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Dónde comer en Donostia-San Sebastián: qué ver, qué hacer y bares de la ciudad vasca
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Dónde comer en Donostia-San Sebastián: qué ver, qué hacer y bares de la ciudad vasca

Esta ciudad vasca es el entorno ideal para disfrutar de una amplia oferta turística que comprende, entre otros, gastronomía, monumentos, historia y diversión

Foto: Un patinador disfruta del atardecer en la playa de la Zurriola de San Sebastián. (EFE)
Un patinador disfruta del atardecer en la playa de la Zurriola de San Sebastián. (EFE)

Historia de la ciudad

El origen de Donostia-San Sebastián se remonta a 1180, año en que el rey Sancho el Sabio de Navarra promulgó el fuero que podría considerarse fundacional de la ciudad. Su ubicación la convirtió pronto en un entorno próspero a nivel comercial y pesquero, pero también la hizo sufrir numerosos asedios en época de guerra, debido a su proximidad con Francia. Todos ellos fueron infructuosos hasta 1719, año en que la villa tuvo que capitular por primera vez y cayó en manos francesas durante dos años.

No fue el primer episodio de ocupación francesa, ya que en 1794 la ciudad volvió a rendirse ante el enemigo, y de nuevo en 1808 ante las tropas napoleónicas, permaneciendo bajo su control hasta 1813. Ese año fue liberada por fuerzas inglesas y portuguesas, en el contexto de la Guerra de la Independencia, y fue saqueada y destruida casi en su totalidad. Su reconstrucción casi integral dio lugar a la Parte Vieja que hoy existe.

A partir de entonces, la villa experimentó décadas de prosperidad que forzaron el derribo de las murallas en 1864, para permitir su expansión y transformación en un entorno cada vez más atractivo, que sedujo a reyes y otras gentes de la alta sociedad. Esto se deja notar en el desarrollo urbanístico, con hoteles de lujo y otras construcciones de clara inspiración francesa y vocación elitista.

Tras la Guerra Civil, San Sebastián se encaminó a una fuerte industrialización, cuyos efectos sobre la ciudad fueron corregidos progresivamente en décadas posteriores. Hoy es reconocida como un entorno turístico y cultural de primer nivel en todo el mundo, lo que se traslada a su alto nivel de vida.

Capricho de reyes y dictadores

Isabel II fue quien colocó a San Sebastián en el mapa turístico nacional. Sus médicos le recomendaron tomar baños de mar para tratar sus problemas de piel, y la reina se decidió por esta ciudad. Su presencia en ella atrajo a la corte y otras muchas personas de la alta sociedad durante el verano.

En décadas posteriores, este interés no hizo más que crecer y la clase alta europea incorporó la capital guipuzcoana a sus destinos estivales favoritos. La reina María Cristina, segunda esposa de Alfonso XII, fijó en la villa la residencia veraniega de la corte en el Palacio de Miramar, que con el tiempo regresaría a manos de la ciudad tras ser comprado a Juan de Borbón, conde de Barcelona y padre de Juan Carlos I. La ciudad honra sus desvelos por ella con la dedicatoria de uno de sus puentes, el hotel más famoso de San Sebastián, su primera medalla de oro o su condición de alcaldesa honoraria desde 1926.

Pero el de Miramar no fue el primer palacio que acogió a reyes, ya que antes de su construcción los monarcas se alojaban en el de Ayete. Esas instalaciones fueron compradas por el ayuntamiento en 1939 y en ellas tuvieron lugar los veraneos de Francisco Franco desde 1940 a 1975. Este palacio acogió los consejos de ministros en agosto durante la dictadura y, entre otros episodios históricos, cabe destacar que de aquí partió el dictador hacia su reunión con Hitler en Hendaya.

Monte y playa

San Sebastián goza de hasta tres playas urbanas (La Concha, Ondarreta y La Zurriola y de un entorno montañoso, todo muy cerca y combinable en una misma jornada.

La Concha es uno de los atractivos más universales de la ciudad y su característica barandilla forma parte de los elementos más reconocibles de la identidad donostiarra. Está separada de la desembocadura del río Urumea por el monte Urgull y situada justo al lado de la playa de Ondarreta. Da nombre a la bahía que se forma delante de la ciudad, con la isla de Santa Clara en mitad de ella, y forma parte de la rutina de muchos donostiarras en paseos, baños a lo largo de todo el año o carreras sobre la arena.

Ondarreta es la más pequeña de las tres. Está ubicada al lado del monte Igueldo y queda separada de La Concha por el popular ‘pico del Loro’, un saliente de roca frecuentado en paseos y rutas fotográficas. Hace décadas, en ese espacio que ahora ocupa la arena hubo una cárcel, cuyos restos asoman en días de marea baja. Si se apura el paseo en torno a ella, se alcanza el Peine de los Vientos, un conjunto arquitectónico de Eduardo Chillida.

La Zurriola es la playa más frecuentada por los surfistas, debido a las olas que acoge. Se ubica en el barrio de Gros, entre la desembocadura del río Urumea y el monte Ulía, y las obras realizadas en 1994 permiten su uso con mayor seguridad frente a las ocasionalmente virulentas aguas de mar abierto. Además, se ha configurado como escenario para toda clase de eventos, como conciertos del Festival de Jazz o competiciones deportivas varias, y es un espacio muy querido y disfrutado por los más jóvenes de la ciudad.

Una ciudad de cine

El Donostia Zinemaldia es uno de los pocos festivales de cine de clase A que existen en el mundo y el más importante de España. Junto con Berlín, Cannes o Venecia, San Sebastián forma parte de la élite de la exhibición cinematográfica mundial, aunque durante algunos años perdió esa condición.

Esta cita se celebra a finales de septiembre, desde 1953, y es un evento muy apreciado sobre el que se vuelcan los donostiarras. En esas fechas, destacan los escenarios del hotel María Cristina, en el que tradicionalmente se alojan las estrellas invitadas; el Kursaal, en el que se exhiben muchas de las películas, además de acoger los actos de inauguración o clausura y las alfombras rojas; o el Velódromo, que habitualmente se convierte en una gran sala de proyecciones.

Un jurado formado por distinguidas personalidades del cine entrega los premios del certamen, encabezados por La Concha de Oro y a veces envueltos en polémica. Para saber más sobre este festival, es recomendable la lectura de ‘Jack Lemmon nunca cenó aquí’, la crónica personal del que fuera director del evento durante 13 años, Diego Galán.

Además, a finales de octubre/principios de noviembre se celebra la Semana de Cine Fantástico y de Terror, una cita sobre películas de género que cuenta con un público fiel siempre dispuesto a divertirse con filmes variados. Es tradicional la llamada 'cola de sustitos' en Twitter, la que hacen los más fieles al evento cada año para hacerse con las entradas antes de que se agoten.

Los veranos musicales

El estío donostiarra se caracteriza por dos citas imprescindibles para melómanos de distinto corte, que junto con el Festival de Cine configuran una oferta cultural muy relevante y reconocida durante esos meses. Se trata del Jazzaldia (el festival de Jazz de la ciudad), y la Quincena Musical.

El primero de esos eventos se celebra a finales de julio y combina conciertos gratuitos y de pago que hacen vibrar a la ciudad durante cinco días a ritmo de jazz. A lo largo de los años, grandes figuras como Van Morrison o Chick Corea han tocado en cualquiera de los múltiples escenarios de la ciudad en los que el Jazzaldia distribuye su presencia, desde la playa de La Zurriola hasta la plaza de La Trinidad. El espíritu de esta cita es transversal, de forma que hay hueco para propuestas clásicas que satisfacen a aficionados de siempre y también para música más experimental o variada que otros públicos agradecen.

Por otro lado, la Quincena Musical es el festival de música clásica más antiguo de España y una cita ineludible para los aficionados. Se celebra desde 1939 y goza de gran prestigio. Los conciertos tienen lugar en el auditorio del Kursaal o en el teatro Victoria Eugenia, y están acompañados de un espíritu pedagógico para acercar estas propuestas a un público que las desconoce.

Vámonos de 'pintxos'

Una de las actividades más apreciadas por los donostiarras es ir de ‘pintxos’. Los grupos de amigos (cuadrillas) alternan en diferentes bares, en los que saborean muestras de sabrosa creatividad culinaria en miniatura acompañadas de ‘zuritos’ (dosis de cerveza inferiores a una caña) o ‘txikitos’ (vasos de vino pequeños).

Tradicionalmente, los 'pintxos' fríos están al alcance de los clientes, que los toman directamente de la barra, mientras que solicitan al camarero los calientes. Al final, la cuadrilla paga la ronda y se va a otro bar a repetir el ejercicio.

A la hora de disfrutar de 'pintxos' donostiarras, el primer lugar de referencia es la Parte Vieja, donde abundan los locales clásicos para degustar esta oferta. En esa zona son destacables locales como A Fuego Negro, Zeruko, Ganbara o La Cuchara de San Telmo.

Y desde ahí se puede dar el salto al barrio de Gros, en el que hay locales de referencia como Bergara, Pagadi, Ramuntxo Berri o La Bodega Donostiarra. En Vanitatis puedes encontrar una completa guía elaborada por Los Gastrogatos, además de otra que te invita a ir más allá de ellos y disfrutar una oferta gastronómica muy completa.

Deporte en azul y blanco

San Sebastián es una ciudad entregada al deporte. En el fútbol, los colores azul y blanco de la villa se trasladan a la camiseta de la Real Sociedad, bicampeona de Liga en la década de 1980. Ese equipo juega sus partidos en el estadio de Anoeta, uno de los más nuevos de la Primera División, donde 32.000 personas pueden ver el mejor fútbol cada 15 días.

Además, los donostiarras disfrutan de otras modalidades: desde 2001 hay buen baloncesto en la ciudad con el Gipuzkoa Basket, que milita en la ACB y juega sus partidos en el coso de Illumbe. Y el calendario está salpicado de pruebas interesantes, sobre todo en los meses de verano, con la prueba ciclista Clásica de San Sebastián o la Bandera de La Concha, cita colorista y multitudinaria del remo.

El deporte popular tiene mucha presencia también y su mayor exponente es la Behobia-San Sebastián, una prueba de atletismo de 20 km que goza de una afluencia masiva de participantes y público cada año, y que termina en el céntrico Boulevard.

2016 es su año

San Sebastián es durante los próximos meses Capital Europea de la Cultura. Más de un centenar de actividades jalonan este reconocimiento, centrado sobre todo en fomentar la convivencia y la paz. De ahí el lema: 'Cultura para convivir'.

Hace algunas semanas, hablamos con el director de Donostia 2016, que nos explicó cuáles son los objetivos de esta capitalidad y su narrativa a favor de la coexistencia pacífica entre ideas diferentes.

Para saber más sobre todo lo que propone la ciudad durante estos meses, puedes visitar la web que detalla el programa de actividades y eventos previstos.

Historia de la ciudad

El origen de Donostia-San Sebastián se remonta a 1180, año en que el rey Sancho el Sabio de Navarra promulgó el fuero que podría considerarse fundacional de la ciudad. Su ubicación la convirtió pronto en un entorno próspero a nivel comercial y pesquero, pero también la hizo sufrir numerosos asedios en época de guerra, debido a su proximidad con Francia. Todos ellos fueron infructuosos hasta 1719, año en que la villa tuvo que capitular por primera vez y cayó en manos francesas durante dos años.

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