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Cinco mitos contra las vacunas: de dónde vienen y por qué son falsos
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El sarampión se extiende en Europa y EEUU

Cinco mitos contra las vacunas: de dónde vienen y por qué son falsos

Tras la epidemia de sarampión en Europa, otra ha surgido en Estados Unidos. Aunque las causas son varias, la propaganda antivacunas es uno de los motivos de fondo

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Hace unas semanas, la alerta se extendía por Europa: miles de casos de sarampión, principalmente en Rumanía pero también en Italia o Reino Unido (unas decenas en España), habían dejado incluso algunas víctimas mortales.

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Hace unos días, algo similar llegaba desde Estados Unidos, Minnesota, donde se está viviendo el mayor brote de sarampión en varias décadas. La epidemia surgió dentro de la comunidad somalí de la ciudad de Minneapolis, donde hace algunos años el ratio de casos de autismo fue más alto de lo habitual. Ante la dificultad de los científicos de la universidad del estado para explicar las causas, las familias buscaron respuestas en otro sitio. Internet y los foros antivacunas vinieron en su auxilio y los índices de vacunación comenzaron a caer.

Esa explicación, que dan las autoridades sanitarias locales y recoge Wired, es simple, pero en otros sitios las cosas son más complejas. Por ejemplo, en Rumanía, se mezcla una insuficiente cobertura médica con la desconfianza hacia las autoridades. Pero los índices de vacunación están relacionados en la mayoría de los sitios con la presencia de los argumentos antivacunas. Estos son algunos de ellos, su origen y los resultados científicos que los desmienten.

1. Las vacunas causan autismo

En 1998, el médico y cirujano británico Andrew Wakefield publicó en la prestigiosa revista médica 'The Lancet' una investigación que relacionaba la vacuna de la triple vírica con la aparición de autismo y enfermedades intestinales. Esa alarmante afirmación requería de confirmación, así que varios investigadores independientes trataron de reproducir los experimentos, sin éxito.

En 2004, una investigación publicada por el 'Sunday Times' desvelaba conflictos de intereses económicos que el investigador no había desvelado: acababa de fundar una empresa de análisis y exámenes médicos para procesos judiciales para aprovechar la alarma creada por sus conclusiones. Los coautores del estudio retiraron su firma. En 2010, se consideraron probadas las acusaciones contra Wakefield, cuatro de ellas por fraude.

'The Lancet' retiró el artículo y Wakefield no podrá volver a ejercer la medicina en Reino Unido (él sigue defendiendo sus resultados, en 2016 dirigió el documental 'Vaxxed'). En 2014, un metaanálisis recogió los datos de 1,3 millones de personas sin hallar una relación significativa entre vacunas y autismo. Pero el daño ya estaba hecho: la idea de que las vacunas causan autismo sigue estando muy extendida por el mundo y es utilizada como principal argumento de muchos grupos antivacunas.

2. El mercurio de las vacunas es neurotóxico

El timerosal es un compuesto químico que se utilizaba habitualmente como conservante en muchas vacunas, y contiene mercurio. En 2005, las revistas 'Rolling Stone' y 'Salon' publicaron un artículo de Robert F. Kennedy Jr (sobrino del presidente estadounidense John Kennedy), abogado medioambiental, en el que señalaba una conspiración gubernamental para encubrir evidencias de que el timerosal actuaba como un neurotóxico, causando problemas cerebrales, incluido el autismo.

Tras la publicación de este artículo se sucedieron una serie de correcciones y rectificaciones, insinuaciones de fraude y fallos de procedimiento que hicieron que 'Salon' retirase el artículo. Igual que Wakefield, Kennedy sigue defendiendo su argumentación y de hecho logró convencer a Donald Trump hasta el punto de impulsar la creación de un comité sobre la seguridad de las vacunas.

Sin embargo, no hay evidencias científicas que sustenten esas afirmaciones, según recoge la OMS. Además, años antes, en 2001, el timerosal dejó de utilizarse como conservante de casi todas las vacunas tanto en Estados Unidos como en Europa. Esto quiere decir que, de existir la conexión entre el timerosal utilizado en las vacunas aplicadas a millones de niños en ambas regiones y las enfermedades neurológicas, el número de casos de esas enfermedades tendría que haberse reducido drásticamente. Eso no ha ocurrido.

3. Algunas vacunas causan muerte súbita

Algunas vacunas, como la hexavalente (que combina difteria, tétanos, tos ferina, polio inactivada, hepatitis B y Hib), tienen fama de provocar el síndrome de la muerte súbita del lactante, que causa la muerte repentina e inesperada de un menor de un año, normalmente sin haber sufrido síntomas previos y habitualmente mientras duerme. La alerta por esta relación se acentuó en los años 2000 debido a varios supuestos casos hechos públicos en varios años.

—Lo único que digo es que habría que dejar de vacunar a los niños.
—Eso es una estupidez. Las vacunas salvan vidas.
—Lo sé. Es que estoy en contra de la sobrepoblación.
—No puedo discutir contra eso.

Sin embargo, las autoridades sanitarias europeas revisaron los datos estadísticos y no encontraron motivos para modificar la aplicación de esta vacuna. La OMS señala que no existe una relación causal entre ambos fenómenos (la administración de la vacuna y los casos de muerte súbita), sino solamente temporal, ya que esta vacuna se administra antes de que los bebés cumplan su primer año. "Las defunciones por síndrome de muerte súbita del lactante son casualmente coincidentes con la vacunación y hubieran ocurrido aunque no se hubiesen administrado las vacunas".

4. El aluminio es aún peor que el mercurio

Compuestos químicos que contienen aluminio se han utilizado durante décadas en las vacunas para aumentar su eficacia. Esto también ha sido señalado como potencial peligro de las vacunas, al asociar este elemento con supuestas reacciones adversas que van desde reacciones subcutáneas hasta problemas neurológicos. El argumento no termina de concretarse, y queda como una amenaza general.

Pero los argumentos científicos son más tajantes. Según el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, no hay fundamento para esta preocupación: "Las sales de aluminio se usan como adyuvantes de vacunas desde hace más de 70 años y nunca se ha relacionado ningún efecto adverso relacionado con el aluminio que contienen algunas vacunas". La cantidad de aluminio en las vacunas es muy poco (menos del 1%), menos del que contienen de forma natural algunos alimentos habituales.

5. Ya no hace falta vacunarse

"¿Sarampión? ¿Polio? Esas enfermedades ya no existen, no hace falta vacunarse porque no las vas a pillar". Error. Aunque en algunas zonas del mundo, sobre todo en países desarrollados, la incidencia de estas enfermedades es prácticamente nula, en un mundo global como el nuestro los patógenos viajan tan rápido como nosotros, si no más. A principios de este año, Cataluña sufrió un brote de sarampión que comenzó con un viajero proveniente de China.

Además, de mantener unos altos índices de vacunación depende el efecto rebaño: la inmunidad del grupo que protege a aquellas personas que por edad o por problemas inmunológicos no pueden vacunarse y cuya salud depende de que las personas a su alrededor no pillen una enfermedad que para ellos sería mucho más grave.

Hace unas semanas, la alerta se extendía por Europa: miles de casos de sarampión, principalmente en Rumanía pero también en Italia o Reino Unido (unas decenas en España), habían dejado incluso algunas víctimas mortales.

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