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Genio, millonario y tirano: cómo el creador de Uber está matando su propia empresa
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travis kalanick afronta una crisis tras otra

Genio, millonario y tirano: cómo el creador de Uber está matando su propia empresa

Apple ha sido la última firma en darle un palo a la aplicación de transporte, que afronta meses complicados y ve cómo se le amontonan las polémicas

Foto: El CEO de Uber, Travis Kalanick. (Reuters)
El CEO de Uber, Travis Kalanick. (Reuters)

Es capaz de ponerse a trabajar en un Excel mientras se toma una copa en un local de striptease, presume de vida sexual a la que califica de 'boober' (juego de palabras entre pechos, en inglés, y Uber) y se jacta de preferir estar en un club de playa en Miami antes que negociando con las autoridades de transporte... de Miami. Travis Kalanick, fundador y CEO de Uber, es un tipo peculiar. Se estima que tiene una fortuna de 6.000 millones de dólares pero sus salidas de tono de antaño se han convertido, en los últimos meses, en una bola de nieve que amenaza con dejar herida de muerte a la compañía.

Foto: (EFE)

La última gran polémica conocida ha sido nada más y nada menos que con Apple. Uber incluyó hasta el 2015 un código que permitía localizar a los usuarios de iPhone incluso después de haber borrado estos la aplicación. La técnica, conocida como 'fingerprinting', se saltaba todas las reglas del App Store. Y a Tim Cook, jefe de Apple, no le gustó nada. Cook llamó a Kalanick y le amenazó con eliminar Uber del App Store. Este cedió, pero el pulso podría haber llevado a su empresa a la ruina.

Desde que el pasado mes de enero Kalanick se sumara a los asesores económicos de Trump, la compañía no ha dejado de acumular problemas y su impopularidad ha llegado hasta el punto de que un hashtag como #DeleteUber desembocó en la cancelación de 200.000 cuentas de usuarios. "Unirme a ese grupo no significaba ningún tipo de respaldo al presidente o a su agenda pero, desafortunadmente, se ha malinterpretado de esa manera", explicaba el CEO a través de un comunicado.

Kalanick tardó pocos días en abandonar el comité de asesores de Trump (un grupo en el que todavía sigue Elon Musk, hecho que no ha provocado una cascada de críticas contra Tesla) después de las protestas provocadas por la prohibición del presidente de restringir las visas a los inmigrantes de siete países. Pero el daño ya estaba hecho. El 30 de enero, días después de que se pusiera en marcha el hashtag, Lyft, su gran competidor en Estados Unidos, adelantaba a Uber tanto en la Appstore como en la Play Store de Android. Aunque sobre el papel, el reino de Uber parece inamovible, por lo menos en Estados Unidos.

Tres años sin sueldo

Travis arrancó su carrera como emprendedor en 1998. Scour y Scour Exchange eran un reproductor de archivos multimedia y un servicio de transferencia de archivos P2P respectivamente que les valieron una demanda de 250 millones de dólares por parte de las patronales de la música y del cine de Estados Unidos. Scour tuvo que declararse en bancarrota para protegerse de la demanda.

Esa medida no impidió que Kalanick insistiera en la idea de la transferencia de archivos. Ese era el eje sobre el que construyó Red Swoosh, una firma en la que, hasta su venta en 2007, las pasó canutas. Vivió tres años sin sueldo, se trasladó de nuevo a la casa de sus padres pero, por el camino, no dejó escapar la oportunidad de soltar alguna que otra perla de su personalidad: "Vivir ahí apestaba. Era imposible acostarse con ninguna chica".

Kalanick no ha tenido problema en presumir de su vida sexual desde que es CEO de Uber

Akamai pagó 15 millones por Red Swoosh y con ese dinero Kalanick se lanzó a fundar Uber juntó a Garret Camp. Ocho años después, Uber está valorada en cerca de 70.000 millones de dólares y opera en más de 60 países y de 500 ciudades de todo el planeta. Eso sí, tiene unas pérdidas millonarias. Esa imagen de empresario global no ha impedido que Kalanick siguiera soltando perlas en los primeros años de la compañía: "Uber es eficiencia y clase. Por eso me compro un iPhone y no un teléfono cualquiera o me gasto un poco más para comer en un buen restaurante. Todo se reduce a la experiencia".

Discusiones con sus empleados

Puede que el peor momento que haya atravesado Kalanick en estos meses fue el día en el que acabó protagonizando un vídeo publicado en YouTube en el que se enzarzaba en una discusión con un conductor de la aplicación. El clip, publicado por Bloomberg, mostraba a un Kalanick respondón e incapaz de asumir responsabilidad por las bajadas en las tarifas de Uber que, acusaba el conductor, le habían arruinado. "Cada uno es responsable de sus decisiones", argumentaba el CEO antes de abandonar el vehículo.

Después de discutir con un conductor por la bajada constante de tarifas, Kalanick aseguró que iba a buscar ayuda para mejorar sus dotes de liderazgo

Cuando la bola de nieve se hizo lo suficientemente grande, el ejecutivo tuvo que salir al paso y emitir un comunicado en el que pedía perdón e incluso aseguraba que iba a buscar ayuda para mejorar sus dotes de liderazgo. "Mi trabajo como vuestro líder es liderar y eso comienza por comportarse de una manera que nos enorgullezca a todos. Eso no es lo que hice", se lamentaba a la vez que pedía disculpas tanto al conductor como a los trabajadores de la aplicación.

La noticia del incidente entre Kalanick y el conductor llegó pocos días después de que una Susan Fowler, antigua empleada de Uber, expusiera en un post en su blog las prácticas machistas que se daban en la empresa. Fowler detalló, entre otros aspectos, como su superior le propuso mantener relaciones sexuales en su primer día de trabajo. Tras denunciarle ante recursos humanos, nadie movió un dedo, ya que su superior, le aseguraron, era uno de los mejores empleados de la compañía y no sería justo castigarle por lo que parecía ser "un error inocente".

En ese punto Kalanick tuvo que ser veloz. A las pocas horas de hacerse pública la noticia, el CEO anunció que el antiguo fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, iba a supervisar a una comisión independiente que iba a verificar si estas prácticas eran comunes en la compañía. Pocos días después, en una reunión con sus empleados, Kalanick aseguraba que las conductas denunciadas estaban contra "todo lo que Uber representa y en lo que creemos".

Pero, según Recode, la filosofía de Uber en lo relativo a los recursos humanos, implementada por Kalanick, se limita al trámite de contratar y despedir empleados. Ese departamento no debería, según la filosofía del CEO, manejar los problemas y las situaciones que puedan surgir en las oficinas de la compañía y que, en el caso de Fowler, no se atajaron en ningún momento.

Una empleada de Uber denunció que había sufrido acoso sexual desde el primer día y que la compañía no puso ningún remedio para atajar la situación

Fowler no es la única empleada de Uber que se sentido maltratada por la compañía. En enero, la aplicación acordó con la Comisión Federal de Comercio que pagaría 20 millones de dólares para compensar a los taxistas por la información falsa que había difundido acerca de las ganancias que se podían lograr, que en palabras de la compañía ascendían hasta 90.000 dólares al año si el taxista trabajaba en Nueva York. La disputa entre Uber, los taxistas y la Comisión también estaba relacionada con las condiciones de financiación a las que accedían los conductores, que en ocasiones eran peores de las que podrían conseguir otros consumidores en el mismo estrato social.

Sexismo, espionaje a sus usuarios, problemas con los conductores, protestas virales contra la aplicación... Parece que todos los elementos relacionados con Uber han tenido, o tienen, un problema contra la compañía dirigida por Kalanick. Llegados a este punto, no hay que olvidar que la firma también ha tenido problemas a la hora de probar su tecnología de vehículos autónomos.

Unos documentos internos filtrados demostraron que uno de sus vehículos autónomos se había saltado un semáforo en rojo el pasado mes de diciembre a pesar de que Uber había manifestado que el coche estaba controlado por un conductor. Según el 'New York Times', los coches de Uber habían tenido problemas para detectar hasta seis semáforos en rojo en las calles de San Francisco.

La noticia saltó semanas después de que el programa de coches autónomos de Uber sólo estuviera en pie en California durante una semana. Las autoridades locales retiraron los permisos de conducir de los Volvo autónomos que la firma había puesto en las calles para probar la tecnología (prohibición que llegó tras negarse a pagar los 150 dólares necesarios para conseguir un permiso de prueba de vehículos autónomos) y más tarde se conoció que Uber había mareado la perdiz con el departamento de tráfico.

Anthony Levandowski, vicepresidente y responsable de vehículos autónomos, se negó a pagar por esa licencia ya que consideraba que lo que Uber estaba investigando no entraba dentro de la categoría de vehículo autónomo. "Nosotros decidimos qué es autónomo. Y, bajo nuestra regulación, lo era", explicó Jessica González, empleada de la dirección de tráfico de California cuando se destapó el asunto.

Mucho ha llovido desde que Kalanick tomara las riendas de un Uber por las calles de San Francisco en una operación de marketing muy del gusto de Silicon Valley. Hoy, el CEO ha dejado de moverse incluso con los taxis de la compañía que controla y ha contratado a un conductor privado para evitar más incidentes como el sufrido a principios de año. Tras capear polémicas con periodicidad semanal, la silla de Kalanick parece una de las más inestables. La gran duda pasa por saber si será capaz de sobrevivir en su puesto a esta espiral negativa en la que se ha embarcado o si arrastrará a Uber consigo.

Es capaz de ponerse a trabajar en un Excel mientras se toma una copa en un local de striptease, presume de vida sexual a la que califica de 'boober' (juego de palabras entre pechos, en inglés, y Uber) y se jacta de preferir estar en un club de playa en Miami antes que negociando con las autoridades de transporte... de Miami. Travis Kalanick, fundador y CEO de Uber, es un tipo peculiar. Se estima que tiene una fortuna de 6.000 millones de dólares pero sus salidas de tono de antaño se han convertido, en los últimos meses, en una bola de nieve que amenaza con dejar herida de muerte a la compañía.

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