'Sancti Emetherii', que a su vez llevó a 'Sancti Emderri' hasta formar la voz 'Sanct Endere'. De ahí, la fonología se modificó hasta 'San Andero', que terminó por convertirse en 'Santendere'. Poco faltó para concluir en el actual 'Santander' que nombra a la capital de Cantabria.

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