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Probamos toda la tecnología a bordo de un Tesla Model X: esto es el coche del futuro
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de su enorme pantalla táctil al autopilot

Probamos toda la tecnología a bordo de un Tesla Model X: esto es el coche del futuro

Casi no tiene botones en su interior, lo puedes mover con una 'app' y se actualiza por 'software' para volar en los cien metros lisos. Hemos recorrido 500 kilómetros a bordo para probarlo todo

Foto: Foto: Itxaso González/Carmen Castellón.
Foto: Itxaso González/Carmen Castellón.

Subirse a un Tesla es hacerlo al equivalente a lo que podría ser un coche diseñado por Apple. Con mil y un detallitos por descubrir a cada viaje, el aspecto que domina el vehículo una vez te sientas en el asiento del conductor es su gigantesca pantalla táctil. Con 17 pulgadas, es mayor que cualquier portátil de los que vende la firma de Cupertino y no encontrarás ninguna igual en otro vehículo a la venta en la actualidad. Pero no es el único apartado que llama la atención de un coche plagado de pequeñas triquiñuelas tecnológicas.

Foto: Model 3, el vehículo de Tesla que ha llegado para revolucionar el mercado. (Reuters)

Que cada Tesla venga con conexión 3G o 4G integrada implica que estamos ante una máquina capaz de ejecutar acciones que hoy en día estamos acostumbrados a hacer en un teléfono móvil o una tableta. El 'software' del vehículo se actualiza de manera periódica y, como suele suceder en el ámbito de la telefonía, esos cambios suelen ser considerables de una versión a otra. Por ejemplo, el 'hardware' actual de los vehículos que salen de fábrica está pensado para que cualquier Tesla sea completamente autónomo en un futuro aunque, por el momento, esas funciones se limitan a la conducción asistida que ofrece el modo Autopilot.

La medida también se puede encontrar en vehículos de otros fabricantes. Opel la incluye bajo el nombre Onstar y es un servicio que mantiene al coche conectado en todo momento y que incluso ofrece asistencia en carretera al conductor. Es más, el servicio puede poner en contacto al usuario con un operador capaz de solventar dudas como localizar una farmacia y enviar su localizador a la aplicación de mapas del vehículo.

En Teknautas hemos conducido un Model X en un viaje de ida y vuelta desde Madrid con parada en Burgos, en el supercargador que la firma ha instalado en el hotel Landa. Un trayecto de unos 500 kilómetros que da para probar a fondo toda esa tecnología repartida por el vehículo, desde el autopilot al 'ludicrous mode', ese que permite que el vehículo acelere de 0 a 100 en poco más de 3 segundos.

La pantalla es la gran protagonista de nuestra prueba, habida cuenta de que nos interesaba echar un vistazo a la tecnología del vehículo más que a su rendimiento en carretera (algo que de lo que se encargará nuestro compañero Carlos Cancela, de motor). La pantalla es el 'hub' desde el que controlar prácticamente cualquier aspecto del vehículo: las puertas, el climatizador, la calefacción de los asientos y el volante, la altura de la suspensión, las luces, mover los distintos asientos del interior... Y esto sólo son las opciones de configuración de los elementos del coche.

En ese panel, que se puede utilizar en todo su esplendor o partirlo en dos para utilizar dos 'apps' a la vez, podemos tener mapas, la cámara trasera, un calendario, información sobre el consumo (y predicciones sobre la autonomía) o el control de nuestro teléfono móvil. No acaban ahí las pantallas ya que el salpicadero también es un 'display' en el que, además de la velocidad, se muestran varios ítems.

En este punto, el Volvo XC90 cuenta con un panel similar, aunque algo más pequeño mientras que otros vehículos, como el BMW Serie 7, permiten manejar algunos aspectos del vehículo sin tener que interactuar con la misma. ¿Cómo? Mediante control gestual que permite subir o bajar la música o controlar la velocidad. Y no hay que olvidar que los nuevos Mercedes Clase E cuentan con unas pantallas alargadas que van desde el salpicadero hasta la consola central, como se puede ver en esta imagen.

De vuelta al salpicadero del Tesla, en el centro nos topamos con una representación del vehículo y de los que tenemos alrededor. Aunque el Model X que hemos probado sólo estaba equipado con el 'hardware' del primer Autopilot y, por tanto, no era capaz de 'ver' a aquellos vehículos que pasaban a nuestro lado. No acaba ahí la información ya que cuando nos acercamos mucho a un obstáculo, la pantalla es capaz de mostrar hasta los centímetros de separación para saber si podemos apurar todavía un poco más. A lado y lado el conductor puede escoger qué información ver: en nuestro caso el mapa a la izquierda y la información del consumo (una especie de equivalente de cuentarrevoluciones) a la derecha.

Pero viajar en un Tesla implica hacerlo en un vehículo eléctrico, un SUV, de una autonomía como no existe otra en el mercado por el momento. El modelo que la firma nos ha cedido es un P100D, con una batería de 100KW que, según la página web, puede ofrecer más de 500 kilómetros de autonomía aunque el fabricante siempre deja patente que esa cifra varía en función del uso que se dé al vehículo, de la misma manera que un coche con un motor de gasolina, diésel o híbrido tiene diferentes consumos en función del tipo de conducción.

Si lo comparamos con otros eléctricos en el mercado, ahí es donde la propuesta del fabricante norteamericano no encuentra un competidor a la altura. Nissan tiene el popular Leaf, que de momento se queda en 250 km (aunque está anunciada una nueva versión que pretende llegar a los 300 kilómetros de cara a finales de 2017) y el resto de opciones del mercado se encuentran en esas cifras.

Lo que sí es cierto es que el vehículo lanza una predicción de consumo que, más o menos, acertó en nuestros dos trayectos. En la ida fue un margen de error de un 2% en la batería y la cifra fue algo superior en la vuelta, un 11%, pero debemos señalar que hicimos uso del ludicrous mode en varias ocasiones con el peaje que tiene para la batería.

El vehículo es capaz de predecir el consumo durante un trayecto teniendo en cuenta la orografía del terreno por el que se va a transitar

Por ejemplo, en la curva de consumo se pueden ver momentos en los que el vehículo sufrirá más de la cuenta (en nuestro caso, el paso por el puerto de Somosierra) y también hay que señalar que mantuvimos el control de velocidad activado durante gran parte del trayecto, que también implica un mayor gasto energético.

Una de las ventajas que Tesla ofrece sobre sus competidores es el ahorro en términos de combustible. Al ser un vehículo completamente eléctrico, es necesario recargarlo cuando la batería se acerca a su fin y Tesla cuenta con su propia red, los llamados supercargadores, pensados para que los vehículos puedan llegar, rellenar sus pilas el tiempo justo para que, en unos veinte o treinta minutos, tengan la autonomía necesaria para llegar a su destino.


El funcionamiento de esta tecnología es similar a la de los móviles que tienen carga rápida. En media hora, el vehículo ha cargado su pila a la mitad pero, a partir de ahí, la velocidad de relleno desciende hasta el punto de que contar con el 50% restante nos llevará, aproximadamente, una hora y media adicional. Aunque hay que estar atento ya que la firma cobra por el exceso de tiempo que el coche pasa conectado a la red eléctrica.

Ayudas a la conducción

Tal y como explica el experto en automoción Carlos Cancela, el paquete de medidas que Tesla vende en la actualidad bajo el nombre de Autopilot es un conjunto de herramientas que entran dentro de la llamada conducción asistida pero que todavía no se pueden enmarcar dentro de una conducción autónoma total.

Y el Model X es el primero en recordar que el conductor debe estar atento en todo momento. En Teknautas ya probamos la tecnología el pasado verano aunque una prueba de menos de una hora tampoco ofrecía muchos elementos para juzgarla en profundidad a diferencia de un viaje en carretera de unos 500 kilómetros. Aunque el coche no registra estadísticas de uso, es probable que en nuestra prueba realizáramos entre 200 y 300 kilómetros en ese modo cuyo cometido, librar al conductor del estrés que produce estar alerta de manera constante, quedó patente.

Pero Tesla no es la única marca que ofrece estas ayudas. Es más, fabricantes como Seat han incluido en el nuevo Ibiza funciones de conducción asistida para un vehículo cuyo modelo básico se puede adquirir por 16.000 euros. "Hoy en día un Mercedes Clase E, o el nuevo Clase S tiene incluso más cosas de conducción autónoma que un Tesla Model S con Auto Pilot 2. Y lo mismo ocurre con BMW o con Audi o Porsche", señala Cancela.

Más cerca de un 'gadget' que de un coche

Esa es la sensación que le queda a un profano en materia de automóviles cada vez que se sube a un vehículo de última generación. Que la industria avanza a pasos agigantados hacia un modelo en el que el conductor es una pieza que terminará siendo prescindible mientras se convierte el habitáculo en un lugar pensado para el confort y para disfrutar del entorno.

Para lo que cuestan, los dos modelos que Tesla tiene en el mercado no ofrecen nada que no se encuentre en otros vehículos por separado. Algunos tienen funcionalidades de ayuda a la conducción, otros ya cuentan con pantallas, los hay que están conectados de manera permanente. Quizá el mayor acierto hasta la fecha de la firma de Elon Musk es haber sido capaz de reunir todos esos elementos en un vehículo que, además, es el eléctrico de mayor autonomía que circula hoy en día por la carretera.

Subirse a un Tesla es hacerlo al equivalente a lo que podría ser un coche diseñado por Apple. Con mil y un detallitos por descubrir a cada viaje, el aspecto que domina el vehículo una vez te sientas en el asiento del conductor es su gigantesca pantalla táctil. Con 17 pulgadas, es mayor que cualquier portátil de los que vende la firma de Cupertino y no encontrarás ninguna igual en otro vehículo a la venta en la actualidad. Pero no es el único apartado que llama la atención de un coche plagado de pequeñas triquiñuelas tecnológicas.

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